El Banco Central Europeo dejó claro ayer que continúa con su hoja de ruta pese a las tensiones con Italia. Tanto es así que la institución volvió a dejar claro que hasta el verano de 2019, al menos, no subirá los tipos de interés.
Tal y como era de esperar, la reunión no supuso ninguna novedad, pero sí dejó claro al mercado que pese a que las cifras macro muestran un menor crecimiento, esto no supone ningún motivo para cambiar su escenario de referencia. “Se continuará realizado compras netas de activos al ritmo de 15.000 millones al mes hasta el fin de diciembre de 2018. El Consejo de Gobierno prevé que, siempre que los nuevos datos confirmen las perspectivas de inflación a medio plazo, las compras netas cesen a partir de entonces», ha explicado el BCE en el comunicado.
“La comparecencia de ayer ha sido la afirmación del status quo, pero esto es significativo porque muestra que el BCE no está preocupado por la reciente desaceleración de los datos de la zona euro y los problemas fiscales de Italia. El euro ha reducido algunas de las pérdidas que sufrió el miércoles, ya que el riesgo de la cola de un repentino cambio de posición en la posición del BCE ha sido eliminado”, señala Ranko Berich, jefe de análisis en Monex Europe.
Para Thomas O’Mahony, gestor de Janus Henderson Investors, el actual régimen de orientación a futuro sobre tasas está teniendo el efecto de amortiguación de la volatilidad que esperaba el BCE, muestra de ello es que el mercado de bonos y divisas “enmudeció en respuesta a la reunión”.
En opinión de O’Mahony, las crecientes tensiones comerciales y la interminable historia del Brexit han debilitado el escenario global de la región, además el PMI indica que la economía doméstica puede no ser tan robusta como se pensaba. A esto se suma la lenta evolución de la inflación y las tensiones entre Roma y Bruselas, dibujando todo ello un escenario tenso. “Todos estos desafíos a los que se enfrenta la región, combinados con el constante rumor de que estamos en la parte final del ciclo que viene de Estados Unidos, nos lleva a pensar a sea necesario hacer una reevaluación de las perspectivas”, matiza.
Esto significa que la calma trasmitida por el BCE podría tener las patas cortas. Según advierte el equipo de Flossbach von Storch: “El BCE puede mantener las tensiones bajo control por un tiempo, pero para hacer esto debe asumir cada vez más el papel de financista estatal, lo que específicamente se supone que no debe hacer. El euro es un proyecto político, y las fuerzas de inercia política son extensas, como se ha demostrado plenamente en los últimos años. Sin embargo, la fuerza de las leyes de la economía siempre prevalece en última instancia, ya que son más sostenibles que la mera fuerza de voluntad. La política puede ignorar problemas solo mientras los problemas ignoren la política”.
Mondher Bettaieb, director de crédito corporativo de Vontobel AM, recuerda que el BCE tiene a su disposición una “caja de herramientas” por si los riesgos y tensiones se desbocan. “Lo que para nosotros fue interesante es que Draghi mencionó que para mantener el beneficio completo de las medidas de política monetaria implementadas hasta el momento, se deberían adoptar otras nuevas. No llegó a mencionar las TLTRO puestas a disposición de los bancos de la eurozona, pero anticipamos que se anunciará otra operación de este tipo en el corto plazo para asegurar un crecimiento sostenido de los préstamos privados. Creemos que los consumidores de la zona euro están impulsando esta recuperación gracias esencialmente a un aumento de los préstamos: un crecimiento interanual del 3% al 4%”, argumenta.