La tarificación del carbono constituye una herramienta política de vital importancia para promover la descarbonización y lograr una reducción de las emisiones de CO2 acorde con los objetivos del Acuerdo de París sobre el cambio climático. En este artículo, Natalia Luna, analista sénior de inversión temática responsable, y Roger Wilkinson, director de renta variable EMEA y análisis de inversión responsable en Columbia Threadneedle, examinan en mayor profundidad la función de la tarificación del carbono, el abanico de sistemas de tarificación del carbono a escala global y lo que los analistas, los gestores de carteras y los asesores deben tener en cuenta en relación con el posible impacto de la tarificación del carbono en las compañías, los sectores y la economía en general.
Un sistema eficaz de tarificación del carbono puede resultar decisivo para acelerar la transición hacia la neutralidad de carbono
Los gobiernos y el sector industrial están adoptando medidas para acelerar y superar los indicadores de referencia y los objetivos de emisiones de crucial importancia. Entre los catalizadores para lograr la neutralidad de carbono se incluyen la regulación climática y de los mercados de carbono a nivel nacional y regional, así como el desarrollo de nuevas tecnologías energéticas limpias por parte de las compañías.
En la Unión Europea, las reformas del régimen de comercio de derechos de emisión (RCDE) —anunciadas como parte del paquete de medidas “Objetivo 55” de la UE— tienen como objetivo adaptar el mercado del carbono a los objetivos climáticos provisionales para 2030, mientras que los reglamentos climáticos reforzados comprenderán políticas de energías renovables e impuestos energéticos.
En Estados Unidos, el programa de infraestructuras de la administración de Biden abarca un amplio abanico de políticas climáticas, como normas de electricidad limpia e incentivos fiscales para tecnologías limpias y energías renovables, y se prevé que se promulgue de una forma u otra a finales del año. Al mismo tiempo, se están adoptando políticas a nivel estatal que pretenden fijar las normas sobre tarificación del carbono y energías renovables.
Los gobiernos, los inversores y los consumidores también están ejerciendo presión sobre las compañías para que adopten compromisos significativos con respecto a la descarbonización. Tarificación del carbono: una herramienta esencial para lograr la neutralidad de carbono La tarificación del carbono representará un elemento clave para reducir las emisiones de CO2 con arreglo a los objetivos del Acuerdo de París y para acelerar la transición hacia la neutralidad de carbono. Conscientes de ello, más países han comenzado a adoptar sistemas de tarificación del carbono con el fin de limitar sus emisiones.
Ahora bien, mientras los precios de las emisiones de carbono están aumentando, los precios actuales siguen siendo demasiado bajos para lograr la necesaria descarbonización a largo plazo. La Agencia Internacional de la Energía (AIE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, entre otros organismos, estiman que, para lograr los objetivos del Acuerdo de París, es preciso que el precio del carbono oscile entre 75 y 100 dólares por tonelada de CO2. Hoy en día, el FMI estima que cuatro quintas partes de las emisiones de carbono del mundo siguen teniendo un precio insuficiente, y que el precio de carbono medio global es inferior a 5 dólares por tonelada. Existen tres enfoques con respecto a la tarificación del carbono: impuestos sobre el carbono, mercados de carbono de cumplimiento regulado y mercados de carbono voluntarios o de compensación.
1. Los impuestos sobre el carbono representan un instrumento de política fiscal con una aplicación relativamente fácil. Estos impuestos determinan un precio directo sobre el carbono mediante la definición de un tipo impositivo basado en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) o el contenido de carbono de los combustibles fósiles. Con los impuestos sobre el carbono, el precio del carbono es fijo y no se establece un máximo general de emisiones, lo que significa que la reducción general de emisiones exacta dependerá del precio del carbono. No obstante, los impuestos sobre el carbono suelen ofrecer escasa flexibilidad, ya que los emisores de carbono no pueden pagar a otras compañías para reducir las emisiones cuando esta opción sea más rentable. Conforme los países aumentan el nivel de sus compromisos con la neutralidad de carbono, también suben los impuestos sobre el carbono en un intento por conseguir esos objetivos.
