Desde principios de año, los valores energéticos se encuentran entre los sectores con mejor rendimiento, algo que se ha exacerbado con el reciente conflicto de Rusia con Ucrania y que puede representar un reto para los fondos temáticos enfocados en la inversión contra el cambio climático. En el corto plazo, puede que la necesidad de asegurar el suministro energético esté dominando la agenda, con nuevas inversiones en combustibles fósiles. Pero, en el largo plazo, según explicó Lucian Peppelenbos, estratega sobre el Clima de Robeco, durante la presentación de la Encuesta Anual sobre el Clima, el cambio climático sigue siendo una megatendencia y no hay duda de que en el futuro se seguirá trabajando por conseguir una transición gradual y disruptiva hacia las cero emisiones netas de carbono.
Por segundo año consecutivo, la Encuesta sobre el Clima pretende arrojar luz sobre cómo se plantean los inversores institucionales y mayoristas algunas de las principales cuestiones relativas al cambio climático, la biodiversidad y la gobernanza. La encuesta se realizó en enero entre los 300 de los mayores inversores de Europa, Norteamérica y Asia-Pacífico, incluyendo compañías de seguros, fondos de pensiones, bancos privados, fondos de fondos, empresas de asesoramiento, corredores y agentes de bolsa, dotaciones y fundaciones, fondos soberanos y family offices. El tamaño de los activos gestionados por estas entidades varía desde menos de 1.000 millones hasta más de 1 billón de dólares, con un total aproximado de 23,7 billones de dólares.
Los resultados de este año confirman que los inversores consideran que el cambio climático es una de las cuestiones ASG más importantes a las que se enfrentan. Aproximadamente una cuarta parte de los inversores (24%) dice que el cambio climático está ahora en el centro de su política de inversión (26% en 2021) y el 51% dice que es un factor importante (frente a un 47% en 2021). Para tres cuartas partes (75%) de los inversores encuestados, el cambio climático es ya un factor significativo o clave para su política de inversión, lo que supone un fuerte aumento frente a solo el 34% de hace dos años.
Al mismo tiempo, el compromiso de lograr cero emisiones netas se ha generalizado. Casi la mitad de los inversores han adquirido el compromiso público de lograr cero emisiones netas de gases con efecto invernadero en su cartera de inversión para 2050, o están en vías de ello. Solo el 11% de los inversores norteamericanos se han comprometido con las cero emisiones netas, por detrás de sus homólogos de Europa (40%) y Asia-Pacífico (31%).
Los inversores intensificarán su desinversión en activos intensivos en carbono
Como ya se vio el año pasado, los inversores afirman que una proporción cada vez mayor de sus carteras se desprenderá de activos intensivos en carbono en los próximos años. Tanto los inversores institucionales como los mayoristas afirman que desinvertirán en torno a una quinta parte de sus carteras en los próximos cinco años (esta cifra se eleva al 29% en el caso de las carteras modelo centradas en la sostenibilidad de los inversores mayoristas).
La renta variable global (elegida por el 66% de los inversores) y la nacional (59%) son las dos clases de activos más populares para los inversores a la hora de descarbonizar en los próximos uno o dos años, por delante de los activos reales (58%) y la deuda corporativa (48%).
Tanto las acciones como los bonos corporativos son clases de activos relativamente grandes y líquidos, lo que facilita la desinversión. de activos relativamente grandes y líquidos, lo que facilita la desinversión de los inversores, si consideran que las empresas en las que invierten no pueden o no están dispuestas a cambiar a mejor, desde la perspectiva del cambio climático. Con los activos reales, como las infraestructuras y los inversores preferirán mantener activos que estén diseñados para ser de bajas emisiones de carbono si tienen un fuerte enfoque en la descarbonización.
Los inversores también están ampliando la gama de clases de activos en los que esperan centrarse en la descarbonización en los próximos tres años. Por ejemplo, el 39% ve ahora las materias primas como un foco de descarbonización en los próximos uno o dos años, frente al 23% de hace un año, y este patrón se repite en otras clases de activos.
Los inversores asiáticos son los más propensos a ver el potencial de los créditos de carbono, una alta proporción de los encuestados concuerda con que ofrecen una oportunidad para que los inversores gestionen los rendimientos ajustados al riesgo (70%). Para los inversores asiáticos es probable que los créditos de carbono se conviertan en una clase de activos establecida en los próximos dos o tres años (69%) y que sean un activo clave para que los inversores logren los objetivos de cartera neta cero (57%).
