Lo que empezó siendo una moda se ha consolidado como la principal tendencia dentro de la industria de inversión. Según el último informe elaborado por Bank of America, si al inicio hubo dudas sobre si la ESG podría ser una burbuja, la realidad se ha impuesto y eliminado esta opción. “A pesar de los enormes flujos de entrada y del creciente interés, la prima de los buenos valores ESG según las calificaciones generales se ha reducido, no ha aumentado. Y aunque el interés por el ESG está creciendo, todavía hay un margen importante para la participación de los inversores», explica la entidad.
En este sentido, reconoce que las entradas extremas de activos pueden crear burbujas, y los flujos hacia las inversiones ESG en los últimos años han sido robustos: en lo que va de 2021, casi 3 de cada 10 dólares de las entradas de renta variable mundial han sido en fondos ESG. Los activos bajo gestión en los más de 1.900 fondos ESG globales que Bank of America sigue alcanzaron un récord de 1,4 billones de dólares en abril, más del doble que hace un año y creciendo a un ritmo casi tres veces superior al de los activos no ESG.
El informe indica que un signo clásico de una burbuja es una prima excesiva. Los analistas del banco reconocen que algunas áreas dentro de la ESG se han revalorizado notablemente, como por ejemplo las energías limpias, pero argumenta que “las valoraciones de las empresas buenas en términos de ESG no parecen hoy en día una burbuja, especialmente en relación con el pasado reciente”.
Mientras que los valores con puntuaciones ESG del quintil superior según los datos de MSCI cotizaban con una prima de entre el 20%y el 30% con respecto a los valores del quintil inferior hace varios años, alcanzando hasta una prima del 50% al inicio de COVID-19, esa prima se ha reducido a sólo un 5% en la actualidad.
Justamente si las inversiones ESG aportan una rentabilidad extra o si realmente generan alfa ha sido uno de los debates más activos en la industria. “Los escépticos argumentan que el rendimiento superior de la inversión ESG se basa en el momentum o la calidad u otros factores. Este es un debate equivocado. La generación de alfa puede depender de una serie de factores como los fundamentales, los catalizadores y, sobre todo, la valoración del punto de entrad”, argumenta el informe de Bank of America.
Según en análisis que ha hecho la entidad, al centrarse en los fundamentales de los activos han descubierto que la ESG es un mejor factor para identificar un riesgo futuro, frente al uso de otros como el apalancamiento o la relación riesgo/calidad. “Descubrimos que considerar los factores ASG puede ayudar a los inversores a mitigar el riesgo de quiebra. Entre 2005 y 2015, el 90% de las quiebras fueron protagonizadas por empresas que tenían puntuaciones medioambientales y sociales pobres al menos los cinco años previos a su quiebra”, añaden.
Por último, gran parte de la narrativa de la industria se centra ahora en reclamar la relevancia del factor S (social) de la ESG. Hasta el momento, la parte medioamenbiental y de buen gobierno había copado la atención de los inversores, pero tras el impacto de la pandemia del COVID-19, la S ha ganado relevancia.
“A diferencia de los factores medioambientales o de gobernanza, los factores sociales pueden ser algunos de los más difíciles de cuantificar. Por eso, hasta hace poco la S quedaba eclipsada por la E o la G. Pero vemos que esto está cambiando. La creciente popularidad del stakeholder capitalism hace que las empresas se centren cada vez más no sólo en los accionistas, sino en un grupo más amplio de partes interesadas que incluye a los empleados, los clientes, los proveedores y las comunidades en las que operan. Además, la pandemia del COVID-19 y la creciente atención a la desigualdad racial en el último año han impulsado los factores sociales a la vanguardia”, indica el informe en sus conclusiones.