Cada vez más inversionistas buscan rentabilidades más allá de lo económico e incorporan aspectos sociales y ambientales en sus decisiones. En este contexto, la industria de Inversión de Impacto se ha convertido en una alternativa de financiamiento para apoyar y escalar soluciones a desafíos sociales y/o medioambientales.
Chile no es la excepción. De acuerdo con la Radiografía sobre la Inversión de Impacto elaborada por la Asociación Chilena de Administradoras de Fondos de Inversión (ACAFI), a julio de 2020 esta industria registró más de 318 millones de dólares en activos administrados. Esta cifra implica un aumento de más del doble de los 138,2 millones de dólares que se registraron en 2018.
El monto administrado se distribuye entre seis administradoras generales de fondos: Lumni, Fen Ventures, FIS Ameris, Sudamerik, Quest Capital y Sembrador. Estas dos últimas tienen fondos públicos de inversión, mientras que el resto sólo tienen fondos privados.
“El mundo ha cambiado mucho en los últimos años, especialmente en los meses más recientes. Los inversionistas no solo buscan retornos financieros, sino que también que sus recursos contribuyan a mejoras medioambientales y/o sociales y que, al mismo tiempo, éstas puedan ser medibles en el tiempo. Cada vez hay mayor consenso en la importancia de avanzar en la co-construcción de un modelo de desarrollo más sostenible”, señala el presidente de ACAFI, Luis Alberto Letelier.
En tanto, la directora de ACAFI y presidenta del Comité de Sustentabilidad del gremio, María José Montero, afirma que “este tipo de inversiones están creciendo gracias a que existen más inversionistas y proyectos que, de manera rentable, están dando solución a los grandes desafíos que enfrentamos como sociedad. Sin embargo, es aún un tema de nicho. Por eso, es muy importante que podamos seguir avanzando con un sentido de urgencia, conscientes de que llegó para quedarse y hay que prepararse en estos temas”.
En esa línea, Montero plantea tres desafíos para esta industria en el corto plazo. “En primer lugar se requiere difusión. Mientras haya mayor conocimiento, más rápido será su desarrollo. También es clave habilitar la industria, a través de capacitaciones en organismos públicos y privados, así como en los distintos roles que existen al interior de estos (ejecutivos, gerencias, y directorios). Finalmente, está el trabajo colaborativo por una regulación adecuada que no inhiba estas prácticas y que idealmente la fomente” asegura.
A nivel global la inversión de impacto también evidencia signos de crecimiento. De acuerdo con el Global Impact Investing Network (GIIN), se estima que a finales de 2018 había 1.340 organizaciones que manejaban 502.000 millones de dólares en inversiones de impacto alrededor del mundo. A comienzos de 2020 esta estimación se actualizó y ascendió a 1.720 organizaciones que administraban 715.000 millones de dólares en esta área alrededor del mundo.
Efectos de la pandemia
La Radiografía consigna que en mayo de 2020 el GIIN creó la coalición R3 Coalition, cuyo objetivo es introducir inteligencia de mercado en las necesidades financieras generadas por la emergencia sanitaria y la creación de medidas efectivas e inmediatas para hacerse cargo de esas necesidades, y destaca que a un mes de su creación, la instancia ya contaba con 97 organizaciones participando de ella, comprometidos con invertir para aminorar los efectos negativos que se podrían estar produciendo en el mundo.
Además, plantea que la pandemia del Covid-19 ha generado efectos positivos y negativos para la inversión de impacto, entre los que destacan:
- Necesidad de un apoyo financiero inmediato para sectores de la salud y para PYMEs.
- Invertir en tecnología tanto en transporte como en agricultura.
- Que un alto porcentaje de PYMEs, muchas de las cuales invierten en impacto, presentan el riesgo de fracasar en 6 meses más debido a las restricciones económica y operativas que se han generado durante la pandemia.
- El trabajo en sectores con un alto riesg, y la reducción de empleos.
- Disminución de la inversión extranjera ha ido disminuyendo en mercados emergentes.
En este contexto, el presidente de ACAFI, Luis Alberto Letelier, plantea que “los efectos económicos y sociales de la pandemia del COVID-19, nos obliga a pensar en un nuevo mundo, en el cual el trabajo público – privado cumple un rol fundamental para contar con una estructura regulatoria adecuada que facilite el éxito de la inversión sostenible y de impacto”.
En la misma línea, la directora de ACAFI, María José Montero, complementa que “la pandemia deja en evidencia que estamos interconectados. Y el mundo de las inversiones no está ajeno a ello. Por lo mismo, no considerar los riesgos ASG o incluso no ver el potencial de impacto positivo que pueden tener las inversiones en nuestro entorno es no entender que estamos interconectados. Por lo mismo, tenemos que considerarlo en nuestras decisiones de inversión y administración de activos”.
Finalmente, ambos destacan que esta industria representa una oportunidad para el sector financiero, ya que en la actual crisis sanitaria puede aportar conocimiento del uso de las finanzas con foco en el bien público, así como en la creación de innovaciones que sean un aporte para la sociedad.