John Bennett, responsable de renta variable europea de Henderson, aborda el viraje de “growth” a “value” en los mercados de todo el mundo y valora las implicaciones para Europa que supone este giro. Expone sus decisiones tácticas antes de que dicha evolución ganara en dinamismo y los elementos que considera catalizadores clave para la mejora del sector bancario europeo.
¿Cuáles son las claves para el mercado europeo de cara a 2017?
A menudo, los inversores nos preguntan qué elementos consideramos que tendrán más peso en épocas de dinamismo en los mercados. Este año, consideramos que el crecimiento de las ganancias será especialmente importante; determinados sectores, que hasta ahora no han conocido mejoras en sus beneficios, empezarán a registrar revisiones al alza.
En el marco de este tema, creemos que los mercados de todo el mundo están virando de los títulos de “growth” hacia sus homólogos de “value”, lo cual supone un cambio de rumbo significativo tras el periodo constante de crecimiento en los mercados desde la crisis financiera. Durante la mayor parte de dicho periodo, lo mejor era no poseer activos conocidos como de “valor”; el segundo semestre de 2016 y comienzos de 2017 marcaron una rectificación de dicha tendencia, que ya tardaba en llegar.
¿Qué va a suponer esto?
Consideramos que este giro en la percepción responde a diversos factores. Pensamos que los bancos centrales se están quedando sin recursos, en lo relativo a sus programas de expansión cuantitativa, lo cual modificará el perfil de los mercados. Asimismo, las valoraciones de los activos tomados como proxi de los bonos han alcanzado su “marca de agua”- valores de “calidad” con escasa volatilidad demandados con frecuencia y que trasmiten tranquilidad a la hora de pensar que se esta invertido en ellos. En el último trimestre de 2016, la situación cambió y, de repente, mantener estos valores dejó de resultar tan agradable.
Aunque nos encontramos en sus primeras fases, los indicios apuntan a que este cambio de liderazgo podría ser duradero. Este viraje, en caso de que prosiga, favorece a Europa, hogar de numerosos títulos de “valor”, así como al tipo de activos y sectores de los que huyeron los inversores durante buena parte de la pasada década.
¿Cómo va a afectar esto a su cartera?
En lo relativo a inversiones, siempre hemos tratado de evitar dar bandazos: solemos introducir cambios de manera más paulatina o progresiva. Si bien no es nuestra intención que se nos etiquete con un estilo concreto, en 2015 comenzamos a utilizar la expresión “orientación al valor” cuando hablábamos con inversores. Nuestro primer paso consistió, de manera táctica, en entrar en valores del sector del petróleo en el tercer trimestre de 2015.
Nuestra orientación al valor se aceleró significativamente en el segundo semestre de 2016. Evidenció esa aceleración nuestra decisión de adentrarnos en el sector bancario europeo a pesar de considerar todavía dicho ámbito apenas atractivo, al igual que muchos otros inversores. La historia demuestra que invertir en bancos europeos hubiera sido un error garrafal entre 2008 y la actualidad, si bien consideramos que la generalizada mejora de los ratios de capital, unida al punto de inflexión de las expectativas sobre la evolución de los tipos de interés, hace posible volver a invertir en este sector.
¿Es el momento de entrar en los bancos europeos?
Ningún enfoque de inversión se compone de un único ingrediente; cuando se toma una decisión de inversión, no debe esperarse a que confluyan, de manera evidente, todos los elementos necesarios. Por utilizar una analogía con las carreras, si espera a que se pongan en verde cinco semáforos antes de salir, puede que sea demasiado tarde cuando lo haga.
El año pasado, asistimos a la incorporación de diversos ingredientes nuevos que aumentaron el atractivo de los bancos. Si bien puede que no fueran suficientes para invertir a largo plazo, consideramos que el sector había alcanzado sus mínimos. Para nosotros, el primero de dichos factores fue el viraje en las rentabilidades de los bonos. Los tipos de interés habían dejado de caer. El extremo largo de la curva de rentabilidades de los bonos se había estabilizado, los rendimientos habían parado de descender y una parte significativa del extremo largo del mercado de renta fija rendía por debajo de cero. Se trataba de una situación extraordinaria, excepcional.
¿Cuál fue el detonante?
Buscábamos catalizadores que impulsaran que esta situación fuera de lo común evolucionara hacia un estado más convencional; en otras palabras, aspirábamos a una curva de rentabilidades más normalizada. Éste fue el primero de los ingredientes que considerábamos que era necesario para despertar un interés remoto en el sector bancario europeo.
De cara al segundo semestre de 2016, consideramos que podía despertarse ese interés y fue entonces cuando volvimos a invertir en el sector. Hasta ahora, esta postura ha resultado acertada y, si continúa esta dinámica, es posible que los bancos europeos sigan avanzando en positivo a lo largo de 2017.