La inflación se moverá de media en el entorno del 3% en la zona euro, pero lo hará por razones transitorias y temporales. Fue el claro mensaje de Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo, en su ponencia en el marco de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander, con el patrocinio del BBVA y el título ‘La economía de la pandemia’. En la ponencia, también advirtió de las posibles consecuencias del euro digital para la estabilidad financiera de la banca.
“El repunte de la inflación –ya por encima del 2%- es consecuencia en gran parte de efectos temporales, técnicos y de base”, explicó, y recordó la importancia del efecto base al comparar los números con los de 2020. Además, debido a la pandemia, muchos países –como Alemania- llevaron a cabo reducciones de impuestos que ahora recuperan, lo que supondrá un incremento de los precios en la actualidad, que De Guindos tildó de “temporal”. Pero estos números se irán revirtiendo y el año que viene la inflación podría ver una caída “importante”. Con todo, matizó, para que esta subida de los precios sea temporal, “es importante que no haya efectos de segunda ronda”, es decir, que no se vean subidas de salarios en el mercado laboral (de momento la evolución de los mismos es moderada) o en métricas indexadas al IPC. En ese caso, si eso ocurriera y la subida de la inflación fuera más permanente, la evolución de la política económica tendría que ser distinta, advirtió.
“Hay que tener en cuenta el efecto base de la inflación y que su subida es de naturaleza temporal, pero no podemos relajarnos: si de algún modo empezamos a ver efectos de segunda ronda, el repunte temporal se puede hacer más estructural y cronificarse. Por el momento en el ámbito laboral no lo vemos -los incrementos salariales son compatibles con ese carácter temporal de la inflación-, pero existen economías donde la indexación juega un papel fundamental y pasa señales desde el sector público al privado. Tenemos el convencimiento de que la evolución de la inflación es temporal pero estaremos vigilantes a cualquier signo que indique una cronificación”, advirtió.
Con estas perspectivas, De Guindos considera que una gradual retirada de estímulos ligados a la pandemia “es el elemento básico” para el mantenimiento y consolidación de la recuperación. “Hablamos de una recuperación intensa, el llamado efecto champagne, pero hay que consolidarlo, no solo rellenar la caída del PIB del 2020, también tiene que mantenerse en el tiempo. Y para ello, la retirada de estímulos debe ser gradual, no precipitada”, dijo. Pero tampoco hay que pasarse, para no prolongar la zombificación de la economía europea. “Si tenemos que equivocarnos, mejor hacerlo por el lado de la prudencia que por la precipitación”, aseguró, lo que marca la pauta de un BCE cauto y que aún mantiene sus dos líneas de estímulos monetarios: la inyección de liquidez –que supera ya los 2 billones de euros- y el programa de compras -con 1,85 billones hasta finales de marzo de 2021-. “El resultado ha sido positivo: se ha evitado una contracción del crédito, no ha habido fragmentación de mercados y se ha evitado que a la crisis sanitaria se haya superpuesto una crisis de deuda”, indicaba, al hacer balance.
El primer paso hacia una fiscalidad común
El balance es positivo también de la política fiscal, si bien De Guindos ve en ella una oportunidad para sentar las bases de una fiscalidad común en la zona euro y por eso apela a la responsabilidad de los estados: “La política fiscal ha sido hasta ahora clave, con los fondos de recuperación de la UE, que incluyen una parte de inversiones centradas en la digitalización y la economía verde, pero para todos aquellos que consideramos que aquí puede estar un precedente de un futuro centro de fiscalidad común, hay una responsabilidad importante de que estos fondos se usen de forma correcta y además se lleven a cabo las reformas económicas necesarias en los países”, destacó.
El vicepresidente apeló así a la responsabilidad de utilización del fondo de recuperación: “No es solo que la autorización de los fondos tenga que ser correcta: es que ahora estamos en un ámbito adicional, la posibilidad de que sea la primera pieza de una facilidad fiscal permanente para completar la unión económica. Por eso es clave la responsabilidad de los gobiernos: habrá revisiones y vigilancia y, si se hace bien, entonces el camino hacia una facilidad fiscal común se verá facilitado”.
