La contención estricta, la acción económica exhaustiva y la gran inyección de liquidez son cruciales, de acuerdo con Giacomo Barisone y Alvise Lennkh, del equipo de Finanzas Públicas de Scope Ratings, para mitigar la crisis de COVID-19. Según sus valoraciones, los gobiernos europeos están promulgando dos tipos de políticas: por un lado, medidas de contención para responder a la crisis de salud pública y, por otro, políticas que contengan el impacto económico.
Desde Scope Ratings, sostienen que si bien es cierto que las medidas de contención estrictas son negativas para el crecimiento a corto plazo, si estas logran ralentizar el contagio -como ya lo han hecho en China o Taiwán-, serían adecuadas para “aplanar gradualmente la curva” de infección. “Es decir, estas medidas de contingencia asegurarían una tasa de transmisión más lenta y, por lo tanto, reducen la presión sobre la capacidad hospitalaria y los fallecimientos”, aseguran desde la firma.
No obstante, y aunque estas medidas reduzcan la transmisión del coronavirus en los próximos meses en el hemisferio norte, el equipo de Scope consideran «fundamental» que los gobiernos se centren en aliviar el impacto de la crisis en las empresas y los hogares.
Liquidez para autónomos y pymes
“Lo que se necesita es que los gobiernos y la Comisión Europea tomen medidas, sobre todo las que garanticen la liquidez y den apoyo a los colectivos con mayor riesgo de sufrir las consecuencias de la pandemia, como los autónomos o las pequeñas empresas”, afirman desde Scope.
Puesto que es poco probable que los bancos concedan préstamos a compañías que ahora son más vulnerables por la pérdida de ingresos, una sólida contención y medidas de apoyo económico y de liquidez podrían “propiciar una recuperación muy gradual, que se espera que comience a mitad de 2020”, subrayan Barisone y Lennkh. Sin embargo, no descartan que los riesgos de contagio del virus y/o una nueva ola en otoño o invierno puedan tener impacto en este mismo periodo.
Banco Central Europeo: más flexibilidad y margen de maniobra para la compra de activos
“El BCE ha presentado un buen paquete de medidas de emergencia para contrarrestar la conmoción, que incluye liquidez a un precio atractivo para el sistema bancario y la compra adicional de activos para aliviar el nerviosismo del mercado”, subraya el equipo de Scope. Además, combinado con el paquete previamente anunciado, el Programa de Compras de Emergencia en Caso de Pandemia (PEPP) de 750.000 millones de euros de nuevas compras de valores de los sectores público y privado que se extiende, como mínimo, hasta finales de 2020, implica la compra acumulativa de nuevos activos por casi 1 billón de euros.
Asimismo, al realizar compras de valores con una mayor flexibilidad en cuanto al tiempo y a las distintas clases de activos y jurisdicciones, el BCE permite un mayor margen de maniobra. Es el caso, por ejemplo, de la exención que permite la compra de valores griegos. Además, destacan que la Supervisión Bancaria del BCE haya anunciado que proporcionará capital temporal y alivio operativo a los bancos de la zona del euro, lo que debería “mitigar las consecuencias procíclicas e imprevistas”.
“Esta decisión del BCE también permite considerar la posibilidad de modificar los límites de los emisores del sector público y de facto activar las transacciones monetarias directas sin condicionalidad, facilitado por la distribución anticipada de las compras para determinados países”, subrayan desde Scope.
Estas medidas ponen de relieve, según Barisone y Lennkh, el compromiso de las autoridades por evitar que el impacto del COVID-19 agrave la crisis financiera existente, que podría, si no se controla, empeorar la situación económica global causada por la pandemia.
Los esfuerzos no son suficientes para evitar un menor crecimiento
Pese a los esfuerzos de los organismos por apoyar las economías de la Zona Euro, desde Scope Ratings prevén una fuerte revisión a la baja del crecimiento en el primer semestre de 2020.
“Antes del estallido de la crisis de COVID-19, esperábamos un crecimiento moderado de la zona euro de poco más del 1% para 2020. Ahora, dependiendo de la duración de los cierres, el impacto económico será severo”, advierten los expertos. De media, en línea con las recientes actualizaciones del BCE, asumen una disminución de 1.5 a 2.0 pp, por ahora, en el crecimiento por cada mes que un país esté en bloqueo. Esto implicaría un crecimiento negativo para la Eurozona en 2020.
No obstante, todavía es pronto para saber si las respuestas de contención, tanto fiscales como monetarias, han sido suficientes. Desde Scope Ratings aconsejan frenar el contagio hasta que se disponga de una vacuna. “Cuanto antes funcionen las medidas de contención, antes podrán relajarse las medidas, haciendo que las empresas y los hogares vuelvan a la normalidad. En este contexto, las respuestas políticas a nivel nacional y europeas se están acelerando y van en la dirección correcta”, asegura el equipo de Finanzas Públicas.
El rating de los países apalancados se pone a prueba
Además, todos los focos están puestos en si los países incumplirán la norma del 3% del déficit de la Comisión Europea. Para evitar más presión fiscal, el organismo ha contemplado, en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, desviaciones sobre esta norma en circunstancias excepcionales. Por ello, la Comisión Europea “será indulgente”, al menos durante 2020.
“Incluso si las cifras de déficit de los países para 2020 superan el 3%, como puede ser el caso de Italia (BBB+/Estable), Francia (AA/Estable) o España (A- /Estable) por ejemplo, los estados miembros seguirían cumpliendo las normas presupuestarias, ya que es probable que éstas se adapten o se suspendan para 2020”, añaden los expertos.
Ahora bien, advierten que habrá que evaluar si las medidas fiscales temporales y urgentes, promulgadas por los gobiernos para contrarrestar la emergencia de salud pública, tendrán implicaciones que persistan también a medio plazo.
“Dadas las circunstancias, la perspectiva de que en 2020 se produzcan déficits fiscales puntuales más cercanos o superiores al 3% del PIB no es, en sí misma, una razón para rebajar la calificación crediticia de un país. La magnitud y la posible duración del shock simultáneo a la baja demanda y oferta, a causa de la crisis, justifican un importante esfuerzo fiscal para mitigar el impacto económico”, añaden desde Scope.
La pandemia es un factor externo que, en última instancia, afectará a la mayoría de los países del mundo, aunque en distintos grados, según la eficacia de las medidas de contención, la capacidad hospitalaria, las respuestas políticas y las estructuras económicas, junto a la flexibilidad fiscal.
“Como se ha señalado anteriormente, COVID-19 está aumentando los riesgos, especialmente para los países que ya experimentan un bajo crecimiento y/o los que tienen endeudamientos elevados, vulnerabilidades externas o fragilidades del sistema financiero. Entre los países cuyas calificaciones soberanas podrían verse más afectadas se encuentran China (A+/Negativo), Japón (A+/Estable), Italia (BBB+/Estable) y Turquía (BB-/Negativo)”, subrayan Barisone y Lennkh.