El martes de la semana pasada, los mercados de renta variable cayeron abriendo el debate de si estamos ante una corrección, duradera o no, o si se trata de una reacción del mercado ante el riesgo que vive China con la crisis sanitaria. El brote de una nueva cepa de coronavirus en Wuhan, China, y su propagación a otros países está generando preocupaciones entre los mercados financieros.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus (CoV) son una gran familia de virus que causan enfermedades que van desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SARS- CoV). A partir del 22 de enero de 2020, la Comisión Nacional de Salud de China ha informado 571 casos confirmados de cepa de CoV en China (incluidos 444 en Hubei) y 393 casos sospechosos.
“Los inversores están preocupados por la propagación de infecciones debido a la fuerte temporada de viajes ante el Nuevo Año chino. Los mercados financieros ya están comenzando a valorar los efectos negativos del brote, con la depreciación del CNY y el índice Hang Seng registrando la mayor caída diaria del 2,8% hasta la fecha el 21 de enero. Según las búsquedas en Baidu, las preocupaciones públicas están en subir”, afirma Aneeka Gupta, directora de análisis en WisdomTree.
Para las firmas de inversión, la forma de evaluar el alcance y consecuencia de este brote es comparar con episodios similares ocurridos en el pasado. Por ejemplo, la crisis ocasionada por el SARS en 2003 rebajó el PIB de China un 1,1% y un 2,5% el de Hong Kong, mientras que solo supuso un impacto del 0,1% en el PIB de EE.UU. “El impacto económico del SARS (respiratorio agudo grave por sus siglas en inglés) fue significativo, pero duró poco. En Hong Kong, hubo fuertes caídas en los viajes, el turismo y la actividad minorista durante el brote de marzo a junio de 2003. Si bien se desconoce la gravedad del impacto económico, es probable que también dure poco, si sigue el patrón de los casos históricos. Creemos que esta vez,la población está más concienciada de los riesgos que supone un virus de este tipo, en parte por la rápida respuesta de las autoridades chinas y la mayor información que proporciona internet y las redes sociales”, añade Gupta.
Según los expertos, además de ser uno de los elementos que está moviendo el mercado estos días, esta crisis afectará a la economía China. “Una de las consecuencias que ya se pueden extraer de esta crisis es que la lectura de los datos cíclicos procedentes de China será más difícil en los próximos meses. Si los datos exhiben ahora una recaída después del alentador rebote que habían experimentado en los pasados dos meses, por ejemplo, si la actividad manufacturera vuelve a retroceder, entonces será prácticamente imposible distinguir si estamos ante una reacción transitoria a las medidas tomadas para contener la epidemia o si la economía se debilita por razones más fundamentales. Si los datos de China a comienzos de año son difíciles de leer habitualmente por el factor del Año Nuevo, en este ejercicio será mucho más complicado. No podemos insistir más en lo relevante que es China para el escenario económico en 2020: el tono de la actividad manufacturera global vendrá determinado por cómo se vea afectada la economía china por los asuntos como la guerra comercial, la necesidad de afrontar los desequilibrios domésticos o la manera en que los vientos de cara estructurales limitan la actividad doméstica. Tendremos que esperar un poco para tener algún indicio de más” del impacto del coronavirus”, explica Gilles Moëc, economista jefe del Grupo AXA IM.
Sebastien Galy, estratega senior de mercados de Nordea AM, se atreve a hacer una evaluación macroeconómica del impacto que tendrá este brote vírico y argumenta que la economía china se desacelerará en el primer trimestre, para luego recuperarse durante el segundo. “Los datos registrados durante el pasado fin de semana sugieren que el impacto ha sido, por ahora, bajo. Dada la tasa de mortalidad y la velocidad de propagación en comparación con virus pasados, es probable que se acerque al nivel de SARS, entre el 1% y el 2%”, estima.
Los más afectados
A la espera de ver cuánto puede impactar este virus en los datos macroeconómicos del primer trimestre de 2020, las firmas de inversión se adelantan qué activos pueden sufrir más en este contexto. Por ejemplo, desde Ebury señalan que la propagación de la infección por el coronavirus tanto en China como en el extranjero ha provocado ventas en los mercados de valores emergentes, y en especial de las monedas latinoamericanas, y repuntes en los activos refugio tradicionales como los bonos G10. “Entre las divisas del G10, el yen fue una de las que obtuvo mejores resultados, impulsada por su tradicional papel como activo refugio, únicamente superada por la libra esterlina”, apuntan.
