No seríamos humanos si no tuviéramos miedo a las pérdidas. El premio nobel de Psicología Daniel Kahneman lo demostró con su teoría de la aversión al riesgo, al mostrar que la gente siente con mayor intensidad el dolor de perder dinero frente a la alegría de conseguir ganancias. Nuestro instinto natural nos lleva a salirnos del mercado cuando se empieza a desplomar, de la misma manera que la avaricia lleva a la gente a entrar cuando las acciones están por las nubes. Ambos comportamientos pueden tener impactos negativos, como explican desde Capital Group: “Invertir de manera inteligente puede ayudar a superar el poder de las emociones al centrarse en análisis relevantes, datos sólidos y estrategias que funcionan”.
La firma aporta a continuación siete principios que puede ayudar a contrarrestar la necesidad de tomar decisiones emocionales en momentos de caída de los mercados.
1. Las correcciones forman parte de la inversión
Durante largos periodos de tiempo, las acciones han tendido a moverse al alza, pero la historia nos dice que las caídas bursátiles son una parte inevitable de la inversión. La buena noticia es que las correcciones (caídas del 10% o superior), los mercados bajistas (caídas extensas del 20% o más) y otros momentos complicados no han durado para siempre.
El índice Standard & Poor’s 500 Composite ha caído un 10% al menos una vez al año, y un 20% o más cada seis años, según datos de 1952 a 2021. Aunque los resultados pasados no predicen resultados futuros, cada caída ha estado seguida por una recuperación y, con el tiempo, de un nuevo máximo de mercado.
2. En el mercado importa el tiempo, no el timing
Nadie puede predecir con precisión los movimientos a corto plazo del mercado, y los inversores que se mantienen al margen se arriesgan a perderse los periodos de subida significativa de los precios que siguen a las caídas. Cada vez que el S&P 500 experimentó una caída del 15% o más entre 1929 y 2020, le ha seguido una recuperación. El retorno medio durante el primer año tras cada una de esas caídas fue del 55%.
Incluso perderse tan solo algunas sesiones pueden pasar peaje. Una inversión hipotética de 1.000 dólares en el S&P 500 hecha en 2012 podría haber rendido más de 3.790 dólares para finales de 2021. Pero si un inversor se hubiera perdido las diez mejores sesiones durante ese periodo, habría terminado con un 44% menos.
3. Las inversiones emocionales pueden ser arriesgadas
Kahneman ganó su premio Nobel en 2002 por sus investigaciones en economía del comportamiento, un campo que investiga cómo los individuos toman decisiones financieras. Un hallazgo clave es que, con frecuencia, la gente actúa irracionalmente al tomar esas decisiones.
Las reacciones emocionales a eventos de mercado son perfectamente normales. Los inversores suelen sentirse nerviosos cuando los mercados caen, pero son las acciones que toman durante esos periodos las que pueden marcar la diferencia entre el éxito y la pérdida.
Una manera de alentar la toma racional de decisiones de inversión es comprender los fundamentos de la economía del comportamiento. Reconocer comportamientos como el anclaje, el sesgo de confirmación o el de disponibilidad puede ayudar a los inversores a identificar errores potenciales antes de que los cometan.
4. Haga un plan y cíñase a él
Crear un plan de inversión cuidadosamente construido y ceñirse a él es otra manera de evitar decisiones de inversión cortoplacistas, particularmente cuando los mercados caen. El plan debería tener en cuenta una serie de factores, incluyendo la tolerancia al riesgo y los objetivos a corto y largo plazo.
Una forma de evitar intentos inútiles de cronometrar al mercado es mediante aportaciones periódicas, invirtiendo una cantidad fija de dinero a intervalos regulares con independencia de las subidas y bajadas del mercado. Este acercamiento crea una estrategia en el que se compran más acciones a precios más bajos menos a precios más altos. Con el tiempo, los inversores pagan menos de media. La inversión regular no asegura beneficios o protección contra las pérdidas. Los inversores deberían considerar su disposición para seguir invirtiendo cuando las acciones están cayendo.
5. La diversificación es importante
Una cartera diversificada no garantiza beneficios ni asegura que las inversiones no vayan a perder valor, pero sí ayuda a reducir el riesgo. Al repartir las inversiones en una variedad de clases de activos, los inversores pueden amortiguar el efecto de la volatilidad en sus carteras. Los retornos generales no alcanzarán los máximos de ninguna inversión individual, pero tampoco marcarán sus mínimos.
6. La renta fija puede ayudar al equilibrio
Las acciones son partes importantes para construir una cartera diversificada, pero los bonos pueden proporcionar un contrapeso esencial. Esto es debido a que típicamente los bonos tienen una baja correlación con la bolsa, es decir, que tienden a subir cuando las acciones caen.
Es más, los bonos con baja correlación con acciones pueden ayudar potencialmente a suavizar el impacto de las pérdidas de las acciones en cartera. Los fondos que proporcionan esta diversificación pueden ayudar a crear carteras duraderas, y los inversores deberían buscar fondos de bonos con un fuerte track record de retornos positivos en una serie de mercados.
Aunque los bonos no sean capaces de encajar con el potencial de crecimiento de las acciones, con frecuencia han mostrado más resiliencia durante correcciones bursátiles anteriores. Por ejemplo, los bonos estadounidenses ‘core’ generaron rendimientos positivos en cuatro de las últimas cinco correcciones del -12% o más.
7. El mercado premia a los inversores de largo plazo
¿Es razonable esperar retornos del 30% al año? Por supuesto que no. Y si las acciones han caído en las últimas semanas, tampoco deberías esperar que sea el comienzo de una tendencia de largo plazo. La economía del comportamiento nos enseña que los eventos recientes ejercen una influencia desproporcionada sobre nuestras percepciones y decisiones.
Siempre es importante mantener una perspectiva de largo plazo, pero especialmente cuando los mercados están cayendo. Aunque las acciones suben y bajan en el corto plazo, han tendido a recompensar a los inversores durante largos periodos de tiempo. Incluso incluyendo las caídas, el retorno medio anual del S&P 500 durante todos los periodos de diez años comprendidos entre 1937 y 2021 fue del 10,57%.