El peak inflacionario a nivel global se ha tomado gran parte del protagonismo en las mesas de dinero y discusiones macroeconómicas. En este contexto, Julius Baer prevé que los bancos centrales latinoamericanos tendrán el desafío de controlar el alza de precios con tasas más altas, en un contexto donde las economías ya se están desacelerando.
Si bien América Latina está aislada geográficamente de la guerra en Ucrania, de todos modos sufre efectos de la dinámica global, como el impacto positivo del alza de los commodities y el impacto negativo de menores expectativas de crecimiento, según delineó el banco de inversiones en un análisis.
Leonardo Pellandini, estratega de Equity Strategy Research de Julius Baer, señala que “el impacto de precios más altos de la energía y productos agrícolas en el ingreso disponible real, las condiciones financieras más restrictivas, y el deterioro de la confianza de los consumidores están pesando en las perspectivas de crecimiento para la región. y más que compensando las condiciones de mayores precios en el espacio de commodities”.
En esa línea, el estratega asegura que, antes de que se desencadenara el conflicto entre Rusia y Ucrania, Julius Baer esperaba una reducción de las disrupciones de la cadena de suministros provocada por la pandemia, lo que –junto con el agresivo ciclo de subidas de los bancos centrales– ayudara a aliviar las presiones inflacionarias.
“Sin embargo, las dinámicas inflacionarias ahora han cambiado hacia un nivel más alto de inercia, dado el inesperado empeoramiento de los ciclos de producción y distribución”, acota Pellandini.
Los precios de los alimentos y la energía, en particular, son importantes para la región, considerando que “el peso de estos ítems en las canastas de índices de precios al consumidor representa una porción significativa y que impactan a los consumidores de menores ingresos”.
Para el banco de inversiones europeo, este elemento será crítico, ya que los gobiernos podrían limitar el aumento de estos precios a través de subsidios, para mitigar el descontento social.
“Mientras que los precios de los alimentos y la energía están impulsando el cambio al alza en las expectativas de inflación, el aumento de los sueldos nominales también está empezando a crecer, a la par del costo de la vida”, señaló Pellandini, agregando que, en este contexto, “los bancos centrales tendrán la difícil tarea de atacar la inflación con tasas de política monetaria más altas sin empeorar el ya desacelerado crecimiento económico”.