Después de las contundentes medidas tomadas por la Fed y por el Banco de Inglaterra, que rebajaron recientemente medio punto los tipos de interés para luchar contra el contagio del coronavirus a los mercados, el Banco Central Europeo ha decepcionado hoy a los inversores, al excluir de sus medidas similares recortes en las tasas de interés. En lugar de optar por los recortes, la autoridad monetaria ha optado por tomar medidas de liquidez y compras de activos, algo que no ha sido bien recibido por los inversores. En parte, porque consideran que la decisión pone de manifiesto la limitada capacidad de maniobra de la autoridad monetaria, así como su efectividad, y cada vez son más las voces que ponen las esperanzas en los esfuerzos fiscales. En España, el presidente Pedro Sánchez acaba de anunciar un paquete de medidas de ayuda, que contemplan más presupuesto para la sanidad, ayudas fiscales a pymes y un adelanto de 2.800 millones de euros para las comunidades autónomas, entre otras cosas.
En concreto, los nuevos estímulos del BCE incluyen una nueva barra libre de liquidez, compras de activos por 120.000 millones que complementarán a las actuales y una flexibilización de las normas de capital y de liquidez de la banca. El organismo monetario también ha rebajado las previsiones de crecimiento de la zona euro. Sin embargo, la facilidad de depósito continuará en el -0,5%.
Para muchos expertos, el hecho de que el BCE no haya recurrido a la artillería pesada se explica en parte porque tiene menos margen de maniobra que sus homólogos anglosajones: “La flagrante ausencia de un recorte de tipos de interés —al contrario de los casos de la Fed y el Banco de Inglaterra— supone un crudo recordatorio de que, dado que el tipo de los depósitos ya se sitúa en -0,5%, el BCE tiene un margen de maniobra significativamente inferior al de sus homólogos”, comenta Wolfgang Bauer, gestor del equipo de renta fija de M&G Investments.
Las medidas adicionales —principalmente, unas condiciones más favorables en la nueva ronda de las operaciones de refinanciación a plazo más largo (LTRO) y un programa de compras de activos adicional por valor de 120.000 millones de euros hasta finales de año— no han logrado calmar a los mercados. De hecho, la aversión al riesgo de los mercados se ha intensificado considerablemente después del anuncio del BCE, y el índice iTraxx Crossover —un parámetro del riesgo de los títulos europeos de alto rendimiento— ha aumentado cerca de 120 puntos básicos hasta niveles que no se veían desde 2012. Por su parte, el Ibex ha cerrado con las mayores caídas de su historia, por encima de un 14%, y las bolsas europeas se han dejado más de un 12%. “En vista de que la política monetaria del BCE parece estar llegando a sus últimos compases, Christine Lagarde destacó la importancia de articular una respuesta presupuestaria contundente y coordinada para atajar las repercusiones de la enfermedad del COVID-19 en la economía europea”, destaca M&G.
Para Javier Molina, analista de eToro, «el BCE necesitaba dar una señal de tranquilidad y no lo ha hecho; ha mantenido los tipos en el 0% y en el -0,5% los tipos de facilidad de depósito”. En su opinión, el mercado esperaba unas medidas más contundentes dada la actual situación.
Paul Diggle, Senior Economist de Aberdeen Standard Investments, habla de dos aciertos y un fallo. “Los éxitos se refieren al aumento del programa QE y el nuevo programa TLTRO-III, dos medidas que son claramente bienvenidas y deberían ayudar a mantener la liquidez en la economía. El tipo de interés del -0,75% en los préstamos de TLTRO a los bancos es una innovación importante, porque es la primera vez que el banco central presta a los bancos a un tipo inferior al oficial- en cierto sentido, es un recorte de los tipos muy dirigido-. El fallo tiene que ver con que no se ha producido una rebaja en la facilidad de depósitos principal, lo que resulta una decepción frente a las expectativas del mercado, y envía la señal de que incluso el propio BCE piensa que está al final del camino cuando se trata de recortar los tipos de interés”.
También Andrew Bosomworth, responsable de la cartera alemana de PIMCO, cree que se ha quedado corto: “Dejar los tipos de depósito en el actual nivel refleja que el BCE conoce la limitada efectividad de los recortes de tipos con respecto a los niveles actuales”, dice.
