La introducción de un componente más amplio de política fiscal en la combinación de medidas de estímulo, junto a la mayor tolerancia de inflación por parte de los bancos centrales, representa un “cambio de régimen”. En opinión del equipo Newton Real Return, de la gestora Newton (parte de BNY Mellon IM), esto constituye un punto de inflexión con repercusiones de gran calado para todas las clases de activo y sus correlaciones, y tendrá implicaciones para la estructuración de carteras sólidas y equilibradas capaces de cumplir sus objetivos de rentabilidad.
Según señalan, hacia finales de 2021 el impulso económico parecía bien respaldado, al liberarse la demanda contenida y con la transición de la pandemia del COVID-19 a una fase endémica, unida al poco apetito de los políticos para implementar nuevos confinamientos. “Las empresas permanecen en un ciclo de reabastecimiento, obstaculizado por cuellos de botella en las cadenas de suministro; no obstante, es alentador ver indicios de que la presión en estas últimas está disminuyendo, lo cual sugiere que la inflación provocada por factores de oferta podría haber ya tocado techo”, afirman.
A más largo plazo ven un potencial de un repunte del gasto en bienes de equipo, mientras que la inversión pública en infraestructura parece sólida, sobre todo en áreas relacionadas con el cambio climático. Según añaden, “los mercados se han rezagado a la hora de implementar sus programas de vacunación este año, con lo que han sido más vulnerables a la variante delta del coronavirus; dicho esto, la situación está mejorando y muchas de estas economías tienen potencial de cerrar la brecha. En cualquier caso, como siempre, será necesario aplicar un enfoque muy selectivo”.
De cara a 2022, el equipo Newton Real Return se siente optimista. “En los meses venideros, el riesgo para nuestra previsión es el ritmo al que se ralentice el crecimiento cuando la Reserva Federal estadounidense ponga fin a la reducción gradual (el famoso tapering) de sus compras de activos y comience a subir el precio del dinero. Si bien creemos que el proceso de endurecimiento monetario será gradual y que los bancos centrales se basarán en los datos, mantener lo que en la jerga ha venido a denominarse economía goldilocks (es decir, ni demasiado caliente ni demasiado fría, sino en su punto) no será tarea fácil. Cualquier error de política tendría profundas repercusiones para las clases de activo, debido a las altas valoraciones propiciadas por unos tipos de interés en mínimos históricos”, sostiene.
En su opinión, la sostenibilidad será un tema prioritario, y las credenciales ESG de las empresas pasarán a un primer plano dada la urgencia de problemas como el cambio climático. En este sentido, añade: “Creemos que los factores ESG han pasado a ser esenciales en el análisis financiero, y que tales consideraciones son elementos valiosos en el “mosaico” general de información sobre una empresa. Los inversores exigirán de forma creciente una mayor atención a estos aspectos, que se verán reflejados en la valoración de una empresa. Aunque ciertas áreas como la energía renovable se han visto eclipsadas por las fuertes subidas bursátiles, podría surgir un nuevo equilibrio al disminuir la supremacía de la renta variable”.
Por último, destacan que las divisas podrían ser importantes para algunos inversores. Según la perspectiva del equipo, el dólar podría emplearse como herramienta de reducción de riesgo, aunque su visión sobre el rumbo de la divisa estadounidense no se inclina claramente en una u otra dirección. En su opinión, a corto plazo, la fortaleza del dólar supondrá probablemente un obstáculo para activos como el oro y la deuda de mercados emergentes, reduciendo así su atractivo. Y en el caso del oro, además, los flujos en otras divisas alternativas como el bitcoin y el potencial de tipos de interés reales crecientes son obstáculos adicionales.
“Consideramos que la mayor parte de las buenas noticias están descontadas en las cotizaciones. Reconocemos que, desde una perspectiva macroeconómica, una inflación persistentemente elevada puede llevar el germen de destrucción de la demanda y llevar a los bancos centrales a errar en su política. Por último, China es una fuente significativa de incertidumbre, con su nuevo plan de prosperidad social y la probabilidad de que la cantidad y composición del crecimiento económico que genere cambie en adelante. Esto tendrá repercusiones, y los inversores deberán monitorizarlo y analizarlo cuidadosamente”, concluyen en su último análisis sobre perspectivas.