Después de un período de desinterés, los inversores vuelven a poner sus ojos en los posibles riesgos geopolíticos que amenazan el mercado. De acuerdo con Tina M. Fordham, quien lidera el análisis político en Citi, primero vino el cambio en la política comercial de Estados Unidos –y el miedo a represalias chinas– y luego la partida de dos asesores clave del presidente de los Estados Unidos: el jefe del Consejo Económico, Gary Cohn, que se había opuesto al proyecto de ley de tarifas, y Rex Tillerson, el secretario de Estado, que se había opuesto a la intención a menudo declarada del presidente Trump de anular el acuerdo diplomático sobre Irán, conocido como el Plan de Acción Integral Conjunto (JPCOA).
«Ambos funcionarios habían sido ampliamente considerados como influencias moderadoras dentro de la Casa Blanca» comenta Fordham, añadiendo que «la partida del Secretario Tillerson ha suscitado especulaciones sobre el potencial de una postura más dura sobre la política exterior y de seguridad con la nominación de Mike Pompeo, en una coyuntura crucial en la política exterior y de seguridad de Estados Unidos, poniendo en juego a las relaciones con Irán, Corea del Norte y Rusia y la incertidumbre sobre el papel de los Estados Unidos en la resolución de controversias mundiales».
¿Tormenta en un vaso de agua o campanas de alarma?
Para Fordham, separar el ruido político de las señales del mercado en una era de «Tweetstorms», un liderazgo no convencional y la baja confianza pública posiblemente nunca haya sido más desafiante. «En un entorno relativamente constructivo de crecimiento global, y un mercado alcista, la historia sugiere que los inversores simplemente pondrían poca atención a los riesgos geopolíticos», menciona comentando que estamos en medio de una transición de un mercado de baja volatilidad a un mercado más frágil y de alta volatilidad. Considerando una menor flexibilización cuantitativa (QE), «la concurrencia de mayores riesgos políticos globales que ocurren simultáneamente con una capacidad reducida para que los mercados los absorban es preocupante», advierte.
¿Cuándo es hora de preocuparse?
Según Fordham, la intersección entre el calendario político de los EE.UU. y los dos primeros desafíos geopolíticos para la administración Trump: el futuro del JCPOA con Irán, a debate el 12 de mayo, y las sorpresivas reuniones bilaterales con la República Popular Democrática de Corea, se deben tener en cuenta. «Los resultados de las negociaciones sobre ambos puntos geopolíticos tienen el potencial de mover mercados, así como de afectar significativamente las relaciones entre los EE.UU. y sus aliados en Europa, Oriente Medio, Japón y Corea del Sur, y las relaciones con Rusia y China», menciona.
Comodines y la nueva narrativa: ¿Han aprendido los inversores a amar la autocracia y el populismo?
El ambiente político interno en Estados Unidos es altamente incierto, desde el flujo de cambios de personal senior en la Casa Blanca, muchos de los cuales requerirán aprobación del Congreso para su reemplazo, a la incertidumbre sobre el resultado de la investigación de Mueller- cuyo despido Fordham consideraría un foco rojo, y el resultado de las elecciones de noviembre.
«Sin embargo, la incertidumbre política de Estados Unidos podría actuar como un lastre adicional para un mercado alcista que ha comenzado a mostrar signos de marcación, especialmente si la investigación de Mueller resulta en acusaciones de alto perfil. Nos parece curioso que los mercados financieros, que se expandieron drásticamente hacia el final de la Guerra Fría y la acumulación militar que la acompañó, el libre comercio y las normas globales después de la caída del Muro de Berlín, aparentemente se han sentido cómodos con la erosión de instituciones independientes, la reducción de la prensa, el aumento de la desigualdad y una caída en el respeto por el estado de derecho… ¿Han aprendido los inversores a amar la autocracia y populismo, mientras sea de derecha? Quizás, al menos en la medida en que continúe la desconexión actual entre el rendimiento de la economía global y los mercados financieros con el estado de la política y los riesgos socioeconómicos. Cuando eso cambie, será hora de encontrar una nueva narrativa», concluye.