Entre los inversores europeos, casi tres cuartas partes (74%) están de acuerdo en que cuanto más alto sea el coste de los créditos de carbono, más poderosos serán para impulsar el desarrollo con bajas emisiones de carbono.
Los inversores apuestan por la titularidad activa y el compromiso con las empresas
Una de las conclusiones destacadas de la encuesta sobre el clima de este año es el mayor interés de los inversores por tener un impacto en el mundo real. En primer lugar, cabe destacar la adopción de la inversión temática relacionada con la sostenibilidad, en temas como las energías renovables o la tecnología verde. Casi tres cuartas partes (70%) de los inversores aplican actualmente la inversión temática, en la que los inversores europeos y de Asia-Pacífico superan a los norteamericanos.
En segundo lugar, la titularidad activa, que incluye el diálogo activo con las empresas (engagement) y el voto, ha pasado de ser un factor central o significativo para el 54% de las políticas de inversión de hace dos años al 73% actual. Aunque esta tendencia es más acusada entre inversores europeos (del 81% al 90% en los dos próximos años), también está presente en Norteamérica (del 60% al 68%) y Asia-Pacífico (del 80% al 82%). Las emisiones de carbono cero netas, reducir los residuos globales, detener la desforestación y proteger la biodiversidad están considerados como los temas de engagement medioambiental más cruciales en los que centrarse en los dos o tres próximos años.
Los motivos por los que los inversores se ven impulsados a aumentar su atención sobre la titularidad activa y el compromiso son variados. Dos tercios de los encuestados (66%) señalan como motivación el hecho de garantizar que las normas de gobernanza se ajusten a las buenas prácticas, mientras que seis de cada diez afirman que forma parte de su deber fiduciario como inversores con una perspectiva a largo plazo, y casi otros tantos (57%) lo ven como parte de la maximización del valor para el accionista en las empresas en las que invierten.
Estas motivaciones son también las razones fundamentales para aplicar los aspectos «G» o de gobernanza de la inversión ASG y se sitúan por delante de los factores directamente relacionados con la sostenibilidad, como influir positivamente en las políticas ASG y garantizar que las empresas en las que se invierte cumplan sus obligaciones con la sociedad en su conjunto.
Para los inversores asiáticos, las normas de gobernanza (75%) y la maximización del valor para el accionista (64%) son los principales factores de motivación. Los inversores norteamericanos son más propensos a considerar la propiedad y el compromiso activos como parte de su deber fiduciario (67%), mientras que, para los inversores europeos, influir positivamente en las políticas ASG de las empresas en las que invierten (60%) es más importante que en otras regiones.
En el caso de los inversores institucionales y mayoristas, los resultados son similares, mientras que las compañías de seguros son más propensas a estar motivadas por influir positivamente en las políticas ASG de las empresas en las que invierten (64%).
La concienciación inversora sobre la biodiversidad está aumentando
La concienciación inversora sobre biodiversidad aumenta rápidamente y ha crecido más del doble, habiéndose pasado de solo un 19% de inversores que manifestaba que la biodiversidad era un factor significativo de su política inversora hace dos años a un 41% en la actualidad. Sin embargo, la implementación sigue siendo complicada debido a la falta de análisis, ratings e información sobre las empresas en materia de biodiversidad, afirma el 50%.
Además, el 43% afirma que los productos de inversión sostenible escasean y que las estrategias de inversión son un obstáculo a la hora de abordar la biodiversidad, mientras que el 46% menciona que la demanda de los inversores finales es insuficiente.
“Los inversores son conscientes de los riesgos sobre la biodiversidad y entienden que tienen implicaciones económicas. Gran parte de la economía mundial depende críticamente de la salud de los ecosistemas”, afirmó Peppelenbos.
“El verdadero reto de la biodiversidad radica en poder traducir su riesgo en riesgo financiero y en flujos de caja descontados a nivel de emisor. Con el cambio climático, es un poco más fácil porque tienes la huella de carbono que, aunque tiene sus limitaciones, permite vincular la actividad de una empresa con el cambio climático”, añadió.