La inversión en la era pandémica ha traído consigo toda una serie de retos. Pero, en cierto modo, los fundamentales no han cambiado. Los beneficios empresariales siguen siendo importantes. Robert Lovelace, presidente de Capital Group y gestor de renta variable, repasa los puntos que considera más relevantes para invertir en renta variable este 2022.
¿Cuáles son sus perspectivas para los mercados de renta variable global en 2022?
Me gusta utilizar una triple perspectiva, que contempla la pandemia, la economía y los mercados. La pandemia va a quedarse con nosotros durante algún tiempo, pero su impacto sobre la economía irá disminuyendo. Además, la situación económica influye mucho en los mercados de renta fija, pero menos en los de renta variable. El mercado de renta variable está impulsado por los beneficios de las compañías cotizadas, y muchas de ellas han registrado buenos resultados durante la pandemia de COVID. Por lo tanto, la pandemia irá teniendo un impacto cada vez menor sobre la economía, que continuará creciendo, y las compañías estarán bien posicionadas para crecer también.
Tras la corrección registrada durante el primer trimestre de 2020 a causa del COVID, los mercados de renta variable no solo volvieron a repuntar, sino que reanudaron el periodo alcista en el que ya llevan inmersos diez años. Dicho mercado alcista continúa estando liderado por el mismo grupo de compañías tecnológicas estadounidenses que conocemos como FAANG: Facebook (ahora Meta), Amazon, Apple, Netflix y Google (ahora Alphabet). Esta tendencia a largo plazo continúa. El COVID interrumpió en cierta medida la subida, pero no cambió la dirección fundamental de los mercados.
¿Qué piensa sobre las principales economías del mundo?
Fijémonos en el mercado de renta variable estadounidense, que ha ido acumulando un crecimiento anual superior al 16% a lo largo de los últimos diez años. Es una cifra extraordinaria. Muchos piensan que dicho crecimiento se debe a las medidas de estímulo que ha recibido el mercado, por lo que la mayor parte se ha debido al aumento de las valoraciones. Pero eso es solo la mitad de la historia. La tasa de crecimiento medio compuesto de los beneficios empresariales en Estados Unidos ha superado el 7% anual. Es decir, en torno a la mitad del crecimiento se ha visto impulsado por las cifras de beneficios y la otra mitad por la mayor valoración de dichos beneficios por parte de los inversores.
El crecimiento del mercado estadounidense casi ha duplicado el del resto de mercados. Europa prácticamente no registró crecimiento de los beneficios empresariales. En Japón no han aumentado las valoraciones, pero el país sí que ha registrado un sólido crecimiento de los beneficios. Así, estos dos mercados han crecido en torno al 8% anual. El crecimiento de los mercados emergentes ha sido incluso inferior. Una parte importante de estos mercados es China, que conviene analizar por separado.
Hasta hace poco, los mercados chinos crecían a un ritmo similar al mercado estadounidense, pero los recientes anuncios del gobierno en materia de prosperidad común y la intervención estatal en varios sectores han reducido aproximadamente a la mitad el nivel de valoraciones. Además, el crecimiento de los beneficios en China ha sido relativamente modesto. El país alberga a algunas compañías de rápido crecimiento, pero también hay muchas otras en los sectores inmobiliario y bancario que han perdido dinero, por lo que el crecimiento neto de los beneficios se ha mantenido prácticamente estable.
Por lo tanto, la mayor parte del crecimiento a escala mundial procede del mercado estadounidense, razón por la cual este mercado ha superado al resto durante los últimos diez años. Es cierto que se están produciendo algunos excesos, pero lo que está ocurriendo en Estados Unidos es algo único, y por eso son las oportunidades que encontramos en este mercado las que centran nuestra atención.
¿Qué opina sobre China, dado el nuevo entorno normativo?
Estados Unidos es la mayor economía y el mayor mercado del mundo. China es actualmente la segunda economía del mundo. La cuestión fundamental hoy en día es que China es un país socialista, algo que parece haber sorprendido a algunos inversores. Durante el pasado año, el gobierno reforzó su control sobre una serie de sectores, lo que ha provocado fuertes caídas de valoración en muchas de las compañías afectadas.
Esta situación ha resultado decepcionante para algunos, pero no significa que no debamos invertir en China. Se trata de una economía de rápido crecimiento con un gran nivel de innovación, especialmente en los sectores tecnológico y sanitario. China cuenta con increíbles compañías tecnológicas que no existen en ningún otro país del mundo. Y se están desarrollando nuevos medicamentos que tendrán un gran impacto en el tratamiento de enfermedades a escala mundial. Por lo tanto, yo no descartaría a China desde una perspectiva de innovación e inversión. Solo hay que evaluar la situación atendiendo a las compañías concretas y ajustar en consonancia las expectativas de precios.
¿En qué otros países encuentra oportunidades de crecimiento e innovación?
Ya hemos hablado de las FAANG y de hasta qué punto han liderado el mercado alcista. Creo que Tesla también se ha unido al grupo. Se trata de compañías con grandes ventajas competitivas que están haciendo mucho dinero, y no solo en sus áreas principales de actividad. Algunas de ellas cuentan con dos o tres pilares más de crecimiento. Y aunque algunos piensan que las valoraciones están ajustadas, lo están menos que hace unos años, porque los beneficios subyacentes también se muestran sólidos.
También me interesan los avances que se están registrando en el sector sanitario. La mayoría de las vacunas contra el COVID han sido el resultado del sistema de tecnología de ARN mensajero, desarrollado hace unos veinte años, que por fin se está abriendo camino en el ámbito de los medicamentos comunes. Esta estructura podrá utilizarse para desarrollar numerosos tratamientos nuevos e incluso para curar enfermedades mortales. Va a cambiar nuestra vida, y por eso me interesan varias compañías que pertenecen a este ámbito.
¿Cómo está posicionando su cartera de cara al año 2022?
Como inversor a largo plazo, mi periodo medio de tenencia está en torno a los ocho años, lo que me lleva a construir una cartera adecuada para diversos entornos de mercado. Me inclino por compañías más duraderas con fuertes posiciones operativas, normalmente empresas que reparten dividendos. Dada la larga duración del mercado alcista y el nivel actual de valoraciones, prefiero mantener la prudencia y optar, siempre que puedo, por compañías sólidas que generen flujos de caja. Pero cuando nuestros analistas encuentran compañías nuevas e innovadoras, no suelo resistirme a incorporar alguna de ellas a mi cartera de inversión. A eso me refiero cuando digo que mi cartera de inversión tiene que resultar adecuada para distintos entornos de mercado. Está estructurada en torno a un elemento central más seguro, pero trato de aprovechar también alguna de estas oportunidades, especialmente en el espacio digital.