El universo de las inversiones alternativas podría seguir creciendo y, según las estimaciones de JP Morgan, alcanzar los 27 billones de dólares al final de este año. Muestra del momento dulce que vive esta clase de activos es el hecho de que su volumen creció un 25% en 2021, frente al 8% de la renta variable y la renta fija tradicionales que cotizan en bolsa. Como resultado, la proporción de activos alternativos en el universo total de activos, tanto alternativos como tradicionales, ha aumentado hasta un nuevo máximo del 13,3% a finales de 2021.
Según los datos de la entidad, en el último año, el mayor aumento proporcional lo experimentaron los activos digitales, con un crecimiento del 195%, seguidos por hedge funds (11%). “Por supuesto, el aumento de los activos totales del año pasado se vio reforzado por la subida simultánea de casi todas las clases de activos, especialmente la renta variable y los activos digitales. La corrección a lo largo del año en los mercados de renta variable, criptomonedas y bonos es un recordatorio de que 2022 será diferente al año pasado y, por lo tanto, es poco probable que se repitan los fuertes aumentos en el volumen de activos gestionados experimentados el año pasado”, explican los expertos de la entidad en las perspectivas publicadas en febrero de este año.
En este sentido, el outlook de JP Morgan destaca que la principal diferencia con respecto al año pasado es la próxima normalización de la política monetaria, que representa un posible viento en contra tanto para las clases de activos tradicionales como para las alternativas. Según explica, las políticas monetarias ultraacomodaticias han creado distorsiones en el pasado, impulsando la expansión de los mercados de deuda, acciones, bienes raíces y criptografía. Dado que es probable que estas distorsiones se deshagan con el tiempo, se plantea la cuestión del impacto en las distintas clases de activos.
“Ya que el endurecimiento que se avecina se producirá en un contexto de crecimiento muy por encima de la tendencia y de mercados laborales ajustados, creemos que el período 2004-2006 es la comparación más cercana al contexto actual. Evidentemente, no hay dos ciclos idénticos, y el punto de partida de las distintas clases de activos es algo diferente, ya que los múltiplos actuales están por encima y los rendimientos actuales están por debajo de los observados en el periodo previo a la primera subida de 2004. Sin embargo, al igual que en 2004-2006, el crecimiento por encima de la tendencia debería permitir a la renta variable y a los activos alternativos superar fácilmente al efectivo y a la renta fija en los próximos años, incluso si se asume una desvalorización gradual”, señalan.
Otra de sus observaciones es que, para finales de año, se espera que una cartera tradicional no gane más del 8% desde los niveles actuales, dadas nuestras perspectivas bajistas para los bonos. Por su parte, se prevé que las alternativas rindan un 9,5%, superando a los activos tradicionales incluso después de asumir rendimientos negativos para los activos digitales.
Principales apuestas
“Dentro de los alternativos, sobreponderamos el real estate y los hedge funds. El sector inmobiliario se ha beneficiado de periodos de inflación superiores a la media en el pasado, dado que los ingresos por alquiler suelen estar vinculados a la inflación. Dentro del sector inmobiliario, seguimos recomendando una sobreponderación en el sector industrial y residencial, aunque las oportunidades de valor residen más en los sectores de oficinas, minorista y hoteles”, concretan en su análisis.
Respecto a los hedge funds, JP Morgan indica que prefieren estrategias menos direccionales, como estrategias de valor relativo y macro discrecional, que son más adecuados para aprovechar los cambios macro y políticos en curso. “Las clases de activos direccionales y centradas en el crédito, como la deuda privada, son las que corren más riesgo de obtener un rendimiento inferior durante el próximo año, ya que la inflación persistentemente elevada y los tipos de interés más altos suponen un riesgo a la baja para los rendimientos del crédito”, añaden.
Por último reconocen que 2022 va a ser un año “desafiante” para todo el creciente universo de activos digitales. “El mayor reto para el bitcoin en el futuro es su volatilidad y los ciclos de auge y caída que dificultan una mayor adopción institucional. Nuestro valor razonable para el bitcoin, basado en una relación de volatilidad de bitcoin con respecto al oro de unas 4 veces, sería de 38.000 dólares, ligeramente por debajo de su precio actual. En un escenario alcista en el que se produzca una mayor normalización de la volatilidad hasta alrededor de 3x, el valor justo se situaría en torno a los 50.000 dólares”, concluyen.