Por ejemplo, Noruega tiene previsto triplicar con creces su impuesto nacional sobre las emisiones de CO2 hasta 237 dólares por tonelada de aquí a 2030, mientras que Canadá planea multiplicar por más de cinco su impuesto sobre el carbono desde 30 a 170 dólares canadienses por tonelada antes de 2030.
2. Los mercados de carbono de cumplimiento regulado se basan en un modelo de “tope y trueque” (régimen de comercio de derechos de emisión con fijación previa de límites máximos que se reducen con el paso del tiempo). Un regulador asigna o vende derechos de emisión hasta el límite máximo establecido. Cada año las entidades deben entregar suficientes derechos de emisión para cubrir todas sus emisiones. Un mecanismo de penalización suele incorporarse en caso de incumplimiento. Los precios del carbono se determinan en el mercado: las entidades con reducidas emisiones pueden vender los derechos excedentarios a emisores más grandes, y viceversa. En la opinión de Columbia Threadneedle, los mercados de carbono de cumplimiento regulado representan el mecanismo más eficaz para incentivar y materializar la reducción de las emisiones (gráfico 1).
3. Los mercados de carbono voluntarios, o compensación de carbono, ofrecen a las compañías una oportunidad para gestionar las emisiones que no pueden eliminar. Estos mercados se basan en el supuesto de que las compañías no pueden neutralizar o compensar la cantidad de emisiones que generan. Un mecanismo de compensación se crea mediante la financiación de proyectos destinados a reducir, prevenir o eliminar emisiones de CO2 de la atmósfera (gráfico 2).
El precio del carbono se determina en el mercado y depende de la oferta y la demanda de compensaciones. Los proyectos de compensación del carbono incluyen soluciones basadas en la naturaleza, como la repoblación forestal, las energías renovables y la eliminación de residuos. Los resultados deben ser medibles, verificados y de eficacia probada. Una importante desventaja de los sistemas de compensación es que el mercado está fragmentado y presenta una gran complejidad por la variedad de registros y metodologías aplicadas. Tampoco existen suficientes normas, lo que plantea el riesgo de “lavado de imagen verde”, es decir, presentar información falsa o engañosa sobre cuán respetuoso con el medioambiente es un producto/ una compañía. Por esta razón, los mecanismos de compensación de carbono no se consideran actualmente una alternativa o un sustituto de peso frente a otras soluciones de reducción de emisiones más completas. El grupo de trabajo sobre los mercados de carbono voluntarios (“Task Force for Voluntary Carbon Markets”), la iniciativa recién lanzada de Mark Carney, trata de establecer las normas en este tipo de mercados con el fin de contribuir al proceso de descarbonización.
Opciones de descarbonización
Desde Columbia Threadneedle evalúan lo fácil y costoso que resulta para una compañía de un sector específico reducir las emisiones de carbono y, por lo tanto, compensar el impacto de unos mayores precios del carbono. Por ejemplo, los servicios públicos pueden rebajar las emisiones a través de las energías renovables, lo cual reduciría la sensibilidad de este sector al aumento de los precios del carbono.
Otros sectores como la aviación o los productos químicos dependen de tecnologías limpias que todavía están en fase de desarrollo y/o no están disponibles en el mercado, como los combustibles sostenibles y el hidrógeno. La transición hacia la neutralidad de carbono para estos sectores podría llevar más tiempo, lo que aumenta su vulnerabilidad ante unos mayores precios del carbono.
En la gestora utilizan estas tres lentes para determinar el impacto potencial del aumento de los precios del carbono y evaluar la capacidad de adaptación de los emisores en cada sector. Incluso en sectores de elevada intensidad de carbono, las compañías que adoptan planes de reducción de las emisiones inmediatos y creíbles y muestran un sólido poder de fijación de precios deberían salir mejor paradas que las que no lo hacen.
La neutralidad de carbono tendrá repercusiones en todas las compañías y en todos los sectores. Y ese impacto ya se está haciendo notar. Los inversores y sus asesores deberían informarse adecuadamente de los posibles efectos de la tarificación del carbono en la economía y en las compañías en las que invierten, así como determinar la mejor manera de posicionar sus carteras en vista de las iniciativas de descarbonización.