El problema de la deuda en China es serio, pero el riesgo de un aterrizaje forzoso o de una crisis bancaria, es en la opinión de Andy Rothman, estratega de inversión de Matthews Asia, bajo. La razón es que la potencial deuda incobrable es deuda corporativa, no son deudas contraídas por los hogares, y es deuda que fue constituida siguiendo las instrucciones del estado, a través de bancos controlados por el estado a empresas participadas por el estado.
Esto proporciona al estado la capacidad de gestionar el tiempo y el ritmo de reconocimiento de los préstamos en impago. Es también importante destacar que la mayoría de la potencial deuda incobrable pertenece a empresas participadas por el estado, mientras que el apalancamiento de las empresas de capital privado que emplea a la mayoría de la fuerza laboral y que responde por la gran mayoría del crecimiento económico no es alto. Otros factores positivos adicionales son que el sistema bancario chino es muy líquido y que el proceso de lidiar con las deudas incobrables ya ha comenzado.
Solucionar el problema de la deuda China es costoso, pero probablemente no dará lugar a los dramáticos escenarios de crisis bancaria o de aterrizaje forzoso que hacen que la historia sea más atractiva ante los medios de comunicación.
El comienzo: una respuesta a la crisis financiera global
El origen del problema de la deuda en China fue de 2007 a 2008, con la crisis financiera global. Antes de este punto, el ratio de deuda por PIB era relativamente bajo y estable. La crisis financiera global supuso un colapso en la demanda global de bienes, incluyendo las exportaciones de China. Conforme las exportaciones se desplomaron, muchas fábricas cerraron y unos 20 millones de trabajadores perdieron sus puestos de trabajo. Al gobierno le preocupaba que este aumento del desempleo, principalmente entre los trabajadores jóvenes que dejaron sus hogares rurales para realizar trabajos manufactureros en la ciudad, pudiera causar un descontento social.
El gobierno rechazó la idea de una gran devaluación de la moneda para impulsar las exportaciones porque el problema era la falta de demanda en mercados como Estados Unidos y Europa, no la débil competitividad de los productos chinos.
En cambio, Beijing emprendió el mayor estimulo keynesiano del mundo: gastar dinero del gobierno para acelerar la construcción de proyectos de obras públicas, desde puentes y carreteras hasta plantas de tratamiento residuales, que se habían programado para un desarrollo futuro. El objetivo era crear rápidamente millones de puestos de trabajo, desde la construcción y conducción de camiones a contables, en un esfuerzo por reducir el desempleo y el riesgo de la inestabilidad social.
El comienzo: pagando el estímulo con préstamos bancarios
En la mayoría de los países, un gran estímulo habría sido financiado directamente por el gobierno a través de gasto fiscal. Sin embargo, China eligió financiar la construcción de su estímulo a través de préstamos bancarios.
Entonces, los funcionarios chinos afirmaban que preferían utilizar los préstamos bancarios porque cada banco en China estaba (y sigue estando) controlado por el gobierno, y la mayoría de los préstamos pertenecían a empresas participadas por el estado, que eran responsables de gestionar los proyectos de construcción (aunque muchos de los proyectos eran llevados a cabo por contratistas privados). En aquel momento, los funcionarios manifestaron que esperaban que una red de gerentes de sucursales de bancos fuese responsable de garantizar que la construcción avanzase rápidamente con un nivel mínimo de desperdicio, fraude y mala administración.
El estímulo funcionó, pero a un coste elevado
Según algunas métricas, el estímulo fue un gran éxito. Lo que es más importante, desde la perspectiva del gobierno chino es que el estímulo creo suficientes puestos de trabajo para ayudar al país a navegar la crisis financiera global sin un malestar social significativo.
También, la deuda china fue el resultado de un mayor gasto en infraestructuras públicas, que es una inversión sólida y a largo plazo, que ayuda a reducir la pobreza y aumentar la productividad. China tiene más de 150 ciudades que superan el millón de habitantes y antes del estímulo muchas de ellas carecían de la infraestructura necesaria para soportar la producción de bienes y trabajos en el sector de servicios.
Desde una perspectiva internacional, el estímulo tuvo también éxito por suponer una base para el crecimiento económico global: en 2009, China contrarrestó gran parte de la fuerte caída experimentada en el crecimiento económico global por Estados Unidos, la Unión Europea y Japón). En los siguientes años, China ha supuesto, de media un tercio del crecimiento global cada año, un mayor porcentaje de crecimiento global que Estados Unidos, Europa y Japón combinados.
Pero el gran salto en los préstamos para financiar el estímulo de la crisis financiera global fue también la principal raíz del problema actual de la deuda en China. En los años inmediatamente anteriores a la crisis financiera global, el ratio de la deuda no financiera con respecto al PIB era relativamente estable, representando cerca de un 150% del PIB. Ese ratio dio un salto dramático en 2009, conforme el estímulo se desplegaba, y continuaba escalando hasta que alcanzó un 253% del PIB en septiembre de 2018.
La escala actual del problema de la deuda de China
El ratio total de deuda con respecto al PIB creció rápidamente después de la crisis financiera global y es muy alto, pero en contexto parece menos asustador. Es menor que el ratio de la deuda con respecto al PIB de cinco de las principales economías avanzadas del G7.
La diferencia más importante entre el problema de la deuda China y los problemas que en el pasado tuvieron las economías occidentales es que, en China, existe una participación del sector privado muy pequeña en cuanto a la creación de deuda. Como se mencionó anteriormente, el origen de la deuda de China llegó como respuesta a la crisis financiera global, cuando el estado dio la orden a los bancos controlados por el estado de prestar dinero a las empresas participadas por el estado, para construir un programa de estímulo que invirtiese en infraestructura pública.
No hay bancos de capital privado involucrados, por lo que no existe la presión de que los precios reflejen el valor de mercado. Como resultado y en contraste con la reciente experiencia en occidente, el gobierno chino se puede permitir el lujo de ser capaz de controlar el timing de cuando son reconocidos los créditos incobrables y de elegir el tiempo de su gestión.
Y, ha habido algunos avances en el tratamiento de los créditos incobrables. En los últimos 18 meses, ha habido una aceleración material en la formación de préstamos improductivos (NPLs) en los bancos de China, así como una aceleración comparable en el reconocimiento de partidas incobrables.
Merece la pena destacar también que China tiene una de las tasas mundiales más altas de ahorro. Esto está probablemente influenciado por el rápido crecimiento del préstamo bancario y también significa que es poco probable que el sistema bancario experimente una restricción de liquidez.