El Banco Central Europeo (BCE) ha logrado la hazaña de sorprender a los mercados con el anuncio de un programa de recompra de activos pese a que era ampliamente esperado. Con esta medida, el BCE se dota de un mecanismo monetario de vanguardia y apuesta claramente por asumir sus responsabilidades para enfrentarse fuertes críticas, incluso desde el seno del Consejo.
En su último artículo sobre renta fija, Franck Dixmier, CIO de Fixed Income Europe de AllianzGI, recuerda que la flexibilización cuantitativa (QE) no es la cura definitiva para los males de Europa dada la aguda falta de demanda interna y estima que, en consecuencia, la zona euro debería avanzar en las reformas estructurales para impulsar el crecimiento. “Es de vital importancia sin embargo, que este programa cumpla con el papel para el que se ideó”, dice Dixmier. “Hay que conseguir romper la espiral negativa, que está haciendo caer las expectativas de inflación cada vez más. Además, hay que evitar a toda costa un entorno deflacionista a largo plazo que podría llegar como un efecto de segunda ronda, pues la caída en el precio de la energía está mejorando el poder adquisitivo”.
Con la puesta en marcha del QE, el BCE está tomando eficazmente el control total de toda la curva de tipos de la zona euro. “Esto implicará que los flujos técnicos se convertirán ahora en el factor más influyente de nuestra visión de los mercados, mientras que los fundamentales desempeñarán un papel secundario”, estima el CIO de Fixed Income Europe de AllianzGI.
Es probable que el programa tenga un mayor efecto sobre los precios de la deuda, dada su escala masiva, la amplitud de los activos elegibles para el programa, -donde se incluyen la deuda soberana y corporativa, así como los bonos vinculados a la inflación-, y la amplia gama de vencimientos (hasta 30 años). “Esto debería limitar este año la oferta neta de bonos en los mercados. Los bancos querrán acumular activos de garantía de alta calidad y reforzar sus requisitos regulatorios de liquidez, mientras que los bancos centrales tendrán que respaldar sus reservas de divisas”, escribe Dixmier. Por su parte, los inversores finales seguirán centrados en las rentabilidades relacionadas con los vencimientos en el momento de la compra.
“Dado que se espera que el desequilibrio entre la oferta y la demanda se intensifique, es probable que los tipos de interés entre estos activos vuelvan a caer a mínimos históricos, mientas la curva de rentabilidad tiende a aplanarse de forma espectacular”, dice.
Aunque a corto y medio plazo se puede esperar que las primas de riesgo entre la deuda de la zona euro se estrechen significativamente, “deberíamos tener en cuenta que dichas ganancias serán de corta duración ya que los diferenciales inevitablemente se apagarán de nuevo algún día”, concluye.