Lo excepcional que ha sido 2020 y el reto que aún tienen las economías y las sociedad para recuperar la normalidad hacen necesario que nos paremos a reflexionar sobre lo que hemos aprendido durante el último año, para evitar cometer los mismo errores. En opinión de Yves Bonzon, CIO del banco privado suizo Julius Baer, en el ámbito de las inversiones, se ha vivido la primera recesión desencadenada por un shock externo desde 1945. ¿Qué hemos aprendido de ello?
Bonzon afirma que, a pesar de que hay quien defiende que la economía avanzaba hacia una recesión antes de que apareciera la pandemia, hay dos hechos que contradicen esta teoría: “En primer lugar, las mayores economías estaban flexibilizando sus políticas; en segundo lugar, el índice S&P 500 marcaba en febrero un máximo histórico, lo que no podría haber sucedido si la economía hubiera estado a punto de entrar en recesión”.
En este sentido argumenta que los bancos centrales deben tratar de apoyar las economías evitando la inestabilidad financiera, en lugar de estimular la actividad de forma directa. «El estímulo, se logra mejor a través de la política fiscal, y los responsables políticos occidentales comenzarán lentamente a adoptar políticas basadas en teorías macroeconómicas no ortodoxas. Ha comenzado la era de la dominancia fiscal” explicaba Bonzon como solución a uno de los mayores desestabilizadores de la economía moderna, las fluctuaciones excesivas de los precios de los activos.
Además, los términos ‘inteligencia artificial (AI) y machine learning (aprendizaje automático) dejan otra importante lección de este 2020. El coste del poder de procesamiento de los ordenadores se desploma, y la cada vez mayor disponibilidad de datos, confunden al inversor a la hora de dar sentido al ruido que nos rodea. Bonzon añade: “Por un lado, la inversión activa sistemática tiene la ventaja de excluir las emociones del proceso. Por otro lado, cuando un ordenador juega al ajedrez contra un humano, nadie cambia las reglas en medio de la partida. En los mercados, no obstante, los gobiernos y las entidades reguladoras retocan las reglas sin cesar, y ninguna máquina, por potente que sea, es capaz de detectar esos factores externos”.
Otra de las sorpresas que deja este año ha sido el gran incremento en la cantidad de efectivo que cada familia tiene ahora a su disposición, tanto en Europa como en EE.UU. Encontrar una explicación no es una tarea complicada. “El gasto de los hogares disminuyó drásticamente a medida que las economías se sumergían en el confinamiento. Es interesante notar que esta situación ha tenido una consecuencia imprevista: un nivel récord de efectivo en los balances de los hogares. La tasa de ahorro se ha disparado”, aclara Bonzon. Además, se prevé que este dinero acumulado por la incertidumbre de situación, pueda desencadenar un «mini boom económico». Lo único necesario para que esto pase es, según su reflexión, que el virus esté totalmente controlado y la vida recobre la normalidad, así este efectivo, con mucha probabilidad, iría destinado al gasto que la pandemia ha frenado.
Para finalizar este análisis, el CIO de Julius Baer pone el foco en el panorama asiático: “Entender los ciclos económicos y financieros de los EE.UU. y de China será fundamental para tomar decisiones de inversión”. De hecho, llama la atención que uno de los países que más beneficiado ha salido de la crisis del COVID-19 ha sido el gigante asiático. “Su economía ya ha recuperado las pérdidas de producción derivadas del confinamiento, y las señales hacen presagiar un fuerte impulso del crecimiento”. Con el objetivo de garantizar la continuidad de las medidas de desapalancamiento vigentes antes de la pandemia, completa Bonzon, los responsables políticos chinos podrían decidir endurecer un poco sus políticas. “Esta dinámica podría terminar pesando sobre los activos cíclicos, y también podría generar una oportunidad para vender el dólar estadounidense a mayor cotización”.