Para el experto, una de las consecuencias de la pandemia, uno de los legados, es que las posiciones fiscales de los países de la zona euro se van a ampliar: habrá países con ratios de deuda pública/PIB más elevados o reducidos y por eso, considera fundamental que todavía este año la política fiscal esté centrada en hacer frente a los efectos de la pandemia y actuar de forma contracíclica. Pero una vez se venza esta crisis, “la necesidad de tener planes de consolidación fiscal prudente y acompasados con la evolución económica será uno de los principales ámbito de discusión en el ámbito europeo. Una actuación contracíclica de la política es fundamental pero hay que evitar que en estos años, que habrá un deterioro del déficit público, los incrementos del gasto se hagan estructurales”.
¿Un euro digital que podría poner en jaque a la banca?
Sobre el euro digital, De Guindos explicó que en el BCE están analizando sus posibles efectos, de gran calado para los bancos, puesto que supondría que cualquiera podría tener una cuenta en el banco central. “Estamos analizándolo, porque su implantación tendría implicaciones importantísimas desde el punto de vista de la política monetaria y la estabilidad financiera, ya que los depósitos siguen siendo la fuente fundamental de financiación de los bancos”, explicó.
También hay que tener en cuenta, dijo, que el efectivo sigue siendo muy utilizado en Europa: aunque su uso ha bajado en la pandemia por los temores “infundados” de contaminación vía billetes, desde abril de 2020 hasta abril de 2021 la demanda de efectivo por los ciudadanos europeos incrementó en un 5%.
“Hemos establecido un plazo dilatado para decidir sobre el euro digital, de unos cinco años, porque las implicaciones serían muy notables: no hay una decisión en firme, hay estudio y análisis y llevaremos a cabo un proceso a través de un programa piloto de las potenciales implicaciones de un euro digital; y ahí la estabilidad financiera de los bancos será una de las consideraciones básicas”, aseguró.
Continuidad de la consolidación y baja rentabilidad bancaria
Sobre los bancos, se mostró también favorable a la continuidad de la consolidación. “El proceso va a continuar, aunque no todos los países están en la misma situación. Hay países con “minifundismo” en el ámbito bancario, con muchas entidades y, en un entorno de digitalización, amenaza de la competencia de las fintech, exceso de costes y capacidad y niveles de tipos de interés bajos que se mantendrán de forma prolongada, el proceso tiene que continuar. Sería ideal tener un proceso de consolidación transfronterizo pero es más difícil conseguir las teóricas ventajas de escala y reducción de costes que con la consolidación doméstica”, dijo el vicepresidente.
Al hablar de riesgos para la estabilidad financiera –en el que el primero, una oleada de quiebras empresariales, no ha ocurrido, gracias a los estímulos fiscales y monetarios-, también mencionó a la banca europea y a su baja rentabilidad como segundo punto. “La solvencia está por encima del 14%, una situación completamente diferente a la de la crisis financiera que vivimos hace 12 años, donde la banca era el origen de los problemas, pero la rentabilidad es muy reducida”, advirtió. Ya lo era incluso antes de la pandemia, con un retorno en capital de en torno al 4%, con las consiguientes implicaciones de la baja valoración en bolsa del sector y las dificultades de acceso a los mercados de capitales.
“Para 2020, ante la pandemia, hemos visto una caída adicional de rentabilidad, que se aproxima al cero, pero a partir del tercer trimestre vemos una recuperación de esa rentabilidad por la recuperación de provisiones. “Cualquier carencia podría suponer una vulnerabilidad del sistema bancario”. En ese sentido, insistió, la consolidación juega un papel como instrumento para conseguir una mejora de la rentabilidad, “que es una condición necesaria desde el punto de vista de la solvencia a medio plazo”, advirtió.
Recuperación del crecimiento
Sobre la coyuntura económica, De Guindos dibujó un panorama atractivo. “Los riesgos del crecimiento económico están equilibrados; antes los veíamos sesgados a la baja, pero ahora, por primera vez desde la pandemia, los riesgos están equilibrados en relación con el crecimiento económico. Alcanzaremos el nivel de renta antes de la crisis aproximadamente en el primer trimestre del año próximo, lo que supone una mejora”, aseguró. Para España, las previsiones son que recuperará el nivel de renta pre pandemia a finales del año próximo.