«La propagación del virus 2019-nCoV ha impactado severamente a los mercados asiáticos, provocando el temor a una desaceleración en la economía de China. Sin embargo, debemos ser cautelosos con las consecuencias económicas y financieras. Se teme que el período del Año Nuevo chino, que suele ser económicamente activo, se vea afectado. Pero es probable que cualquier desaceleración en el transporte y el comercio de restaurantes sea un fenómeno temporal más que una tendencia a largo plazo», añade Bartlomiej Szabat-Iriaka, analista sanitario de Edmond de Rothschild Asset Management.
Para Grupta de WisdomTree uno de los sectores que más se puede ver afectado es el transporte. “Las líneas aéreas como China Southern tienen más probabilidades de estar expuestas, ya que representan la mayor cuota de mercado (38%) por capacidad de asientos. En segundo lugar y dado que se ha pedido a la población que no salgan de sus casas, otros sectores que pueden resultar perjudicados son las tiendas, restaurantes y todo lo que tenga que ver con el ocio”, señala. En cambio, hay sectores que considera que se pueden ver beneficiados, como por ejemplo todo lo que tenga que ver con el consumo online, los alimentos envasados y los puntos de ventas minoristas de alimentos.
Por último, en opinión de DWS, este riesgo también podría tener implicaciones a corto plazo en las relaciones comerciales. “La reciente Fase i del acuerdo comercial entre China y EE. UU. definitivamente es un arma de doble filo, como ya hemos argumentado en ocasiones anteriores. Por un lado, la tregua resulta claramente positiva, al igual que algunas de las medidas acordadas, como reforzar los derechos de propiedad intelectual en China y eliminar las restricciones sobre la inversión extranjera, lo que se extiende a los servicios financieros. Sin embargo, el hecho de que el acuerdo fije objetivos cuantitativos para las compras chinas de bienes y servicios estadounidenses probablemente consolidará aún más el control del gobierno sobre la economía china. Además, la resolución de los conflictos sobre cuestiones tecnológicas en áreas como la inteligencia artificial, considerada crucial para la futura competitividad de ambos países, sólo se ha pospuesto. A corto plazo, el brote de coronavirus podría empeorar las cosas”, señala Johannes Müller, responsable macro de análisis en DWS.
¿Qué ocurre con el resto del mundo?
De cara a los inversores, Charlie Sunnucks, gestor de fondos del equipo de Mercados Emergentes en Júpiter AM, pide prudencia y sensatez. “China es una dicotomía de riesgo y oportunidad para los inversores. Existen desafíos para la segunda economía más grande del mundo, pero también, en una visión a largo plazo, siguen existiendo oportunidades estructurales positivas. Entre ellas se encuentran el aumento de la inclusión financiera, la penetración de la atención sanitaria, el desarrollo de las infraestructuras, el consumo y la innovación tecnológica en constante crecimiento. Por lo tanto, los inversores deberían centrarse en las empresas que están en condiciones de beneficiarse de un cambio fundamental positivo, en lugar de seleccionar empresas cíclicas que no estén dispuestas a cambiar. Como dice el refrán chino: «Cuando soplan los vientos del cambio, algunos construyen muros y otros, molinos de viento».
Por ultimo, los riesgos que significa esta crisis sanitaria podrían dar lugar a una mayor flexibilización de las políticas. «Si el brote continúa durante un período de tiempo significativo, tendrá consecuencias negativas también en los socios comerciales de China, especialmente en el resto de Asia, Australia y potencialmente en Europa. La recuperación de la industria manufacturera mundial, que acaba de comenzar, corre ahora el riesgo de frenarse», explica Azad Zangana, economista y estratega senior de Schroders.
En opinión de Zangana, para los responsables políticos, el objetivo principal es contener el brote lo antes posible. «Los gobiernos pueden intervenir para apoyar la demanda en China y las empresas en otros países. Mientras tanto, en los casos en que los bancos centrales todavía tienen margen de maniobra, es posible que se les pida que flexibilicen aún más sus políticas», concluye.