La magnitud del impacto del COVID-19 en la economía argentina alteró, entendiblemente, todas las prioridades de la agenda del gobierno. Por ello, los analistas de Consultatio se preguntan si también se alteró el rumbo de la política gubernamental. Así, José M. Echagüe, estratega, y los analistas Francisco Mattig, Federico Bruno y Erik Schachter, señalan que ir al default tendrá efectos marginales a corto plazo y no resolverá nada a la larga.
Las primeras señales del gobierno indican que la agenda de reestructuración de la deuda se mantiene, a pesar de las presiones crecientes para que se abandone ese camino.
Los analistas de Consultatio hacen la lista de los beneficios que tendría el defautl y de los problemas que dejan pendientes.
Un impago significaría un ahorro de reservas internacionales, una menor presión sobre el tipo de cambio oficial y un menor déficit, generando un mayor especio fiscal para expandir el gasto público.
Pero el default no resulve el desequilibrio fiscal primario que tiene Argentina, o la incapacidad de su economía para crecer (como muestran los datos de los últimos 10 años). Además, se profundizaría el problema que representa la elevada presión impositiva o la elevada inflaciób. Por ello, para Consultatio, ese remedio sería peor que la enfermedad.