Los últimos tres meses del año arrancan con cuatro riesgos muy claros en el horizonte: la retirada de los estímulos de los bancos centrales, el crecimiento de China, la escalada de tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, y el precio del petróleo. A esto hay que unir algunos riesgos locales como el Reino Unido, Italia y Brasil, que podrían no tener implicaciones globales, pero sí mucha incidencia en las carteras.
Frente a estos riesgos, en opinión de Mark Haefele, economista jefe de UBS, las perspectivas siguen siendo positivas en líneas generales para los inversores diversificados. Sin embargo, la entidad suiza afirma que en un ciclo económico maduro debemos estar preparados para más volatilidad.
En esta situación, desde UBS recomiendan diversificar las fuentes de retornos porque puede mitigar el riesgo de que la renta fija y la variable caigan al mismo tiempo. A medida que el ciclo se vuelve más maduro los riesgos asociados para conseguir rentabilidad se hacen cada vez más difíciles de justificar. Los inversores pueden encontrar cierto efecto de confort en el sesgo local, pero a menudo estas estrategias añaden un riesgo innecesario a sus carteras. Además, apunta a que será mejor protegerse de las bajadas en vez de ponerse en liquidez y renunciar a los potenciales retornos, e invertir en temáticas de largo plazo puede reducir la tentación de vender en momentos de pánico.
Para Benjamin Melman, director de asignación de activos y deuda soberana de Edmond Edmond de Rothschild Asset Management, los últimos meses han dejado un panorama en las bolsas algo más complicado de lo que se esperaba. Las incertidumbres vienen desde varios frentes y eso ha impactado en los mercados, aunque no todos. Melman considera tres puntos principales en el asignación de activos de cara al final del año: neutralizar la exposición a la renta variable, infraponderarse ligeramente en los mercados emergentes y tener una exposición en general reducida.
“La larga lista de riesgos puede llevarnos a creer que podría ser mejor mantenerse lejos del mercado en las próximas semanas. Una visión muy alejada de mi opinión. En primer lugar, los riesgos están bien identificados y en parte ya están integrados en el precio. En segundo lugar, el entorno fundamental permanece siendo sólido, algunos de los indicadores macroeconómicos incluso señalan una próxima aceleración en los mercados desarrollados tras los signos de desaceleración. Por el contrario, hemos hecho recortes tácticos en términos de nuestro presupuesto de riesgo. Por lo tanto, hemos neutralizado nuestra exposición a renta variable e incluso hemos infraponderado ligeramente la renta variable emergente”, explica Melman.
A la hora de abordar cuáles serán las mejores posiciones para el otoño, para Nordea AM es importante tener en cuenta otras tendencias que afectan al mercado, como por ejemplo la divergencia distruptiva.“La divergencia disruptiva y la reducción de la liquidez a escala mundial han causado que las operaciones más populares de 2017 pierdan fuelle y caigan en cadena: todo empezó con el desplome de las estrategias que apostaban por una volatilidad reducida, lo cual fue seguido por la desaparición del soporte al dólar y la reversión de las rentabilidades tan positivas que registraron los mercados emergentes el año pasado”, explica Witold Bahrke, responsable senior de estrategia macroeconómica de Nordea AM.
Según el análisis de Bahrke, los siguiente segmentos que se verán afectados por la reducción de la liquidez serán la deuda corporativa con baja calificación y, en última instancia, las posiciones largas en renta variable. “El incremento de los riesgos macroeconómicos también conlleva que la propuesta de valor de la renta fija core en Europa y Estados Unidos parezca interesante, ya que en el fondo el proteccionismo y el endurecimiento monetario constituyen factores deflacionistas. Los activos refugio y los bonos de corta duración con alta calidad crediticia deberían acaparar un interés creciente, ya que se están poniendo en tela de juicio las tendencias macroeconómicas actuales y el punto máximo de la renta variable se atisba en el horizonte. Los bonos garantizados destacan especialmente, porque pueden arrojar rendimientos similares y presentan un riesgo menor en comparación a los bonos con grado de inversión”, apunta Bahrke.