Como siempre, la pregunta para los inversores en renta variable es si la relación rentabilidad/riesgo es lo suficientemente convincente. Conforme se aproxima el final de 2014, los inversores han estado asignando múltiplos cada vez más amplios de PER a los mercados desarrollados con respecto a los mercados emergentes. «Esta divergencia ha tenido sentido debido a que las empresas de Estados Unidos, en particular, han registrado crecimientos de los beneficios y mejoras en las rentabilidades de los fondos propios (ROE), mientras que las de los mercados emergentes no», dicen los expertos de MFS.
Valoraciones de los mercados desarrollados
Sólo en el mercado de renta variable de Estados Unidos el PER ha experimentado una tendencia más alta, lo que ha reforzado la importancia de que los beneficios empresariales y del crecimiento de las ventas de las compañías estadounidenses sean constantes. Temerosos de que los márgenes en Estados Unidos pudieran estrecharse, los inversores están preocupados de si el impulso va a continuar. Pero dado que el aumento de los salarios es más lento que el de los ingresos, las caídas en los precios de la energía y que los tipos de interés se mantienen bajos, «no estamos tan preocupados», explican los analistas de la firma. Sin embargo, la perspectiva de que la Fed suba los tipos de interés en 2015 podría limitar más incrementos de los múltiplos PER. Históricamente, los índices de mercado tienden a tocar máximos cuatro meses antes, como pronto, del primer aumento de tipos y el nivel más bajo llega después de varias subidas de tasas, por lo que hay un precedente para ser prudentes.
Asumiendo que el pronóstico de beneficios se cumpla, muchas otras regiones de los mercados desarrollados parecen relativamente baratas en lo que respecta a la valoración, cuentan. Tanto en Japón y Europa, es probable que el resultado de las reformas de 2014 demuestre que las medidas adoptadas no se están traduciendo en un crecimiento de la economía en general. Mientras que las «tres flechas» del primer ministro Abe y la promesa del presidente del BCE, Mario Draghi, de hacer «lo que sea necesario», fueron inicialmente bien recibidas por los mercados y en general se consideran momentos claves de la política monetaria, ninguna de las dos economías han mostrado la mínima evidencia de cooperación con sus banqueros centrales.
Japón adopta medidas de nuevo
En lo que fue sin duda uno de los mayores acontecimientos macro de noviembre, las autoridades de Japón sorprendieron a los mercados al anunciar una nueva ronda de medidas de estímulo. Unas semanas más tarde, los datos confirmaron que la economía entró en recesión en el segundo trimestre, lo que provocó que Abe convocara elecciones anticipadas para reafirmar su apoyo. Un hecho positivo a corto plazo para el mercado de renta variable de Japón, pero que puede ser insostenible sin un cambio estructural real que impulse mejoras duraderas de los ROE corporativos. Mientras que la rentabilidad empresarial podría recuperarse en los próximos años gracias al debilitamiento del yen, «nuestro horizonte temporal a largo plazo nos hace ser cautelosos», dice MFS.
Del mismo modo, las reformas y el crecimiento en Europa no son tampoco mucho más brillantes, por lo que el BCE podría verse obligado a recurrir a un QE agresivo, en la línea de las medidas adoptadas por el Banco de Japón y la Reserva Federal. En el transcurso del próximo año, sin embargo, MFS espera que las condiciones financieras mejoren y que la debilidad del euro respalde los beneficios empresariales en la eurozona.
China y los mercados emergentes
Para no ser menos en lo que a estímulos se refiere, el Banco Popular de China también anunció una inesperada relajación de la política monetaria. Una medida para proporcionar una cierta estabilidad a corto plazo y limitar el riesgo de un aterrizaje brusco de la economía china. Esta inesperada decisión fue un ejemplo más de la voluntad de un banco central de minimizar los riesgos a la baja.
Hace apenas unos años la historia alcista de los mercados emergentes parecía convincente, pero ahora el denominador común de los mercados emergentes es la dificultad en cambiar de una economía basada en la inversión en activos fijos a un crecimiento impulsado por el consumo. Los sectores expuestos al aumento de la clase media -por ejemplo, bienes de consumo básico y la atención sanitaria– están bastante caros en comparación con sus homólogos de los mercados desarrollados, creando un dilema para los inversores en renta variable de los mercados emergentes. Por el contrario, los sectores primarios expuestos a esto siguen siendo baratos, aunque sus rentabilidades a corto plazo parecen un desafío, afirman.
Centrados en los fundamentales
Los mercados de renta variable se encuentran claramente en un punto de inflexión. Sin contar el mercado estadounidense, que ha recuperado su equilibrio, otras regiones siguen sufriendo la baja confianza del consumidor, el limitado gasto de capital y las presiones deflacionistas, que conduce a revisiones a la baja de beneficios empresariales y una menor rentabilidad de los mercados. Japón ha sido la única excepción, principalmente debido a la debilidad del yen, expone MFS.
Los contextos como este a menudo se caracterizan más por una mayor volatilidad de las bolsas que por cambios en las ganancias o en los dividendos. Sin lugar a duda la economía mundial sigue estando débil, aunque ha dejado de deteriorarse. Con los bancos centrales todavía dispuestos a proporcionar soporte hasta que mejoren los datos de empleo y el crecimiento sea sostenible por sí mismo, MFS cree que la renta variable sigue siendo razonable. «Repetimos nuestro mantra de que todavía hay oportunidades entre las empresas de mayor calidad con balances sólidos y visibilidad de sus ganancias», concluyen.