Carmignac considera que tanto las empresas como los gobiernos se verán obligados a priorizar los márgenes de seguridad frente a la optimización económica en el contexto actual. En su último comentario de mercado, hace hincapié en que esto apunta a un crecimiento de los beneficios más reducido en multitud de sectores.
Hace dos semanas, la gestora incrementó tácticamente su asignación a la renta variable hacia el tramo medio de la horquilla permitida en los mandatos, “dado que los responsables políticos decidieron afrontar la situación y abordaron de forma convincente las tensiones que se generaron con rapidez en los mercados de financiación”. Esto le permitió empezar a exponerse ligeramente al mercado de deuda corporativa investment grade.
Una semana después, recogió ciertos beneficios de estas posiciones y redujo la exposición a la renta variable hasta un nivel notablemente inferior. “Esto se debe, lógicamente, al marcado repunte de los mercados (20% de media), pero también porque, tal y como se esperaba, la situación en EE.UU. está adquiriendo el cariz que Donald Trump afirmó que no tomaría”, revela.
Carmignac insiste en que estos movimientos tácticos siempre deberían interpretarse a la luz de su lectura global de la situación: “Creemos que esta crisis constituye una marcada perturbación deflacionista que afecta a unos mercados que presentaban unas valoraciones muy elevadas y, en este momento, no estamos convencidos de que la opinión de consenso sea plenamente consciente de la magnitud de la situación”.
A su juicio, esta percepción de “cierta complacencia” que muestran todavía algunos inversores se deriva de una aparente esperanza muy extendida de que una vez que se supere el problema sanitario, el crecimiento económico se recuperará con bastante rapidez. Una idea que, a veces, incluso se representa como una recuperación en forma de V y que también se ve propiciada por las elevadas expectativas del mercado sobre un inminente lanzamiento de los eurobonos. “Lo que, a nuestros ojos, resulta demasiado optimista”, advierte.
Anemia económica
La gestora analiza las posibles repercusiones que conllevará esta gran pérdida de confianza para el comportamiento del sector privado en el futuro, incluidos los consumidores, y el hecho de que los balances de los gobiernos y los bancos centrales hayan alcanzado niveles muy elevados. “Concluimos que el perfil de crecimiento de los beneficios de muchos sectores se verá mermado de forma duradera y que el crecimiento económico seguirá mostrando niveles anémicos”.
La otra cara de su opinión es que prevé que la inflación no supondrá una amenaza significativa a corto plazo, por lo que los bancos centrales podrán mantener los tipos de interés en niveles reducidos “y, por tanto, mantendrán en pie el castillo de naipes”, asegura. Este es uno de los motivos por los que, en este momento, no cree que las tensiones económicas y políticas en la zona euro reactiven los temores de ruptura.
No obstante, Carmignac cree “firmemente” que los índices de renta variable siguen mostrando niveles muy endebles, lo que podría ejercer una presión de venta aún mayor en los fondos pasivos, y tampoco considera que los precios de las materias primas vayan a repuntar de forma significativa por el momento.
Así, extrae otras tres conclusiones de su análisis:
1. A medio plazo, podríamos asistir a una creciente desconfianza en el papel moneda, dado que se está imprimiendo de forma creciente solo para financiar los déficits presupuestarios. Por ello, “hemos iniciado una posición en valores auríferos en algunos de nuestros fondos”, revela la gestora en su comentario.
2. En cambio, la prima de calidad de aquellas pocas empresas que sean capaces de registrar una trayectoria favorable después de la crisis de la COVID-19 podrían aumentar de forma considerable.
3. Asimismo, en este contexto, la deuda corporativa de empresas con sólidos balances debería poder recuperarse favorablemente del actual desplome.