Las economías de mercado emergentes se encontraron bajo presión en los últimos meses, lo que provocó un ascenso de los rendimientos de sus bonos y una depreciación de sus monedas nacionales.
Los precios de los activos de los emergentes se vieron afectados por la fortaleza del dólar, las tensiones comerciales y los indicios de una desaceleración en China. Esta coyuntura afectó de manera diferente a cada país; algunos se vieron inmersos en crisis. Sin embargo, el contagio fue limitado.
Según Claudio Borio, jefe del departamento Monetario y Económico del BPI, cabe esperar que en algún momento se produzcan nuevas turbulencias, ya que los mercados de las economías avanzadas están sobrevalorados, las condiciones financieras son demasiado laxas y la deuda es excesiva en todo el mundo.
“Dado que las tasas de interés todavía son inusualmente bajas y los balances de los bancos centrales siguen más abultados que nunca, quedan pocos remedios en el botiquín para devolver la salud al paciente o tratarlo en caso de recaída”, explicó.
Y es que los mercados de las economías avanzadas también siguieron trayectorias divergentes, que reflejan diferencias en el ritmo de normalización de la política monetaria y en la evolución macroeconómica en Europa y Estados Unidos. El estímulo fiscal en Estados Unidos reforzó las expectativas de un mayor crecimiento económico a corto plazo, pero sin duda también de subidas de los rendimientos de los bonos.