Bill y Melinda Gates hicieron pública este martes su Carta anual 2014, una carta que este año lleva por título “Tres mitos que impiden el progreso de los pobres” y en la que el matrimonio más rico del mundo aborda tres conceptos que tilda de erróneos acerca del esfuerzo mundial para terminar con la pobreza extrema:
- Los países están condenados a seguir en la pobreza
- La ayuda extranjera es un gran desperdicio
- Salvar vidas conduce a una superpoblación
La carta, ilustrada con varios imágenes de ciudades como México DF, Shangai y Nairobi hace 20 años y en la actualidad, dan ejemplo de la evolución que han registrado algunas ciudades del mundo. Gates pide derribar esos tres mitos, unos mitos que según el matrimonio se convierten a menudo en barreras y en motivos que llevan a la gente a no actuar.
Los Gates sostienen que “en realidad, como nunca antes, la vida se presenta mejor para más personas de todo el mundo. La gente tiene una vida más prolongada y saludable y los índices de pobreza se han reducido a la mitad en los últimos 25 años”. Asimismo apuntan que la mortalidad infantil se está reduciendo en forma pronunciada. “Muchos países que en el pasado dependían de la ayuda extranjera, en la actualidad son autosuficientes”.
Un mundo dividido en tres bloques
En su misiva, Gates dice que hace cincuenta años el mundo estaba dividido en tres bloques: los Estados Unidos y sus aliados occidentales; la Unión Soviética y sus aliados; y el resto. «Yo nací en 1955 y de pequeño me enseñaron que el llamado Primer Mundo era rico y desarrollado: casi todos sus ciudadanos iban a la escuela y vivían muchos años. No estábamos muy seguros de cómo era la vida al otro lado del telón de acero, pero aquel lugar nos daba miedo. Y luego estaba el llamado Tercer Mundo, que englobaba básicamente el resto de los países. Lo único que sabíamos era que estaba lleno de personas pobres que iban poco a la escuela y morían jóvenes. Peor aún, que vivían atrapadas en la pobreza, sin esperanza de mejora».
Gates prosigue: «Las estadísticas parecen corroborar esa impresión. En 1960, casi toda la economía mundial se concentraba en Occidente. Los ingresos per cápita en los Estados Unidos eran de unos 15.000 dólares anuales (aquí me refiero a ingresos por persona, es decir, en este caso, 60.000 dólares para una familia de cuatro miembros). En Asia, África y América Latina, los ingresos per cápita eran mucho menores. Brasil: 1.982 dólares. China: 928 dólares. Botsuana: 383 dólares. Etcétera».
México como ejemplo
El fundador de Microsoft pone como ejemplo a México. «Años más tarde pude constatar esa disparidad con mis propios ojos en mis viajes por el mundo. Melinda y yo visitamos la Ciudad de México en 1987 y nos sorprendió la pobreza que encontramos. La mayoría de hogares no disponían de agua corriente, y había personas que debían recorrer largas distancias en bicicleta o a pie para llenar garrafas de agua. Nos acordamos de lo que habíamos visto en partes rurales de África. El tipo que dirigía la oficina de Microsoft en la Ciudad de México mandaba a sus hijos a los Estados Unidos para que se sometieran a chequeos regulares, pues quería asegurarse de que no enfermaban a causa de la contaminación».
«Desde entonces, la ciudad ha experimentado un cambio impresionante. Hoy en día el aire es tan limpio como el de Los Ángeles (no es gran cosa, pero desde luego supone una mejora respecto a 1987). La ciudad cuenta con rascacielos, carreteras nuevas y puentes modernos. Y sí, todavía quedan barriadas y bolsas de pobreza, pero, en general, cada vez que voy de visita, pienso: ‘Caray, la mayor parte de la gente que vive aquí es de clase media. Menudo milagro'».
Los países pobres no están condenados a seguir siendo pobres. Algunos de los llamados países en desarrollo ya se han desarrollado, y muchos más lo harán pronto. Las naciones que aún buscan su camino no intentan algo sin precedentes: disponen de buenos modelos de los que aprender.
Gates se atreve a lanzar una predicción: «Para 2035, casi no quedará ningún país pobre en el mundo» (de acuerdo con la definición actual de pobreza). Casi todos los países se situarán en la franja de los que ahora llamamos países de ingresos medianos bajos, o incluso serán más ricos. Los países seguirán el ejemplo de sus vecinos más productivos y sacarán el máximo partido de innovaciones como las nuevas vacunas, mejores semillas de cultivo y la revolución digital. La mano de obra de estos países, fortalecida gracias a una mejor educación, atraerá nuevas inversiones. Algunos países verán su desarrollo truncado a causa de la guerra, la política (Corea del Norte, a no ser que se produzca un gran cambio en el país) o la geografía (como en el caso de los países sin salida al mar del África central). Y las desigualdades seguirán siendo problemáticas: habrá personas pobres en todas las regiones».
Pero la mayoría vivirá en países autosuficientes. Todas las naciones suramericanas, asiáticas y centroamericanas (con la posible excepción de Haití) y gran parte de las naciones costeras africanas se habrán incorporado al grupo de países que hoy gozan de ingresos medianos. Más del 70% de los países tendrán unos ingresos per cápita superiores a los que hoy presenta China. Casi el 90% de los países tendrán una renta superior a la de la India actual, dice Gates.
«Será un hito extraordinario. Cuando nací, la mayoría de los países del mundo eran pobres. En los próximos dos decenios, los países terriblemente pobres serán la excepción y no la norma. Miles de millones de personas saldrán de la pobreza extrema. La idea de que todo esto sucederá antes de que me muera me parece fascinante».
Si quiere leer la carta completa de Bill y Melinda Gates puede hacerlo en el siguiente link o ver el vídeo adjunto a la nota.