Exiten diversos comportamientos del pasado censurables, igual que es probable que en el futuro nuestros hijos y nietos puedan reprobar conductas que ahora mismo nos parecen de lo más corrientes. A menudo, las canciones infantiles y las moralejas de los cuentos, conservan a lo largo del tiempo una enseñanza válida para cualquier contexto. Aunque en la ficción es más fácil ver finales felices y cuentos de hadas que acaban bien. Bill Gross, desde su nuevo cargo en Janus Capital, echa la vista atrás a los años de crisis y predice lo que pasará en los mercados con las políticas adoptadas por los bancos centrales al comienzo de la recesión. La principal conclusión de su carta de diciembre: es hora de reducir riesgos.
Más allá de las canciones para niños y las tiras de cómic, dice Gross, la serie de la AMC “Mad Men” nos lleva de vuelta a los viejos tiempos, cuando todo el mundo fumaba en la oficina o en el asiento de al lado en el avión. “¿Cómo podían?”, es la pregunta casi inmediata que se hace cualquiera ahora que se imponen nuevos cánones sociales, éticos y morales. Raza, genero, orientación sexual, por nombrar algunas… las cosas han avanzado. Podríamos decir “¿Cómo podían?” para casi cualquir cosa y comprender al mismo tiempo por qué lo hacían. Quizás no conocían nada mejor, a lo mejor era el momento oportuno, a lo mejor solo necesitaban un Martin Luther King, una Betty Friedan, o un Harvey Milk que les indicara el camino. En cada caso el “¿Cómo podían?” solo puede ser respondido con un “lo hicieron, pero ahora no podrían”, dice Gross.
En su columna de opinión en Janus Capital, el ex presidente de Pimco, intenta adivinar qué cosas de las que hacemos ahora como sociedad, nuestros nietos preguntarán “¿Cómo podían?”. Es una pregunta difícil, porque el consumo de tabaco como el que vemos en «Mad Men» en los años 60, es difícil concebir un contexto actual. Quizás en el futuro cocinaremos y comeremos comida oriental. El maíz de todo lo que comemos y bebemos estará modificado genéticamente. “¿Cómo podían?” Quizás habrá robots que conduzcan nuestros coches y que induzcan a nuestros nietos a decir “¿Cómo podían?” Lo veremos, o mejor dicho, lo verán nuestros hijos.
Hablando de las lecciones de la vida y el futuro, hay un proceso de descubrimiento en marcha entre los banqueros centrales del mundo que ellos esperan que rejuvenecerá sus respectivas economías sin crear el entorno horrible de inflación de los años 70. Si la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, se convirtiera en la Little Miss Muffet de los canciones para niños, podría esperar ver un incremento del 2 al 3% de la economía real mientras consigue evitar el terrorífico incremento de precios. Si el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se convirtiera en el personaje infantil de ‘Punch’, el podría, de forma figurada, atacar a la canciller alemana Angela Merkel y luchar contra su herencia monetaria y fiscal. No sé con que personaje infantil comparar al Gobernador del Banco Central de Japón, Haruhiko Kuroda. Quizás con ‘Jack Horner’ esperando mojar su dedo en el pastel de Navidad, mientras exclama “¡Qué buen chico soy!” Ay los políticos! Quizás los últimos 5 años han sido como un larga canción infantil, se lamenta Gross.
Pero cada uno de esos banqueros centrales está tratando de conseguir el mismo objetivo básico: Solucionar una crisis de deuda creando más deuda, apunta el ex presidente de PIMCO. ¿Se puede hacer esto? Hace unos años escribí, recuerda Bill Gross, que este logro sin sentido podría conseguirse pero con una serie de advertencias. Uno, las condiciones previas no debían ser onerosas, dos, las políticas monetarias y fiscales debían estar coordinadas y conducir a ratios estructurales de crecimiento aceptables, y tres, los inversores privados debían seguir participando en la farsa de los mercados de capital que estas políticas producen.
«Con cada una de mis tres advertencias previas próximas a quedarse cortas respondiendo la pregunta: «¿Puede una crisis de la deuda se cura con más deuda?», es difícil imaginar un retorno a la normalidad dentro del periodo de vida de un hombre. Sospecho que las futuras generaciones se preguntarán sobre los políticos actuales lo mismo que muchos de nosotros ahora preguntemos por aquella vieja costumbre de fumar en espacios públicos o por la discriminación de los homosexuales, o cualquier otra conducta equivocada que deba ser corregida», afirma.
“¿Cómo pudieron? ¿Cómo permitieron los políticos la creación de tanta deuda en primer lugar, para luego ser incapaces de regular ese sistema? ¿Cómo pudieron pensar que la impresión de dinero y la creación de la deuda podrían crear riqueza en lugar de sólo más y más deuda? ¿Cómo pudieron las autoridades fiscales mantenerse al margen? ¿Cómo pudieron tratar de equilibrar los presupuestos en lugar de obtener préstamos baratos e invertir las ganancias en infraestructura e innovación?”, se pregunta Gross. Estos años han sido como las canciones infantiles que acaban con una moraleja, pero lo más probable es que no haya un final de cuento de hadas, concluye.
“Los mercados están llegando a un punto de baja rentabilidady reducida liquidez. Los inversores deberían empezar a retirar algunas fichas de la mesa: elevar la calidad de los activos, reducir la duración, y prepararse para, al menos, un alto en el camino de la apreciación de los activos diseñado sobre la falsa premisa del banco central, que creó rentabilidades artificiales, programas de QE y el goteo hacia abajo de una riqueza de imitación para la clase obrera”, excribe Gross en su columna, dando a entender claramente que es el momento de reducir el riesgo de los portfolios.