En los últimos tres años Europa ha vivido su propia tormenta perfecta. El déficit por cuenta corriente, las crisis fiscal y bancaria y unas altas tasas de desempleo, sobre todo en los países de la periferia, han formado una especie de círculo vicioso en cuyo centro se ha situado una importante crisis de liderazgo. Como resultado, el PIB de la zona euro ha experimentado una fuerte contracción y el descontento social ha irrumpido en la agenda de muchos estados. En definitiva, una situación compleja que ha generado alta volatilidad, primas de riesgo que en determinados casos han alcanzado niveles preocupantes y constantes vaivenes bursátiles. Esto ha llevado a los inversores a refugiarse o bien en productos considerados más seguros, en cuanto a clase de activo, o bien, si han permanecido en esta clase, la renta variable, han migrado hacia otros continentes. Las acciones europeas han pasado a ocupar un lugar marginal en las carteras y esto ha tenido su claro reflejo en los índices de la eurozona.
Desde el verano de 2012 hemos asistido a un importante cambio en el sentimiento de los inversores.
No cabe de duda de que las palabras de Mario Draghi y su firme compromiso de hacer “lo que fuera necesario” para preservar el euro han desempeñado un papel fundamental actuando como bálsamo que ha tranquilizado a los mercados y posibilitando una importante reducción de los riesgos de cola. Al mismo tiempo se está poniendo en práctica un amplio abanico de reformas, que aunque ejecutadas lentamente están permitiendo avanzar en la dirección correcta. Por tanto, y sin negar la gravedad de la situación, creemos que Europa finalmente será capaz de encontrar una solución para sus problemas. El camino no será de ningún modo fácil ni sencillo, pero al final, el resultado será satisfactorio.
Además, a pesar de que a nivel macro la situación todavía sigue presentando ciertas sombras, a nivel micro, la realidad es diferente y alentadora. Las compañías europeas han realizado grandes esfuerzos desde los inicios de la crisis en 2008, han acometido importantes reformas y se han desapalancado para llegar a hoy con balances saneados y en excelente forma. Basta con considerar por ejemplo el caso de España. Mientras las ventas minoristas españolas reflejan una tendencia a la baja, el precio de cotización de Inditex avanza en un claro movimiento al alza. Lo importante no es el país de cotización, sino la ubicación de los clientes, es decir, la región en la que la empresa tiene sus ventas. En este sentido, es posible encontrar numerosos casos de compañías que cotizadas en algunos de los principales parqués europeos, están generando gran parte de sus ventas más allá de las fronteras continentales y, principalmente en los mercados emergentes.
En paralelo, la citada huida hacia activos considerados como refugio ha generado un escenario de atractivas valoraciones. Las compañías europeas ya están descontando la mayoría de las malas noticias y a día de hoy se cotizan baratas a un PER de 11,3 para la renta variable europea y de 10,9 cuando solo se tiene en cuenta la eurozona. Además, en un ambiente de crecimiento plano del PIB, se espera un crecimiento de los beneficios del 11%. Los ingresos de las empresas del viejo continente ya han caído un 22% desde 2011 y están un 43% por debajo de sus máximos. Asimismo, a pesar de su mejor comportamiento el año pasado, la renta variable eurozona sigue estando poco representada en las carteras y la brecha multianual con Estados Unidos es grande. Con todo, una adecuada selección de los títulos seguirá siendo clave, pues la divergencia en la rentabilidad de los valores se mantiene muy alta.
Gilles Guibout cuenta con más de 15 años de experiencia en la gestión de fondos. Se unió a AXA IM en 2006 dónde actualmente gestiona los fondos de la eurozona y es responsable de la estrategia Euro GRAP de AXA. Anteriormente trabajó en Sanpaolo Asset Management por más de 10 años gestionando valores de Francia, Italia y España, así como el portafolio de la eurozona para un fondo institucional.