En el último informe de perspectivas económicas emitido por el Fondo Monetario Internacional, Latinoamérica se presenta como una región en la que su primera economía, Brasil, sigue en recesión, pero cuya actividad económica parece estar cerca de un punto de inflexión, a medida que se desvanecen los efectos de la caída de los precios de las materias primas.
La actividad económica en América Latina y el Caribe sigue perdiendo impulso, previéndose una contracción de 0,6% en 2016 (0,1 puntos porcentuales menos que lo pronosticado en abril). En 2017 se proyecta una reactivación, con una tasa de crecimiento que alcanzará 1,6% (0,1 puntos porcentuales más que lo pronosticado en abril). No obstante, como se destaca en la edición de abril de 2016 del informe WEO, el crecimiento agregado de la región oculta una heterogeneidad sustancial: aunque varios países están sumidos en recesión, en 2016 la mayor parte de las economías de la región seguirán expandiéndose.
En Brasil, la confianza parece haber tocado fondo, y se proyecta un crecimiento de -3,3% en 2016 y de 0,5% en 2017, suponiendo que se reduzca la incertidumbre política y de política económica y sigan disipándose los efectos de shocks económicos anteriores. Para ambos años la proyección supera en aproximadamente medio punto porcentual a la previsión de abril.
Argentina ha iniciado una transición importante y muy necesaria hacia un marco de política económica más consistente y sostenible, que está teniendo un costo mayor de lo previsto en 2016, proyectándose un crecimiento de -1,8% (en comparación con la tasa de -1% pronosticada en abril). En 2017 se prevé que el crecimiento se afiance en 2,7% gracias a la moderación de la inflación y la adopción de una postura monetaria y fiscal más propicia.
En Venezuela, se prevé una intensificación de la crisis económica en 2016 y 2017 (con tasas de crecimiento proyectadas en, respectivamente, -10% y -4,5%), puesto que la caída del precio del petróleo desde mediados de 2014 ha exacerbado los desequilibrios macroeconómicos internos y las presiones sobre la balanza de pagos.
Ecuadorsigue confrontando un panorama difícil debido al reducido valor de sus exportaciones de crudo y a la dolarización de la economía. Gracias al repunte parcial del precio internacional del petróleo y un entorno de financiamiento externo más favorable, la contracción de la actividad prevista en 2016 y 2017 (–2,3% y –2,7%, respectivamente) es menos grave que lo proyectado en abril.
En 2016, la mayor parte de los demás exportadores de materias primas de la región registrarán una cierta desaceleración de la actividad. En Colombia, se proyecta que el crecimiento se atenúe a 2,2% en 2016 (frente a 3,1% en 2015), como resultado de la aplicación de una política macroeconómica más restrictiva. Asimismo, la persistente caída del precio del cobre y la incertidumbre en torno a las políticas están empañando las perspectivas en Chile, cuyo crecimiento disminuirá a 1,7% en 2016, frente a 2,3% en 2015. Se prevé que en 2017 la tasa de crecimiento se fortalezca en ambos países y que en adelante se vaya acercando gradualmente a la tasa potencial. A diferencia de la mayor parte de los países de la región, se prevé que este año y el próximo Perú registre un crecimiento más acentuado, de 3,7% y 4,1% en 2016 y 2017, respectivamente, impulsado por la mayor actividad del sector minero y el aumento de la inversión pública.
En México, se proyecta que el crecimiento se reduzca a 2,1% en 2016 debido a la atonía de las exportaciones en el primer semestre del año. Se prevé que en 2017 el crecimiento se acelere ligeramente a 2,3%, a medida que repunte la demanda externa, y a 2,9% a mediano plazo una vez que se consoliden las reformas estructurales.