2018 fue un año desafiante para la economía china. A lo largo de los últimos meses se han multiplicado los signos de ralentización debido a la campaña de desapalancamiento dirigida por Pekín para detener el incremento de la deuda del sector privado en particular. A esto se suma la amenaza externa de la guerra comercial que sigue sumida en las negociaciones con Estados Unidos, pero que de endurecerse dañaría considerablemente el crecimiento de China en 2019.
La mayoría de las gestoras coinciden en que China experimentará una modesta desaceleración del crecimiento. Por ejemplo, desde AXA IM, consideran que pese a que el último ejercicio comenzó siendo muy positivo para economía china, “el fuerte impulso de 2017 rápidamente dio paso a un deterioro de los fundamentales económicos y del sentimiento del inversor. El repentino empeoramiento de las relaciones comerciales entre ambas potencias supuso un fuerte golpe a la renta variable china y a su divisa”.
En opinión de la gestora, el impacto adverso de la guerra comercial también se sentirá en la cuenta corriente de China, que registró su primer déficit trimestral en casi veinte años. “Si bien el momento se ve claramente exacerbado por la guerra comercial, la evolución general de la cuenta corriente es el resultado de los propios factores internos de China, como el reequilibrio hacia el crecimiento impulsado por el consumo. Creemos que este cambio estructural en la cuenta corriente de China tendrá implicaciones importantes para el mundo”, explica en su documento de perspectivas.
Tal y como apuntan desde AXA IM, gran parte del relato que veremos este año en torno a China va a depender de sí misma, de su demanda interna y de las reformas económicas que está desarrollando. De hecho, la desaceleración del crecimiento en el tercer trimestre hasta el 6,5% se ha debido más a la fuerte reducción de la inversión en infraestructuras que a la guerra comercial.
Misma opinión comparte Mathilde Lemoine, economista jefe de Edmond de Rothschild. “Como anticipábamos, Estados Unidos está en el núcleo del crecimiento global y marca la agenda económica internacional. Más allá del objetivo de crecimiento doméstico, el presidente chino no puede permitir que su país se sitúe detrás de Estados Unidos en términos de liderazgo. Esta es la razón por la cual el plan de recuperación que ha iniciado Xi Jinping debe completarse. La fuente asiática de crecimiento mundial podría limitar el impacto negativo y la continuada incertidumbre relacionada con factores como la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Si China completa su plan de recuperación tal y como anticipamos, su crecimiento podría acelerarse ligeramente en la primera mitad de 2019 hasta el 6,7%”, explica Lemoine.
Para mantener una tasa de crecimiento cercana al objetivo del 6,5%, el gobierno ha iniciado un programa de relajación monetaria y ha anunciado recortes de impuestos tanto para los hogares como para las empresas. Este plan de recuperación es crucial para el crecimiento global. “Más allá del objetivo de crecimiento doméstico, el presidente de China no puede permitirse que el país caiga por detrás de Estados Unidos en términos de liderazgo. Esta es la razón por la que anticipamos una ligera aceleración en el crecimiento chino hasta el 6,7% en la primera mitad de 2019”, destaca Lemoine.
En su opinión, será fundamental para la economía global la inversión en infraestructuras que finalmente haga el país ya que tendrá un impacto directo en el precio de las materias primas, en la actividad de los países exportadores de commodities, en el comercio mundial y la producción industrial de los países desarrollados.
Sin embargo, desdeJulius Baer se muestran algo más prudentes y matizan que las medidas de estímulo tomadas hasta ahora no han sido lo suficientemente grandes como para tener un efecto estabilizador: el crecimiento general del crédito, por ejemplo, todavía se está desacelerando. Por ello es de esperar que China anuncie más estímulos como apoyo fiscal y monetario.
“En general, es probable que estas medidas no sean tan grandes como en ciclos anteriores, por lo tardará un tiempo en notarse y probablemente llevará a una estabilización solo para la segunda mitad de 2019. La desaceleración del crecimiento, junto con factores estructurales, como el desvanecimiento del superávit de la cuenta corriente y la disminución de la ventaja de rendimiento, continuará afectando al yuan chino, que esperamos rompa por encima de siete frente al dólar en los próximos meses”, explicaSusan Joho, economista de Julius Baer.