Hasta hace unos meses Wuhan (China) era conocida por el Lago del Este y por sus templos a las orillas del río Yangtsé, ahora está asociada a las calles vacías, a mascarillas y a ser el epicentro del coronavirus. China es el paciente cero de esta crisis que se ha contagiado a los mercados y cuyo impacto económico aún es incierto.
“Es probable que el coste económico del coronavirus sea mayor que el del brote de SARS en 2003. En comparación con ese año, el peso de China en la economía mundial se ha cuadruplicado hasta el 16% y las estimaciones preliminares indican que el PIB del país podría caer entre el -0,5% y el 2,5% en el primer trimestre en comparación con el cuarto trimestre de 2019”, señalan desde el Investment Desk de Bank Degroof Petercam.
Los datos económicos publicados hasta la fecha ya apuntan hacia una desaceleración de la economía asiática. “En China, durante el fin de semana, conocimos el PMI oficial mientras que ayer se publicó el Caixin PMI del mes de febrero. Ambos con importantes caídas que muestran el impacto del coronavirus. Se observa una caída al mínimo en el indicador de confianza de los empresarios, que ha pasado del 50 en enero a 35,7 en febrero, muy por debajo de lo esperado por los analistas. También, se ha observado un fuerte deterioro en el indicador manufacturero, que se sitúa en 27,8. Lo mismo sucede en el Caixin PMI que alcanza niveles de 40,3, los mínimos de toda la serie histórica que arranca en abril de 2004. Tanto los indicadores de nuevas órdenes como el de condiciones laborales han bajado a mínimos desde la crisis financiera de 2009. Sin embargo, el indicador de retrasos en los pedidos ha aumentado a máximos históricos lo que mostraría que a pesar de que la producción está detenida, los pedidos actuales no se han cancelado y esto daría margen de recuperación una vez las fábricas vuelvan a la normalidad”, explican los analistas de BancaMarch.
En opinión de los analistas de Groupama AM, el coronavirus tendrá un efecto significativamente negativo en el crecimiento de China, por dos razones específicas. “En primer lugar, el brote se ha producido durante el período del Año Nuevo chino, que es tradicionalmente una época de alto consumo de bienes y servicios (transporte y hostelería). Y, en segundo lugar, ha generado medidas drásticas, como el cierre de fábricas en regiones que representan casi el 95% del PIB, lo que supondrá un importante freno a la actividad industrial durante el primer trimestre”, explican.
Contagio al resto de las economías
La preocupación de que China contagie al resto de economías del mundo es lógica porque la economía china representa actualmente casi el 20% del PIB mundial y el 40% del crecimiento, frente al 20% en 2003. Esty Dwek, responsable de estrategia de mercado globales de Natixis Investment Managers Solutions, advierte que los temores de recesión mundial “continuarán mientras el virus se siga propagando” como lo ha empezado a hacer las últimas semanas, y es que “los mercados se corrigen a medida que crecen las preocupaciones sobre la pandemia global y las consecuencias económicas que de ello derivan”.
La experta señala que, aunque desde Natixis IM esperan una recuperación del crecimiento hasta finales de 2020, probablemente “el impacto del brote durará también en el segundo trimestre” debido a que ya se están viendo contagiados en toda Europa, algo que está “afectando al turismo y al entretenimiento”, y a que “el contagio en EE.UU. provocaría temores mucho mayores de pandemia global”. Aunque, como indica, “la densidad de población y la asistencia sanitaria son mejores en Europa y EE.UU., lo que sugiere un impacto menor que en China”, donde, además, “las medidas de contención parecen funcionar porque los casos están cayendo”.
Con todo ello, Dwek advierte que, tras las semanas de caídas de las bolsas, “los próximos días podrían seguir siendo difíciles para las acciones”, aunque señala que “el rebote puede ser rápido una vez que los temores disminuyan, incluso si no vemos una recuperación económica en forma de V”.
¿Opciones de mejorar?
Keith Wade, economista jefe de Schroders, explica que la recuperación de la economía mundial se ha paralizado en Asia como resultado del virus. “Los efectos se están propagando ahora por la economía mundial a medida que se interrumpen las cadenas de suministro. También existe la amenaza añadida de que el virus surja fuera de China, como hemos visto en Italia y Corea. Los mercados están teniendo que revisar sus supuestos sobre el retorno a la normalidad y aunque el virus puede ser contenido en el segundo trimestre, el efecto sobre el gasto y la actividad podría persistir ya que la gente será cautelosa durante algún tiempo después. Las consecuencias negativas a corto plazo serán suficientes para inclinar algunas economías como Japón e Italia hacia la recesión. No obstante, a medida que el virus se vaya extinguiendo habrá margen para un repunte de la actividad”, argumenta.
En este sentido, desde Schroders señalan que comienzan a verse signos de mejora en la economía de China: “Es difícil medir con precisión el grado en que las fábricas han logrado reabrir después del Año Nuevo Lunar el 25 de enero, y a qué nivel de capacidad de producción. Los datos de migración producidos por la empresa tecnológica china Baidu sugieren que una gran proporción de los trabajadores aún no han regresado. En Wuhan, que es donde se cree que se originó la epidemia, se han incorporado un número inferior de trabajadores. Los negocios no esenciales para Hubei, la provincia más amplia de la que Wuhan es la capital y en la que viven unos 60 millones de personas, permanecerán cerrados hasta el 11 de marzo.
Y, en este sentido, las perspectivas que se manejan no son ya tan negativas. “Nuestra previsión es que en los próximos seis meses el crecimiento mundial se estabilice tras el brote de coronavirus que solo causará disrupciones temporales en la economía mundial. Concretamente en Europa se observan pequeños brotes verdes en el sector industrial gracias a la demanda interna en constante crecimiento y a políticas monetarias flexibles que se prolongarán al menos hasta 2021. Por su parte en EE.UU. continúan las buenas previsiones de su economía a pesar de algunos inconvenientes derivados del posible efecto contagio de las debilidades del sector manufacturero al sector servicios. La Fed realizó un ajuste de mitad de ciclo antes de entrar en modo pausa y existe cierta incertidumbre acerca de un posible aumento del proteccionismo y la regulación fiscal”, apunta Laurent Denize, Global co-CIO y responsable global de renta fija de ODDO BHF AM.
De hecho, y según recuerdan desde Bank Degroof Petercam, en un intento por limitar el impacto en la economía, las autoridades chinas han recortado impuestos directos. “Otras medidas incluyen el aplazamiento de la recaudación de las contribuciones a la seguridad social y algunas autoridades locales han decidido ampliar los plazos de amortización a las empresas chinas gravemente afectadas por el virus. Además, se espera un mayor estímulo fiscal y monetario”, concluyen.