Cuando se trata de vislumbrar oportunidades de inversión para el próximo año, en Edmond de Rothschild AM tratan de ver el vaso medio lleno. Pero a la hora de invertir en emergentes, dice Jean-Jacques Durand, gestor de deuda y divisas emergentes, la inversión es binaria: o todo o nada, “o se ve el paso totalmente lleno o vacío”. Es cierto que los sentimientos suelen ser extremos en estos mercados y siempre hay periodos difíciles pero, a cambio, recuerda el gestor, lo apasionante es que en emergentes siempre hay historias interesantes. “Tenemos una filosofía de inversión oportunista, y concentrada donde hay buenas historias. Aunque no guste el activo de forma general, siempre hay historias con buen potencial”, defendía el gestor, en el marco de una presentación con clientes recientemente en Madrid.
Al hablar de esas historias interesantes en deuda emergente, Durand nunca defrauda por sus posiciones contrarias a las del consenso. En el actual contexto, y al analizar los retornos ajustados al riesgo, el gestor señala que en los últimos años ha sido la deuda high yield la que mejor se ha comportado, porque los mayores spreads absorben los riesgos. En este sentido, sus apuestas son muy heterodoxas y se centran en países como Venezuela, Ucrania y Turquía. Historias muy interesantes que juega en el fondo que gestiona.
“Venezuela está en una situación de transición comparable a la de Argentina hace unos años, cuando el país se debatía entre un modelo político que se acababa para dar paso a algo nuevo. Es un caso más dramático pero la comparación tiene sentido”, explica el gestor. En su opinión, existe una asimetría en el riesgo a corto plazo y las perspectivas a largo plazo de un país que tiene recursos para pagar su deuda (aunque haya alguna reestructuración por el camino). Por eso, es uno de los casos de inversión más atractivos en el actual momento, dice, a pesar de los problemas políticos, y los más bajos precios del petróleo. “La probabilidad de ver un nuevo país en unos años es casi cierta”, asegura.
Con respecto a Ucrania, también señala su transición desde la guerra, con una economía diversificada (agricultura, industria y tecnología) que además cuenta con el soporte de Occidente al ser de importancia estratégica. Además, ve menor riesgo de injerencia de Rusia que hace dos años.
El caso de Turquía también es muy contrarian frente a otros gestores. En su opinión, el descuento del mercado ante los problemas políticos son exagerados: “Nunca ha habido impagos en su deuda, la cultura del pago es muy fuerte en Turquía, a diferencia de países como Rusia” y añade además su bajo ratio de deuda frente al PIB. Pese a los problemas políticos, es interesante, asegura.
El caso de Brasil tiene también atractivo aunque fundamentalmente ha sido la historia de 2016: “Cada año hay una historia buena y suelen ser pocas, y este año ha sido Brasil”, con una historia de transición política y económica que les ha animado a tomar posiciones en Petrobras. Considera que aún queda potencial por las reformas futuras.
Apoyo técnico y fundamental
En deuda emergente, dice el gestor, una de las claves son los flujos y explica que este mercado ha cambiado mucho en los últimos años y ahora cuenta con el soporte, a diferencia de hace décadas, del inversor institucional. “En 2016 ha habido un retorno de flujos tras dos años de salida tras el taper tantrum de 2013, lo que explica en parte el rebote”, dice. Pero no todos los inversores vuelven, aunque sí un segmento clave que garantiza un apoyo para el activo: “La deuda emergente supone un 12% de la deuda global y el inversor institucional, que no estaba hace 20 años, ahora invierte un 3%-4% de su cartera. Esa demanda va a permanecer y dará soporte para la deuda emergente a largo plazo”, dice.
El gestor reconoce que los flujos son cada vez más importantes en un entorno de menor liquidez, en parte porque los inversores tienen a concentrar su capital en ciertos activos y eso acentúa la menor liquidez y mayor volatilidad en la deuda emergente. Para el experto, el activo compensa por los riesgos asumidos a largo plazo y aboga por una estrategia con un amplio horizonte, pues es “peligroso y costoso” tener una estrategia a corto plazo en estos mercados”. Además, las atractivas valoraciones actuales dan margen para ese potencial a medio y largo plazo.
Sin temor a la Fed
Pero no solo los factores técnicos apoyan al activo: en cuanto a fundamentales, estos mercados son más fuertes hoy que en el pasado, pues cuentan con mayores reservas de divisas, una deuda en relación al PIB más baja que los países desarrollados y más deuda en divisa local que en dólares. Para el gestor, si ya se han adaptado además a situaciones difíciles como la caída de las materias primas, están preparados para afrontar el riesgo de subidas de tipos en EE.UU.
“Tres cuartas partes del tiempo la correlación entre los tipos de EE.UU. y los spreads de deuda emergente es negativa, es decir, el comportamiento es positivo porque se descuenta crecimiento. Solo cuando ha habido sorpresas el activo ha caído”, explica el gestor. Tampoco las subidas de tipos han sido una mala señal para las materias primas, así que no hay que temer a la Fed, dice.
China: el riesgo número 1
El riesgo más importante y el que podría ser sistémico es, a su parecer, China: “Es el riesgo número 1 para emergentes y hemos de tomar coberturas porque el reajuste en su economía no va a ocurrir de forma suave, es poco probable”, dice. Por eso se cubre con CDS.
Asignación de activos 2017 de EDRAM en el mundo desarrollado
En la presentación en Madrid, Benjamin Melman, responsable de Asset Allocation y deuda soberana de la gestora, habló de la preferencia, para 2017, por las acciones de Europa y también –aunque menos- EE.UU. (sobre todo sectores cíclicos, con foco en los bancos y en el sector de salud); en renta fija, aunque la visión es negativa, apuestan por bonos ligados a la inflación en Europa, high yield en el Viejo Continente, crédito con grado de inversión en EE.UU. y, sobre todo, bonos subordinados financieros europeos, su activo favorito en deuda para el próximo año.