El año acabó con la renta fija como un activo muy poco atractivo para los inversores dado su rendimiento y desempeño, pero, desde el cambio de discurso de la Fed, parece que ha comenzado a ganar interés. Las gestoras defienden que no todos los activos son iguales en renta fija y que es posible encontrar valor, como por ejemplo en la deuda corporativa.
En opinión de Michalis Ditsas, responsable de especialistas de inversión de SYZ Asset Management, los mercados de deuda corporativa estadounidenses y europeos se transforman constantemente y brindan nuevas oportunidades. “Los mercados mundiales de deuda corporativa comenzaron el año con buen pie, ya que los inversores reaccionaron positivamente a la postura cada vez más acomodaticia de los bancos centrales y a la mejora de las valoraciones en una clase de activos que sigue caracterizándose por unos fundamentales bien orientados”, explica Ditsas.
De hecho, los mercados de deuda corporativa repuntaron desde la ola de ventas de diciembre ante la moderación de los temores a una ralentización del crecimiento mundial y, lo que es más importante, la disminución sustancial de las expectativas de subidas de tipos en Estados Unidos y Europa. Con todo, el estado de salud de los mercados de deuda corporativa sigue preocupando a los inversores, inquietos por los niveles de apalancamiento, el uso de las rentas obtenidas, la cantidad de impagos y las previsiones de rentabilidad de cara a 2019.
Para Guido Barthels, gestor senior de Ethenea, esta clase de activos permite tener una mayor percepción de un mayor nivel de liquidez, al menos en algunos tipos de bonos como por ejemplo los bonos subordinados y los bonos de alto rendimiento. Según explica Barthels, nos encontramos ante un mercado que también tiene sus fragilidades. “En noviembre y diciembre de 2018, el mercado de bonos corporativos ya se había enfriado considerablemente. La liquidez era prácticamente inexistente, especialmente cuando se quería vender. Los diferenciales de rendimiento se ampliaron de manera significativa antes de volver a reducirse considerablemente en enero de 2019. A pesar de los elevados volúmenes de emisión por parte de las empresas, los nuevos bonos, a menudo, están sobre suscritos, lo que da lugar a una reducción significativa de los diferenciales, incluso durante la fase de emisión. En estos momentos, los compradores se comportan como si los dos últimos meses del año pasado no hubieran sucedido”, argumenta.
Sin olvidar esta advertencia, Ditsas se muestra positivo e insiste: “En general, la deuda corporativa se ha beneficiado considerablemente a principios de 2019 de la postura acomodaticia de la Fed y el BCE y de la mejora acelerada de los precios del crudo y de las acciones. El crecimiento económico continúa siendo un obstáculo pero, en ausencia de recesión —que es nuestra hipótesis de base—, no identificamos cuestiones que vayan a penalizar significativamente a los fundamentales. Conservamos una visión positiva sobre la deuda corporativa, sobre todo los bonos de alto rendimiento europeos y los bonos subordinados ante la favorable composición de su mercado y las características de rendimiento. Al observar de cerca los benignos rasgos de esta clase de activos, a los inversores les resultará más fácil atrapar rentabilidades positivas”.
Mercado estadounidense
En este sentido, uno de los mercados que más preocupa a los inversores es el estadounidense, ya que el apalancamiento corporativo en Estados Unidos ha aumentado. Desde los mínimos alcanzados tras la crisis financiera, la deuda corporativa norteamericana ha crecido notablemente tanto en términos absolutos como relativos en relación al PIB, hasta situarse en torno al 45% actual. A esto hay que añadir que ante proporciones de deuda similares se han dado casos de recesiones en el pasado, concretamente entre 2007 y 2009, en 2001, y entre 1990 y 1991.
“Las compañías han usado el capital recaudado para un sinfín de operaciones, desde la refinanciación de la deuda existente con mejores condiciones, a la financiación de fusiones y adquisiciones, pasando por la financiación de los gastos de inversión y de los procesos de recompra de acciones. Como consecuencia, la deuda emitida con una calificación de BBB ha crecido por encima del 300% entre 2008 y 2018, con un índice de crecimiento anual compuesto del 15,4%, lo que supone un ritmo considerablemente más rápido que el de otros grados de calificación”, explican Dan Heron, responsable de contenido de inversión de UBS AM, y Ray Primmer, responsable de soluciones de inversión de UBS AM. Este desequilibrio ha servido para justificar, al menos en parte, las preocupaciones sobre las previsiones del crédito en Estados Unidos si la economía se ralentiza.
En este sentido, lo importante es analizar si la deuda corporativa norteamericana un problema inminente para los inversores. “A pesar de las preocupaciones sobre los covenants y los potenciales asuntos derivados de la liquidez de los préstamos apalancados, la respuesta es no, o al menos no a corto plazo dado el ajuste de precios sufrido en 2018 y el abrumador sentimiento negativo en un contexto económico todavía razonable para Estados Unidos”, afirman estos dos expertos de UBS AM.
En opinión de Mark Munro, gestor de Aberdeen Standard Investments, el problema con Estados Unidos es que el escenario macro es mejor que el de otras zonas, pero las valoraciones lo reflejan. Hablando sobre el crédito, apunta que éste experimentó una gran corrección en el último trimestre del año pasado, pero ya ha recuperado mucho desde el inicio de este ejercicio, lo que hace que las valoraciones sean caras desde un punto de vista histórico, particularmente en el high yield.
“El cash es una clase de activo en Estados Unidos, no lo es en Europa, ni el Reino Unido. En estas zonas sólo dejas dinero en liquidez si estás esperando para invertirlo en otro lado. Sí puedes hacerlo en Estados Unidos se puede invertir al 3% en activos prácticamente libres de riesgo. Cuando el high yield tiene una rentabilidad en torno al 3% o 4% sobre la liquidez, los inversores comienzan a preocuparse. Los mínimos del año pasado fueron del 3,8% sobre el cash y si volvemos a alcanzar estos niveles es difícil ver cuánto más se puede conseguir. Por eso reiteramos que, desde nuestro punto de vista, las valoraciones están bastante caras, por lo que hay que ser cautelosos en este punto”, afirma.