Se prevé que la economía mundial crezca a una tasa moderada del 3,1% en 2016, en sintonía con su evolución este año. Sin embargo, estas perspectivas aparentemente estables ocultan una brecha entre las tendencias predominantemente positivas en las economías desarrolladas y la desaceleración general en las tasas de crecimiento de la mayor parte de los principales mercados emergentes. «Esta marcada divergencia cíclica plantea un grave riesgo económico y deflacionista en todo el mundo para el que no existe un remedio obvio, ya que el margen que ofrecen las medidas de política monetaria está prácticamente agotado y los precios de las materias primas ya se encuentran en niveles bajos», alerta Janwillem Acket, economista jefe de Bank Julius Baer.
La confianza de Bank Julius Baer en la economía de cara al próximo año radica en sus perspectivas para el consumo privado en las grandes economías desarrolladas del mundo, Estados Unidos, Europa y Japón, que se están beneficiando del aumento del poder adquisitivo de los consumidores y el descenso de las tasas de desempleo. El ciclo alcista en EE.UU. entrará en su séptimo año en 2016 y ya ha dejado atrás su punto álgido. Por el contrario, la recuperación de la zona euro apenas tiene tres años de vida y todavía le queda recorrido.
Persisten los riesgos deflacionistas
Aunque la firma prevé que el crecimiento total en el conjunto de los mercados emergentes será decepcionante, los expertos de Bank Julius Baer siguen confiando en las perspectivas de los dos mayores mercados emergentes: China y la India. El gigante asiático se enfrenta ahora a una nueva realidad. En un futuro próximo, necesitará adaptarse a unos objetivos de crecimiento anual considerablemente más bajos que el ambicioso 6,5 % que fija su nuevo Plan Quinquenal para el periodo 2016-2020. Los dos países son grandes importadores de materias primas y seguirán beneficiándose de los bajos precios de estos productos.
Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en 2014 y 2015, es poco probable que la economía mundial reciba un gran impulso adicional de la caída de las materias primas el próximo año. Lo mismo ocurre con la política monetaria. A pesar de los nuevos recortes en los tipos de referencia en China y la India, los tipos de interés reales en todos los mercados emergentes —a diferencia de las economías desarrolladas— siguen estando relativamente altos y, por tanto, constriñen el crecimiento. “En general, la liquidez está cada vez más restringida en las economías emergentes con déficits en sus balanzas de pagos. Y dado que el ciclo crediticio está bastante avanzado en muchas de esas economías, no se pueden descartar perturbaciones”, subraya el economista jefe de Bank Julius Baer.
No hay motivos para plegar velas
Cinco años de crecimiento deflacionista han empujado a las bolsas hasta nuevos máximos y, al mismo tiempo, han reducido los tipos de interés hasta mínimos históricos y, en algunos casos, por debajo del cero. A la vista de que las previsiones apuntan a un clima económico menos benigno en el futuro, las oportunidades de conseguir rentabilidad que ofrecen las inversiones financieras son inferiores a sus medias a largo plazo.
A pesar de ello, Christian Gattiker, estratega jefe y responsable del departamento de Análisis en Bank Julius Baer, recomienda no perder la perspectiva: «La rentabilidad prevista a medio plazo de las acciones está en el entorno del 5% y los bonos ofrecen rendimientos positivos en términos reales, por lo que no hay razones todavía para salir completamente de las inversiones financieras, sobre todo porque las alzas de los precios se han dado prácticamente en todos los activos reales, desde las subastas de arte hasta los traspasos de futbolistas. Lo único que nos sigue faltando es un abanico de alternativas atractivas».