Los precios del gas natural y del petróleo se han disparado liderando un pequeño rally en el mercado de materias primas. Según los expertos, no hay razones específicas que expliquen esta fortaleza más allá del aumento de la demanda al calor de la recuperación económica. Los expertos de Julius Baer y ODDO BHF AM analizan qué factores están detrás de esta alza.
En opinión de Norbert Rücker, economista jefe y de análisis de Next Generation de Julius Baer, la recuperación en forma de V sobrecarga las cadenas de suministro energético más lentas y complejas. “Si bien esto debería ser conocido por sí mismo, demasiados pequeños contratiempos conducen finalmente a una feroz espiral ascendente. Estos contratiempos incluyen las interrupciones del suministro de carbón en China y en otros lugares, las interrupciones del suministro de gas natural debido al mantenimiento y los cortes en Noruega y Rusia, así como las condiciones de viento suave y la sequía, que frenaron la producción eólica en Europa y la hidroeléctrica en China a principios de este año. Además, mecanismos como el sistema europeo de comercio de derechos de emisión basado en el mercado parecen convertirse en un impulsor involuntario de los precios en estas condiciones. Dicho esto, parece que hay demasiada espuma en los mercados del gas natural y del petróleo”, explica Rücker.
En opinión de Julius Baer, la dinámica actual del mercado energético se ajusta más bien a los excesos y contratiempos que suelen producirse en el punto álgido de un ciclo. “No creemos que sean el resultado de desequilibrios estructurales más preocupantes y duraderos. En el caso del petróleo y el carbón, el aumento de los suministros depende de la política, no de la economía. Vemos precios más bajos de cara al próximo año”, concluye el economista jefe y de análisis de Next Generation de Julius Baer.
Según recuerda Bruno Cavalier, economista jefe de ODDO BHF AM, cuando la economía mundial se detuvo durante la primavera de 2020, los precios de la energía se desplomaron. Con la primera fase de la reapertura en el verano de 2020, y la segunda en la primavera siguiente, repuntaron. “Esto era lógico y provocó un fuerte repunte de las tasas de inflación. En la eurozona, el índice IPCA subió un 3% interanual en agosto, frente al 0,9% de enero de 2021. Estos 2,1 puntos adicionales se debieron en gran parte al salto del IPCA-energía, que se aceleró cerca de 20 puntos en el mismo periodo, pasando del -4,2% al +15,4% interanual. Hasta aquí, no hubo sorpresas. En las últimas semanas, sin embargo, los precios mayoristas del gas y la electricidad han seguido una trayectoria extraordinaria. Han subido alrededor de un 25% al mes desde la pasada primavera y ahora son entre 3 y 4 veces superiores a la media de 2015-2019”, explica Cavalier.
Según el análisis de Cavalier otro de los motivos han hecho que el precio de la energía suba es la apuesta por las energías renovables: “La actual volatilidad de los precios de la energía refleja la creciente participación de las renovables. Esta fue ya la conclusión a la que llegó un informe de la OCDE en 2019 que comparaba varias combinaciones energéticas”. Además, se suman otros “pequeños contratiempos”, como bien decía Julius Baer; como, por ejemplo, que el gas se haya convertido en un arma diplomática y geoestratégica.
Además, el último informe de Bank of America añade otro factor más: «El agotamiento de los inventarios mundiales de gas tras el frío invierno del año pasado ha contribuido a que los precios mundiales del gas alcancen niveles récord. Pero el endurecimiento de los mercados del gas también se ha producido por el aumento de la demanda mundial de gas debido a la escasez de energía hidroeléctrica y eólica, y al auge del sector industrial en muchas partes del mundo».
Los analistas de la entidad, más allá de los problemas meteorológicos que han frenado el uso de renovables, la falta de inversión sigue siendo un tema en las materias primas, impulsada por la falta de apetito de los inversores por la energía convencional. «Los inversores simplemente desconfían de la escasa rentabilidad de las inversiones de la década pasada y de las políticas climáticas verdes de la próxima. Como resultado, los mercados energéticos ajustados podrían persistir durante varios años hasta que el planeta haga la transición a una economía de energía verde», añaden en este sentido.
Ganadores y perdedores
En este contexto,¿Quién gana y quién pierde con este aumento de los precios de la energía? En opinión de Cavalier, el choque actual es positivo para los productores de electricidad cuyos costes y producción apenas han cambiado (nuclear, hidroeléctrica y solar). También puede beneficiar a los gobiernos que reciben ingresos adicionales por el aumento de los precios del CO2 y que pueden reducir sus subvenciones a los productores de renovables.
“Con los precios regulados, ya sea en forma de topes o de un mecanismo de ajuste diferido, los márgenes de los distribuidores se reducen. Las estrategias de cobertura han permitido repartir el riesgo entre muchos operadores. Los consumidores, tanto los fabricantes como los hogares, son los perdedores, pero hay que tener en cuenta los mecanismos de absorción de impactos”, añade.
Por su parte, los bancos centrales estarán muy atentos a cómo evolucionen los precios de la energía, ya que la inflación es ahora mismo una de sus principales preocupaciones. En este sentido Cavalier considera que, ante un repunte de la inflación impulsado por los precios de la energía, “es evidente que un endurecimiento de la política monetaria no permitiría superar las limitaciones de la producción o del suministro de gas y electricidad”.
El experto recuerda que en 2011, el BCE cometió el error de subir sus tipos de interés oficiales en medio de un repunte de los precios del petróleo. “Sería bueno que el BCE, que ha hecho de las cuestiones climáticas un componente de su nueva estrategia monetaria, aclarara si esto implica una mayor tolerancia a la volatilidad de la inflación o si esto requiere la construcción de una medida de precios que elimine los efectos de la ecologización del mix energético”, apunta.
En cuanto a los gobiernos, señala que “es hora de que digan claramente a los ciudadanos que con el aumento de las renovables (un objetivo con amplio apoyo popular), puede ser difícil tener en todo momento una energía que sea a la vez barata, verde (descarbonizada) e ininterrumpida. Si en principio se excluye la energía nuclear y el gas es la única variable de ajuste, probablemente habrá que rebajar las ambiciones de independencia energética, a no ser que se acelere significativamente el gasto en inversiones para lograr la transición deseada”.