Las preocupaciones sobre la deuda privada de mercados emergentes han centrado la atención este año. El Fondo Monetario Internacional ha puesto de manifiesto que el promedio de la deuda privada en los emergentes ha crecido desde menos del 50% del PIB en 2008 a cerca del 75% en la actualidad. El Banco de Pagos Internacionales también ha resaltado el hecho de que varios países presentan un riesgo especialmente elevado, debido a su creciente endeudamiento exterior de su sector empresarial, que supone un peligro para su estabilidad financiera. Estas preocupaciones ponen de manifiesto la posibilidad de que la deuda privada de mercados emergentes registre resultados deficientes en 2016, sobre todo cuando la Reserva Federal estadounidense endurezca su política monetaria, si llega a hacerlo, opinan Joe Prendergast, responsable de análisis de los mercados financieros de Credit Suisse, y Jessie Gisiger, analista de renta fija de la firma.
Ambos recuerdan que los diferenciales de la deuda privada los emergentes denominada en monedas seguras (medidos según el índice JP Morgan Corporate Emerging Markets Bond Broad Diversified, o JPM CEMBI BD) ya se han ampliado desde aproximadamente 280–400 puntos básicos en 2013–14 a un rango de 400–450 puntos básicos desde principios de septiembre de 2015.
“Esta ampliación de diferenciales parece deberse a la previsión de un aumento del riesgo, y resultan atractivos para los inversores que buscan rentabilidad. De hecho, el mercado de deuda privada de los emergentes se ha estabilizado desde la venta masiva que sufrió́ este verano, y el JPM CEMBI BD registra una rentabilidad total positiva de casi el 3% en lo que va de año (del 1 de enero al 21 de octubre), ligeramente por encima de la registrada por su índice equivalente de deuda soberana de emergentes, el JP Morgan Emerging Markets Bond (JPM EMBI)”, escriben en su último informe de mercado.
En este contexto de preocupación sobre los fundamentos a medio plazo y de posible subida de tasas por parte de la Fed, los expertos de Credit Suisse mantienen la cautela hacia la categoría de activos EMHC, a la que consideran potencialmente vulnerable. “Los inversores en busca de rentabilidad a través de la exposición a bonos de empresas de emergentes deberían ser extremadamente selectivos en términos de riesgo de emisor, país y sector”, dicen.
Los riesgos más inmediatos para este tipo de deuda, explican, parecen ser específicos de cada país, y guardan relación con las posibles desigualdades entre divisas. “Entre los principales países emisores con elevada exposición en deuda privada, Brasil y Turquía son los que pueden presentar mayor riesgo nacional específico, mientras que el riesgo de México parece mejor reflejado en los precios. Los primeros se encuentran además entre los que revisten mayor riesgo de depreciación de su moneda local, que podría acentuar las desigualdades entre divisas en el caso de la deuda privada emitida en monedas seguras”, explican en su artículo Prendergast y Gisiger.
En general, la firma prefiere apartarse de los emisores de ambos países, decantándose por exposiciones a investment grade menos cíclicas y con fundamentos más sólidos, es decir, con una menor ratio de apalancamiento. “Apostamos especialmente por la deuda cuasisoberana, por su sólido acceso a la liquidez interior y su limitada exposición a divisas. En el segmento high yield, los emisores rusos con parámetros crediticios relativamente más sólidos, como los bancos estatales y la deuda privada cuasisoberana, podrán ofrecer seguramente un rendimiento más resistente”, aconsejan.