A pesar de la reciente preocupación por el posible debilitamiento del crecimiento económico y la persistencia de las presiones sobre los precios, las perspectivas a finales de 2021 seguían estando claras: las condiciones económicas de los países del G7 están mejorando gracias a las medidas de estímulo fiscal y monetario, que están llevando de nuevo a los mercados de renta variable a registrar máximos históricos, mientras los tipos de interés se mantienen en niveles reducidos, escribe en un análisis David Bouchoucha, responsable de Deuda Privada y Activos Reales en BNP Paribas AM.
En un momento en el que las valoraciones de la renta variable resultan poco atractivas y los títulos de renta fija están caros, la deuda privada puede ser una buena alternativa. Por el mismo nivel de riesgo, ofrece a los inversores una prima de liquidez con respecto a la deuda cotizada. Ello explica la solidez de los flujos de capital hacia la deuda privada, que ascendieron a 120.000 millones de dólares en los primeros seis meses de 2021 en Europa (fuente: Preqin).
Un grupo más amplio de inversores está invirtiendo ya en deuda privada, escribe el experto. Las aseguradoras, atraídas por el tratamiento favorable de la Directiva Solvencia II, han liderado el camino, pero comienzan también a unirse los fondos de pensiones, los fondos soberanos e incluso los inversores particulares. Muchas instituciones cuentan con programas de asignación permanente del 10% o el 20% de sus carteras, en ocasiones por encima del 40%, con equilibrio entre el capital privado o private equity, los activos reales y la deuda.
No cabe duda de que la deuda privada no escapa al debate sobre el impacto del exceso de liquidez en las primas de riesgo. Los volúmenes de liquidez están contribuyendo a la presión sobre los márgenes de crédito. Sin embargo, las primas de liquidez se han mantenido intactas, ya que la demanda de financiación también ha ido aumentando, subraya Bouchoucha.
El crecimiento impulsado por la explosión que se ha registrado en la actividad de fusiones y adquisiciones está también alimentando las necesidades de financiación de las empresas europeas de mediana capitalización. Las necesidades de infraestructuras relacionadas con las transiciones energética y digital son enormes, especialmente en la intersección entre la tecnología de la información y la infraestructura tradicional: almacenamiento de electricidad en baterías, infraestructuras inteligentes (redes, ciudades, carreteras) y transmisión y procesamiento de datos.
Por otro lado, la normativa del Comité de Basilea está imponiendo restricciones adicionales a los balances de los bancos. Como resultado, la deuda privada se ha convertido en parte integrante del modelo de financiación complementaria de los bancos e inversores en Europa.
Un triple imperativo
La contribución de la deuda privada a la financiación del crecimiento resulta en sí misma atractiva para los inversores. Cada vez más, la deuda privada implica el cumplimiento de unos estrictos criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG, por sus siglas en inglés). Y es que, financiar la economía es bueno, pero financiar la economía del mañana es aún mejor, añaden desde BNP Paribas AM.
El cumplimiento de los criterios ESG exige importantes recursos y un enfoque adaptado a cada activo subyacente. «En lo que respecta a nuestras carteras de préstamos para bienes inmuebles e infraestructuras, medimos el impacto medioambiental y de carbono, así como, por ejemplo, el número de hogares que acceden a las redes digitales. En el caso de las pequeñas y medianas empresas (pymes), ello implica evaluar la sensibilización que muestran los directivos de una empresa con respecto a las cuestiones ESG y analizar las decisiones que toma la compañía», explica Bouchoucha.
La búsqueda de diversificación, que es otra de las razones para invertir, también se aplica a la deuda privada. La pandemia ha demostrado a los inversores que los sectores aparentemente sólidos no son necesariamente inmunes a las crisis. «El riesgo de valoraciones excesivas en los activos más solicitados nos lleva, como gestora, a considerar una gama más amplia de activos. Por eso pensamos que es importante aplicar un enfoque multisectorial en la inversión en bienes inmuebles e infraestructuras. Atendemos a una amplia gama de empresas, aplicando estrategias diversas entre las pymes e incluso una financiación más específica con hipotecas», añade.
Por último, la búsqueda de una compensación adecuada por el riesgo asumido debe estar en la base de las decisiones de crédito. Uno de los indicadores a los que suelen acudir las gestoras de activos es la tasa de selectividad. «Hemos podido comprobar -señala Bouchoucha- que muchas oportunidades de crédito que resultan aparentemente favorables se descartan si no ofrecen un nivel adecuado de remuneración. Por eso integramos en nuestro proceso de inversión un cálculo sistemático de la prima de liquidez basado en el análisis de los títulos de deuda cotizada».
«Estamos convencidos de que el cumplimiento de estos tres requisitos previos (sostenibilidad, diversificación y valor relativo) nos permitirá aumentar el valor y el impacto en nuestras carteras gracias a nuestra gestión de inversiones en deuda privada», concluye.
[1] Los «activos digitales» son archivos electrónicos de datos que pueden ser propiedad de particulares, que los podrán transferir y utilizar como moneda para realizar transacciones, y como forma de almacenar contenidos intangibles, como obras de arte informatizadas, vídeos o documentos contractuales. Las criptomonedas, las denominadas «criptomonedas estables» respaldadas por activos y los tokens no fungibles (certificados de propiedad de soportes digitales originales) son ejemplos de activos digitales.