La búsqueda de rentabilidad es un tema de plena actualidad en los mercados, catalizada por realidades estructurales como el envejecimiento de la población y la necesidad de rentas de cara a la jubilación. Aunque a finales del año pasado, y debido a un repunte en los tipos ofrecidos por los bonos del Tesoro estadounidense, hubo una especie de parón en esa búsqueda, la vuelta a la reducción de las rentabilidades en la deuda pública volvió a poner sobre la mesa este año que la necesidad de encontrar activos rentables, fuera de los bonos soberanos, no ha terminado.
Conscientes de que no se trata de un tema pasajero y de que el capital está entrando en productos que ofrecen soluciones de este tipo, los proveedores de ETF y de fondos de inversión han aumentado su oferta de vehículos que ofrecen income, y que pueden invertir tanto en renta fija como en variable, si bien el precio de los bonos ha llevado a muchos a optar por las bolsas como el activo estrella para ofrecer esas rentas. Y, en concreto, a estrategias centradas en nombres con altos dividendos, lo que ha desembocado en la carestía de sectores en los que típicamente se ubican, como consumo, salud, telecomunicaciones o utilities.
Ante esta situación, y aunque mantiene su estrategia de valor y con un sesgo contrarian y centrado en nombres con dividendos sostenibles, el equipo de altos dividendos de ING IM introdujo hace meses algunos cambios para optimizar su estrategia, destinados a mejorar los rendimientos a través de una mayor flexibilidad en un momento que así lo requiere. “Las estrategias de dividendos suelen llevar a invertir con un sesgo en valores de alta calidad y value. Lo que pretendemos es tener la flexibilidad para invertir fuera de ese grupo y movernos en el espectro más value o más growth e incluso apostar por nombres con una calidad algo inferior a la habitual”, explica Carl Ghielen, gestor de la estrategia de Altos Dividendos de ING IM, en una entrevista concedida a Funds Society.
Esa flexibilidad le ha llevado a infraponderar sectores que están más caros como salud o consumo y diversificar su cartera al moverse hacia otros sectores más cíclicos como las financieras, compañías industriales o de materiales y de tecnologías de la información, es decir, con mayor carácter cíclico y que también tienden a tener una menor calidad.
Los cambios para mejorar el proceso se han traducido en dos aspectos. En primer lugar, el screening: si antes su umbral mínimo para seleccionar su universo de inversión era un 2,5% de rentabilidad por dividendo, ahora los umbrales se establecen con una base sectorial, de forma que pueden ser menores de esa cifra. Los gestores están dispuestos a invertir en nombres con menor rentabilidad por dividendo a cambio de que esos nombres tengan un mayor potencial de revalorización. “La parte de mayores dividendos está más cara y se trata de equilibrar la rentabilidad por dividendo con el potencial alcista del valor”, explica Ghielen.
El segundo aspecto es la posibilidad de invertir en nombres con bajos dividendos, o nulos, que en el futuro puedan ofrecerlos, con el objetivo de capturar su potencial alcista. El ejemplo más paradigmático es Apple, que empezó a repartir dividendos en 2012, por primera vez tras 17 años, y esa expectativa llevó al valor a tener una muy buena rentabilidad durante los meses anteriores. Otro ejemplo es ING, que dejó de pagar dividendos debido al apoyo público recibido pero empezará a pagarlos de nuevo, una vez devuelva esa ayuda, razón por la que está en sus carteras. Lo mismo ocurre con otras compañías financieras que no pagan dividendos o tienen un dividendo bajo, como Citigroup, que podrían cambiar esta situación, así como otras dentro de los sectores de utilities y telecomunicaciones.
Europa a corto plazo y emergentes a largo plazo
El equipo de ING IM, compuesto por ocho profesionales con una experiencia media de 19 años, gestiona seis fondos de dividendos (dos europeos, uno de EE.UU., otro global y dos de mercados emergentes –uno global y otro de Asia ex Japón-). Aunque el mercado estadounidense siempre es un refugio a considerar, en caso de que se agraven problemas geopolíticos como los de Ucrania o los beneficios en Europa no se materialicen, Ghielen considera que el potencial alcista es más limitado que en Europa y por eso en su estrategia estadounidense la exposición al mercado es más defensiva (beta del 0,9 frente al 1,1 en Europa, aunque con nombres más cíclicos que permitirán sufrir menos cuando la Fed empiece a subir tipos en algún momento de la primera mitad del año próximo).
En el Viejo Continente, y aunque hay altas valoraciones en sectores como consumo o salud, aún queda valor y además cuenta con el catalizador del BCE, que podría empezar su QE en deuda soberana en unos meses. “Un euro más débil impulsará las exportaciones de las empresas alemanas. Las políticas del BCE también reducirán los costes de financiación de las financieras europeas e impulsarán sus beneficios –en cartera tiene las españolas Santander y Sabadell-”, explica. Además, el estilo value lo ha hecho peor que el growth durante los últimos tiempos y ahora eso empezará a cambiar si la economía repunta. Por eso, Europa es el mercado a estar en los próximos seis a doce meses, con rentabilidades potenciales de entorno al 10%. “Los mercados se moverán por los beneficios y esperamos crecimientos de medio dígito, entre el 7% y el 8%. Si a esto unimos una rentabilidad por dividendo de entre el 1% y el 2%, el total para este año puede acercarse al doble dígito”.
Pero a largo plazo, las oportunidades están en el mundo emergente, donde las compañías pasan de centrarse puramente en el crecimiento a tener una actitud más alineada con los accionisas, algo que incrementa el número de empresas que reparten dividendo y donde están las mayores oportunidades de futuro. Aquí el foco, más que en empresas con dividendos sostenibles (como en el mundo desarrollado) está en empresas con potencial para incrementar su dividendo, debido a que el crecimiento en sus beneficios es mayor. Actualmente sobrepondera la Europa emergente y central frente a Asia, donde las valoraciones son más altas. En Latinoamérica, el equipo es neutral.