En opinión de Claudio Wewel, estratega de divisas de J. Safra Sarasin SAM, las divisas han cotizado en gran medida en consonancia con la lucha de los bancos centrales contra la inflación, reflejando así las fuertes oscilaciones de los rendimientos relativos. El movimiento más llamativo ha sido el fortalecimiento del dólar estadounidense y el debilitamiento del resto de las divisas más relevantes, entre ellas el euro.
De hecho, ayer el euro se acercó a la paridad con el dólar estadounidense, ya que la preocupación por la energía y el riesgo de recesión pesaron sobre las perspectivas de la zona del euro, mientras que la aversión al riesgo alimentó un amplio repunte del billete verde, según explican desde Bloomberg. «La espiral bajista de la moneda ha sido rápida y brutal, ya que en febrero cotizaba en torno a los 1,15 dólares. Una serie de subidas de los tipos de interés de la Reserva Federal, cada vez más importantes, ha disparado el dólar, mientras que la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha empeorado las perspectivas de crecimiento en la zona euro y ha encarecido el coste de sus importaciones energéticas», explican sus expertos.
Según reconoce Ben Laidler, estratega de mercados globales de la plataforma de inversión en multiactivos eToro, la paridad euro/dólar es un nivel claro en los mercados de divisas globales. «Pero las probabilidades están cada vez más en contra del euro, con sus fundamentales relativos en deterioro y aún lejos de una valoración barata. Una caída por debajo de 1,00 avivaría la preocupación por la inflación importada de Europa, pero no todo serían malas noticias. También sería un seguro de crecimiento importante para muchos grandes exportadores», matiza. En este sentido, los expertos de Monex Europe consideran poco probable a corto plazo que la paridad entre ambas divisas se pierda, en parte por la fortaleza que también vive el dólar.
«Nos llama la atención la tranquilidad con que la Fed está observando este movimiento, teniendo en cuenta que el dato del PIB del primer trimestre fue negativo en gran parte por culpa del sector exterior. En un momento como el actual, donde el crecimiento empieza a ser un recurso escaso, tener la divisa tan apreciada solo tiene una justificación, y es que la Fed prioriza la inflación sobre el crecimiento. El conflicto en materia de tipo de cambio va a surgir si el BCE también desea priorizar la reducción de la inflación, necesitando un tipo de cambio más fuerte», añade Hernán Cortés, socio de Olea Gestión y cogestor del fondo Olea Neutral.
Desde Olea Gestión consideran que el dólar a estos niveles «no tiene amigos», ya que «la zona de confort de ambos bancos centrales debería estar a corto plazo entre 1,07 y 1,12, equilibrando de nuevo los objetivos de crecimiento versus inflación».» Aun así, el dólar continuaría sobrevalorado ya que su paridad de poder adquisitivo frente al euro está por encima de 1,20 dólares por euro», concluyen.
El comportamiento del dólar
En lo que va de año, el dólar estadounidense ha subido casi un 8% frente a una cesta de seis divisas importantes, incluidas el euro, el yen japonés y la libra esterlina de Reino Unido. En los últimos 12 meses, ha subido casi un 13%, acercándose a máximos no vistos en los últimos 20 años.
Según explican desde Allianz GI, los motivos que están impulsando al dólar son el recrudecimiento de las tensiones geopolítica, en especial con la invasión en Ucrania y la posterior guerra; y la búsqueda de refugio por parte de los inversores ante la incertidumbre, ya que se percibe el dólar como un valor seguro. A esto habría que sumar, la postura restrictiva de la Fed y la “débil” respuesta del resto de los bancos centrales.
“A corto plazo, el dólar estadounidense suele verse influenciado por los diferenciales de tipos de interés. La Fed ha iniciado antes su ciclo de subidas de tipos, mientras que el BCE y otros bancos centrales van por detrás en el inevitable endurecimiento de la política monetaria; esta combinación hace que aquellos que buscan rentabilidades opten por activos denominados en dólares, ya que estas suelen incrementarse cuando la Reserva Federal sube los tipos”, indican desde la gestora.
Según su experiencia, tradicionalmente, el dólar se ha fortalecido en momentos en los que el crecimiento mundial se ha debilitado y la incertidumbre ha cobrado protagonismo en los mercados financieros y la economía. “Así lo evidencia su correlación positiva con la volatilidad de los mercados de renta fija y variable. El riesgo creciente de una posible recesión mundial y estadounidense en 2023-2024 también es favorable para el dólar”, añaden desde Allianz GI.
Para Wewel, dado que el riesgo a una recesión mundial aumenta, es previsible que el dólar siga fuerte durante más tiempo. “Las recesiones también pesan de forma desproporcionada sobre el consumo de bienes duraderos, lo que sitúa a las economías con gran peso del sector manufacturero en relativa desventaja. En consecuencia, hemos rebajado nuestro objetivo de final de año para el par euro/dólar a 1,05 dólares. La creciente probabilidad de que los flujos de gas procedentes de Rusia sean limitados durante la segunda mitad del año constituye un importante riesgo a la baja para nuestras previsiones”, indica el estratega de divisas de J. Safra Sarasin SAM.
Principales divisas
Una de las “víctimas” de este contexto es el euro que, sumando la fortaleza del dólar y la inquietud por el suministro de gas natural a Europa Central, llevaron la semana pasada a la relación euro/dólar a mínimos de dos décadas. Ayer, el euro cayó hasta un 1,3%, hasta 1,0053 dólares, eclipsando su mínimo de la semana pasada y tocando mínimos de 20 años. “El temor a que una interrupción del suministro de gas provoque cortes en Europa Central convierte a la moneda común en una patata caliente que nadie quiere sujetar, al menos por ahora. Esta semana no hay noticias de la Eurozona que vayan a mover el mercado, por lo que el informe del IPC en EE.UU. será clave en su comportamiento”, matizan los expertos de Ebury.
Si analizamos el resto de divisas, llama la atención que las perspectivas son bastante moderadas. Por ejemplo, en el caso de la libra esterlina, Wewel apunta: “Más allá del impacto de la reducción del coste de la vida en Reino Unido, creemos que las incertidumbres políticas constituyen un lastre para la moneda británica”.
Los expertos de Ebury reconocen que la libra esterlina ha conseguido subir frente a todas las demás divisas europeas y casi ha seguido el ritmo de la incesante subida del dólar. “Los índices PMI de actividad empresarial de junio se corrigieron al alza, lo que también favoreció a la moneda. Con la publicación de los datos de mayo sobre la construcción, la producción industrial y la balanza comercial esta semana volveremos a enfocarnos puramente en la actividad económica”, matizan.
Por último, en el caso del yen japonés, su depreciación del yen ha respondido principalmente a las salidas de flujos de cartera, de los que solo un pequeño porcentaje tiene cobertura de divisa. “Somos positivos en el yen, que está históricamente barato según múltiples parámetros. Creemos que existen varios factores que podrían invertir la tendencia de debilitamiento del yen, como un posible ajuste del objetivo de rendimiento del Banco de Japón o una ventaja de rendimiento algo menor en EE.UU.”, añade Wewel.