Las políticas de Donald Trump en Estados Unidos estimularán “algo” la economía del país, pero no nos engañemos: el impulso no puede compararse ni de lejos con el promovido por Ronald Reagan en los años 80 del siglo pasado. Así lo cuenta Dan Rob, que fue asesor económico de la Casa Blanca en esa época, así como economista de la SEC y del partido republicano, y, desde esa experiencia, compara los efectos económicos que tuvo Reagan en su día con los que puede generar Trump ahora, con esas conclusiones.
Desde su actual puesto como CIO de Mackay Shields LLC, subgestora de una gama de fondos de renta fija de Nordea, cuenta, en el marco de un evento con clientes y periodistas en Madrid, por qué las medidas del nuevo presidente solo impulsarán la economía levemente, lo que explica su cautela a la hora de invertir, en un entorno inflacionista en el que la Fed apretará el acelerador de las subidas de tipos. Un entorno complejo para los mercados de deuda.
Trump, dice, cuenta con tres pilares principales de sus políticas: la rebaja de impuestos, el gasto en infraestructuras y los cambios regulatorios. En cuanto a los impuestos, el tipo más alto está en el 39,6%, que Trump pretende bajar al 33%, un recorte importante pero poco significativo (seis veces menos) con respecto al que llevó a cabo Reagan en los 80 -que pasó del 70% al 28% y que, en un entorno marcado por otros hitos como la incorporación de la mujer al mundo laboral, trajo grandes estímulos a la economía estadounidense-. Ahora, esos estímulos no podrán ser comparables, dice Roberts.
En cuanto al gasto en infraestructuras prometido, recuerda que el país está al borde del pleno empleo (con un paro del 4,7%) y se pregunta de dónde sacará el presidente la fuerza laboral para construir esas infraestructuras. “En un escenario de pleno empleo, los estímulos fiscales dan como resultado inflación y aumento de salarios, pero el PIB apenas nota el efecto”, comenta el experto, que cree que no tiene sentido y que el gasto en infraestructuras no dará mucho impulso al PIB. En cuanto a la regulación, lleva tiempo y tampoco se notará a corto plazo.
En ese escenario de escasos estímulos económicos reales por el efecto Trump, reconoce su preocupación por las altas expectativas de los mercados, que han llevado a fuertes revalorizaciones en términos reales del S&P 500 en los últimos tiempos: “El mercado se mantuvo plano en los años antes de Reagan y, con Reagan y tras la recesión, subieron un 80% en los años posteriores. Con Trump la bolsa ya ha subido esos niveles, y sigue al alza”, advierte. Por eso se muestra conservador, más que el año pasado, ante la posibilidad de que el mercado esté anticipando mejores cifras económicas de las que realmente habrá.
Inflación al alza y más subidas de tipos
Aunque la economía se verá menos impulsada por Trump de lo esperado, lo que sí irá al alza será la inflación: “Si Trump construye el muro en la frontera con México, tendrá consecuencias para la inmigración”, explica, pero recuerda que en los sectores económicos del país el peso de los inmigrantes es muy fuerte (del 20% en agricultura, del 15% en construcción, del 10% en el sector hotelero y de restauración…) y se pregunta quién hará esos trabajos. La respuesta es únicamente “inflación en los salarios y en la economía”.
Algo a lo que la Fed responderá con fuerza: “La Fed reaccionará a un entorno de más crecimiento pero sobre todo a una mayor inflación, que es donde está realmente el riesgo. La base monetaria es un tanque de gasolina y la inflación el fuego que se acerca, pero la Fed hará todo lo posible para evitar la explosión y subirá tipos”, asegura. De hecho, las expectativas son que las subidas sean más numerosas y rápidas a lo previsto: “Si hace meses no se esperaban subidas en la reunión de marzo, eso ha cambiado; todo va depender de la inflación y sospecho que ésta se moverá de forma más rápida (en un entorno de pleno empleo y aumento de salarios)”, lo que llevará a subidas de tipos más rápidas y numerosas de las tres previstas en un principio, dice Roberts.
Según el experto, la Fed provocará un aplanamiento en la parte corta de la curva para luchar contra la inflación, de forma que los yields a dos años podrían superar aquellos a 10 años. Además, hay que considerar que el balance de la autoridad ha crecido un 500% a lo largo de los últimos años, de forma que si llega la inflación, se dispararán las peticiones de créditos (ante la idea de que en el futuro será más caro pedir prestado), de forma que incrementará mucho la oferta monetaria, impulsando mucho más los precios. Algo a evitar a toda costa.
Reducción del riesgo en las carteras
El miedo la inflación y a las fuertes subidas de tipos –junto a un menor impulso económico debido a Trump- es lo que ha llevado al gestor, responsable de renta fija global en MacKay Shields, a adoptar posiciones más conservadoras en las carteras y a apostar con fuerza por dos ideas: el fondo de baja duración en high yield estadounidense, y el fondo sin restricciones que la entidad gestiona para Nordea. Con respecto al segundo, cree que una postura flexible en este momento tiene todo el sentido, y esa flexibilidad ahora se traduce en la reducción del riesgo. “Hace tiempo teníamos un 60% en high yield y un 10% en deuda emergente, pero ahora solo un 32% en high yield y muy poco en mercados en desarrollo. Hemos reducido el riesgo y nos concentramos en deuda con grado de inversión”, explica. Y con una duración en niveles de un año. “Hace tiempo compramos mayor duración a través de duración de spreads y duración de tipos de interés: ahora queremos quedarnos con la primera pero eliminar la segunda”, dice, algo que hace con posiciones cortas en futuros sobre el bono estadounidense a dos años, donde hay mayor peligro de aplanamiento de la curva.
En cuanto al riesgo de crédito, también advierte de que, en línea con las altas expectativas económicas y la búsqueda de rentabilidad de los inversores, los bonos de calidad CCC de EE.UU. están muy caros, por lo que los infrapondera en sus carteras. “Los inversores son demasiado optimistas y los precios han ido demasiado alto. No creemos en la recesión pero sí hay precios excesivos en algunas partes del mercado, como ésta”, comenta. Lo mismo ocurre con las firmas de high yield ligadas al sector energético, que también infrapondera. El gestor incide en que no porque vean recesión, sino por los precios y el exceso de optimismo.
Con respecto al dólar, aunque en la gestora cubren el riesgo divisa, Roberts asegura que en un mundo en el que la Fed subirá tipos y los tipos se incrementarán con respecto al resto del mundo, la divisa tiene todas las papeletas de apreciarse.
Por qué los “trabajadores desanimados” no pararán la inflación
Algunos estudios mencionan la posibilidad de que los llamados trabajadores desanimados (“discouraged workers”), que no forman parte de los participantes en la fuerza laboral porque se han rendido y ya no buscan trabajo, estén llevando los datos del paro a niveles artificialmente bajos, de forma que si volvieran a buscar trabajo, podrían ayudar a mantener los salarios en los actuales niveles, contrarrestando las subidas.
Pero Roberts explica que este grupo no es realmente significativo ni grande, porque ahí se incluyen muchos baby-boomers (nacidos entre 1945 y 1965) que ya se están retirando y no tienen intención de volver a trabajar incluso aunque la situación mejore. De forma que no hay razón para que los salarios se mantengan bajos. El camino de la inflación está, pues, despejado.