La perspectiva de que Grecia abandone la zona euro puede no resultar tan negativa para los inversores; es posible que sea incluso positiva a largo plazo, según el responsable de distribución de activos de Robeco, Lukas Daalder.
Daalder ha dirigido un nuevo estudio que pretende cuantificar los efectos, tanto a corto como a largo plazo, de una salida del euro por parte de Grecia (coloquialmente, «Grexit»), en las principales categorías de activos: renta variable, deuda pública, deuda privada y el propio euro.
El especialista afirma que una salida de Grecia daría lugar, inicialmente, a una situación de caos a corto plazo, probablemente seguida por un periodo de negatividad más prolongado si se produce un «efecto dominó» y cunde el malestar. Sin embargo, también es posible que el resultado a largo plazo sea positivo al «cerrar filas» el resto de los países de la zona euro, tras dejar atrás la controversia sobre Grecia, de una vez por todas.
La «saga Grexit» ha vuelto a emerger debido al estancamiento de las negociaciones con los acreedores de Grecia, entre los que se encuentran el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Grecia devolvió 800 millones de euros al FMI el 11 de mayo, evitando así una situación de impago que hubiera obligado al BCE a truncar futuras ayudas de subsistencia. A su vez, este último supuesto hubiera hecho que Grecia o bien tuviera que abandonar voluntariamente la zona euro, o bien fuera expulsada.
Rebota el punching ball
“Otro año, otra crisis de «Grexit». Es como un punching ball de boxeo, que siempre rebota, da igual lo fuerte que lo golpees desde el otro lado” afirma Daalder, director de Inversión de Robeco Investment Solutions.
“Según están ahora las cosas, creemos que actualmente las posibilidades de que Grecia salga del euro son mayores que nunca, con casi un 30%, lo que supone que hay un 70% de probabilidades de que se encuentre alguna forma de dar una ‘patada hacia adelante’. Pero, ¿qué sucedería si finalmente Grecia sale del euro? ¿Qué efecto tendría esto sobre los mercados financieros?”
Según Daalder, a corto plazo, los mercados europeos de renta variable caerían, y las acciones de los bancos serían las más perjudicadas. Prevé también una “huida hacia la calidad”, dirigida hacia la deuda pública alemana, que sigue considerándose un refugio seguro a pesar de su exigua rentabilidad. Los diferenciales crediticios —la diferencia entre los intereses ofrecidos por la deuda privada y los de los bunds alemanes— aumentarían, lo que implicaría un aumento del riesgo.
“A corto plazo, la salida de Grecia del euro sería negativa para los activos de riesgo”, pronostica. “La incertidumbre sobre sus posibles efectos colaterales haría caer la renta variable y subir los diferenciales crediticios. Sus efectos se propagarían entre los países periféricos pero, con el programa de QE en marcha y con la probable voluntad del BCE de reiterar su mensaje de ‘lo que sea necesario’ de un modo u otro, esta ampliación de diferenciales estaría contenida en cierta medida. El euro viviría tiempos complicados, puesto que la salida de Grecia suscitaría dudas sobre la solidez y la fortaleza de la divisa de cara al futuro.”
El “efecto dominó”
Daalder afirma que los efectos de esta situación a largo plazo están mucho menos claros y dependerían de cuál sería la percepción de la «Grexit» 18 meses después de producirse. Identifica dos posibles supuestos: un “efecto dominó”, que supondría la bajada de los precios de otros activos, y otro más positivo, al que llama “cierre de filas”.
En el primer supuesto, los precios de las acciones seguirían cayendo, los diferenciales crediticios se ampliarían notablemente, se incrementarían los flujos de fondos dirigidos hacia la deuda púbica y el euro se devaluaría, no pudiendo descartarse su desintegración final.
“A largo plazo, la salida de Grecia del euro podría percibirse como el punto de ruptura de la cohesión de la Unión Monetaria”, anuncia. “El euro podría pasar a percibirse como una paridad monetaria más, como sucedió con el Patrón Oro en los años treinta: un sistema meramente opcional, no obligatorio. Así, la «Grexit» demostraría que el sistema es susceptible a la evolución de la situación política de cada estado miembro, y la victoria electoral de cualquier partido contrario al euro, como el UKIP británico, daría lugar a más especulaciones sobre su abandono por parte de otros países. Por este motivo, asignamos una probabilidad del 60% a este posible supuesto, el más negativo.”
“Cierre de filas”
No obstante, existe otro posible resultado a largo plazo, más positivo, si el resto de la UE hace gala de la suficiente solidaridad y aíslan a una Grecia gravemente debilitada, aclara Daalder.
“En este caso, la zona euro evolucionaría mucho mejor, al lanzar por la borda el lastre griego, y el resultado sería un fortalecimiento de la Unión”, afirma Daalder. “Grecia se enfrentaría a una situación de depresión continuada, elevada inflación, desempleo sistémico y controles sobre el capital, lo que sería un aterrador ejemplo de lo que supone abandonar el euro, haciendo que el resto de los miembros de la Unión cerraran filas.”
“En este supuesto, el efecto sobre los mercados financieros sería mínimo, aunque en suma podría llegar a ser positivo incluso, teniendo en cuenta los problemas que sufriría el euro en el caso de que Grecia permaneciera en la Unión Monetaria. Atribuimos a esta posibilidad un 40% de probabilidades.”
Entre tanto, Daalder considera probable que se alcance algún tipo de acuerdo entre Grecia y sus acreedores, ya que es lo mejor para todos. “Esperamos que ambas partes vean las ventajas que conlleva alcanzar un acuerdo, pero con la presión que se está acumulando actualmente en el sistema, las cosas podrían dar un giro equivocado”, afirma. “El tiempo lo dirá, pero el tema de la «Grexit» no va a desaparecer hasta dentro de un tiempo.”