Tras la última reunión del BCE a principios de septiembre, la política monetaria sigue siendo un foco de atención para el mercado. Durante esta última parte del año, los inversores siguen atentamente los movimientos de la Fed, del Banco de Japón, del Banco de Inglaterra y de los bancos centrales de Suecia y Rusia.
Antes de que acabe 2017, se prevé que la Fed comience a reducir su cartera de bonos del Tesoro estadounidense y MBS –Mortgage Backed Securities o valores respaldados por hipotecas–, al no reinvertir la totalidad de los bonos que venzan. “En los próximos años, prevemos que el balance de la Fed, de unos 4,5 billones de dólares estadounidenses, se reduzca prácticamente a la mitad”, señala Hans-Jörg Naumer, global Head of Capital Markets & Thematic Research de Allianz Global Investors.
Aunque el BCE haya aplazado hasta otoño su decisión sobre el cambio de signo de su política monetaria, Naumer considera queel momento actual resulta especialmente propicio para la reducción gradual de las compras mensuales de bonos. “El órgano superior de protección de la Constitución en Alemania, el Tribunal Constitucional Federal Alemán, ha presentado un recurso contra la flexibilización cuantitativa, el programa de compra de deuda pública, ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. La acusación consiste en que se está financiando ilegalmente a los Estados a costa de los generosos bolsillos del Banco Central, y no es de extrañar, puesto que, en el caso de Alemania y Portugal, el BCE está comprando ya cerca de un tercio de las nuevas emisiones”, explica.
En su opinión, por lo que respecta al ritmo de la retirada gradual, es probable que el Consejo del BCE se ciña a sus actuales directrices. Dicho de otro modo, la “salida de la flexibilización cuantitativa vendrá antes que cualquier otra medida sobre los tipos. De manera que no es probable que se dé un primer paso antes de finales de 2018” aclara. Las actuales políticas monetarias y las perspectivas sobre su evolución hacen posible que el punto más alto de liquidez de los bancos centrales se sobrepase en 2018, si a las decisiones del BCE y de la Fed, se le suma el hecho de que el Banco de Japón se mantenga firme en su rumbo expansivo.
Exceso de liquidez
“El punto culminante de la inundación de liquidez podría ser también el punto culminante de lo que bautizamos como represión financiera en el Foro de Inversiones celebrado en Hong Kong. Se trata de una fase en la que los bonos estatales con las mejores calificaciones han generado rendimientos anormalmente bajos, incluso negativos, en amplias regiones del mundo y mediante los cuales los inversores ayudan de manera involuntaria a los ministros de finanzas a reducir la deuda de sus Estados”, argumenta Naumer.
En su opinión, esto no significa que la deuda pública vaya a generar rentabilidades suficientes en un futuro próximo, sin olvidar tampoco que hay que descontar la pérdida de poder adquisitivo, es decir, la inflación. “Incluso aunque se sobrepase el punto culminante, la búsqueda de rendimientos no cesará”, puntualiza.
Otro de los factores a destacar, según Naumer, es la geopolítica, que “puede servir en bandeja una u otra excusa a las autoridades monetarias para que la reducción no tenga que comenzar tan pronto. Indudablemente, a medida que el descenso desde el punto culminante se acerque, aumentará la agitación en los mercados. Mi deseo es que la inundación de liquidez de los bancos centrales se acabe pronto”.
Asignación táctica
Como resultado de todo ello, Naumer advierte que los mercados de capitales muestran valoraciones dispares en las distintas clases de activos. “Mientras que los precios de la deuda pública alemana, los bonos del Tesoro estadounidense y el mercado de acciones de Estados Unidos podrían considerarse altos, las valoraciones de los mercados emergentes son, en general, bajas y el mercado de acciones europeo tiene precios aceptables”, afirma.
El experto consideran que los datos económicos apuntan a un mercado de acciones al alza y un mercado de deuda más débil. Según explica, “la pérdida de impulso en la mejora económica y el inicio de la normalización de la política monetaria podrían suponer un freno para los mercados de capitales, y se multiplican los indicios de que los inversores se muestran demasiado despreocupados e ignoran los riesgos geopolíticos”.