«Aunque un recorte de los tipos no habría ayudado a la economía de forma directa, al menos habría sido una señal de apoyo y probablemente habría mejorado las condiciones financieras, sobre todo teniendo en cuenta que Lagarde reconoció no estar muy cerca del límite inferior efectivo. Las compras de activos adicionales de 120.000 millones hasta el final del año son más de lo mismo. Sin duda, esto apoyará indirectamente a las pymes al proporcionar mejores condiciones de refinanciación a los bancos de la zona euro con programas LTRO y TLTRO más favorables. Sin embargo, la impresión general de las medidas del BCE y de la posterior rueda de prensa de Lagarde es la de un consejo de gobierno dividido y desprovisto de compromiso en medio de una grave recesión económica», dice Frank Häusler, estratega jefe de Vontobel Asset Management.
Lo que ha podido…
Para Oliver Blackbourn, gestor del equipo de Multiactivo de Janus Henderson, «el BCE, que está al límite de sus fuerzas pero no ceja en su empeño, ha hecho lo que ha podido hoy». Y explica: «Ha inyectado dinero al sistema bancario para que las entidades incrementen la concesión de créditos. No obstante, la población no puede gastar porque las tiendas están cerradas —como en el caso de Italia—, por lo que no necesitan crédito. El objetivo principal debe ser evitar los impagos, ayudando tanto a las empresas como a los consumidores a superar la situación actual. Los 120.000 millones de euros adicionales de relajación cuantitativa podrían ayudar a los mercados de renta fija de los países periféricos, aunque no ha sido este el caso de la deuda pública italiana. También resulta complicado determinar la rapidez con la que los efectos de las compras de activos se materializarán en la financiación de las empresas en un mercado crediticio que apenas está operativo», matiza.
«En ocasiones anteriores, los Gobiernos de la zona del euro han hecho caso omiso de los llamamientos del BCE a emprender reformas estructurales, pero tal vez se darán por aludidos en esta ocasión e implementarán los estímulos presupuestarios solicitados», dice. «No obstante, existen pocos indicios de que se haya adoptado un enfoque coordinado entre el BCE y los principales Gobiernos de la zona del euro. Los mercados parecen dispuestos a ejercer presión para obtener una respuesta mientras continúan cayendo. Al igual que sucede con la situación política en EE. UU., los mercados solo pueden esperar que, a medida que la crisis se recrudece, los responsables políticos estarán obligados a superar sus diferencias y encontrar el modo de presentar una respuesta consensuada», añade.
Un movimiento inteligente
Sin embargo, para otros es un movimiento inteligente… por ahora: “El BCE ha dado a conocer un paquete de estímulos muy teledirigidos en su reunión de hoy, en un intento por combatir las consecuencias del coronavirus, que continúa extendiéndose rápidamente por todo el mundo. Las medidas del BCE parecen ser más agresivas de lo que se esperaba y, posiblemente, más radicales que las vistas hasta ahora por parte de sus contrapartes en Estados Unidos y el Reino Unido”, dice Anna Stupnytska, responsible Global de Macro de Fidelity International, que cree que, “en un movimiento muy inteligente, el BCE ha decidido no reducir los tipos de interés, lo que indica un cambio en su manera de reaccionar, así como flexibilidad en la manera de enfocar sus políticas ante un choque inesperado. Ha optado por centrarse en las áreas más específicas donde se necesitará ayuda. La combinación de un impulso al programa de QE centrado en los activos privados, junto con unos términos muy atractivos del TLTRO -mediante los cuales a los bancos se les pagará efectivamente para pedir prestado al BCE y prestar al sector privado-, es sin duda un paso en la dirección correcta”.
Sin embargo, matiza, “dada la incertidumbre extremadamente alta sobre la propagación del virus y su impacto en la economía, queda por ver si estas medidas políticas serán suficientes para conducir a la zona euro a través de este entorno en los próximos meses. Una recesión en toda la zona euro es un resultado muy probable, pero que sea solo de naturaleza ‘técnica’ dependerá no solo de la trayectoria del virus y el respaldo de la política monetaria, sino también de la política fiscal”, añade. En este sentido, defiende un impulso más agresivo hacia la flexibilización fiscal por parte de todos los estados miembros: “Si ahora no es el momento de romper las reglas fiscales y abrir los grifos, ¿cuándo lo será? Después de todo, el futuro de la zona euro puede, una vez más, estar en juego”.
“Se trata de medidas significativas, que ayudarán a mantener el flujo de crédito en la Eurozona, dice Álvaro Sanmartín, economista jefe de la gestora MCH Investment Strategies, que recuerda que las autoridades fiscales también están aprobando medidas de apoyo para las empresas y trabajadores más afectados. “Poniéndolo todo en la balanza, creemos que lo más probable es que los próximos meses sean complicados a nivel económico pero luego veremos un repunte significativo de la economía global”, explica.