Con motivo del Día Europeo de las Pymes, celebrado ayer 12 de mayo, las firmas de inversión han querido recordar el potencial que tienen para los inversores las compañías que no son de gran capitalización. Según defienden desde Lonvia Capital, dado su tamaño de mercado, “dejar fuera de las carteras a las pymes no sería coherente”. Eso sí, es un segmento de inversión con importantes retos por delante.
“La inversión en pequeñas y medianas empresas genera a largo plazo rendimientos superiores que la inversión en compañías grandes. El motivo fundamental radica en que se produce una combinación excelente: son menos analizadas y al mismo tiempo su tamaño les confiere mayor potencial para crecer y expandirse en más mercados”, afirman desde Lonvia Capital.
Además, consideran que, desde una perspectiva del rendimiento ajustado al riesgo, “pueden ser más atractivas ya que son mucho menos sensibles al ciclo”. Según explican, este hecho se debe a que son negocios que en su amplia mayoría todavía están en una fase de expansión o en sectores o microsectores poco maduros, de modo que todavía pueden seguir expandiéndose en el futuro con un grado de correlación con respecto al ciclo económico inferior al de las firmas de gran cotización.
“La prima de riesgo que ofrecen respecto a las large caps no es por la volatilidad (liquidez) sino por ese perfil de crecimiento. Asimismo representan cerca del 80% de las empresas cotizadas, aunque sólo suponen alrededor del 15% de la capitalización bursátil total; y menos del 5% del volumen de negociación. Por otro lado, las large caps y multinacionales suponen el 6% de las empresas cotizadas y en torno al 80% de capitalización. En consecuencia, el 45% no son objeto de análisis bursátiles”, argumentan desde Lonvia Capital.
Pese a estos atractivos, el principal freno a su atractivo es que pueden ser más volátiles que las grandes compañías. Otro freno es que suelen ser compañías de sectores nicho, con barreras de entrada muy altas. Sin embargo, desde Lonvia Capital creen que estas sombras se pueden convertir en luces y oportunidades. “Siendo más precisos, por cada large cap hay de media 22 analistas cubriéndola, frente a tan sólo 4 analistas cubriendo las small caps. Son compañías de sectores nicho, donde no hay competidores y constituyen a su vez empresas líderes”, añaden.
De cara a incluirlas en la cartera, consideran que son un “diversificador estructural” donde la innovación prolifera y se desarrollan nuevos modelos económicos en campos como la industria, tecnología y servicios. “Alrededor del 60% de las small & mid caps son empresas en manos de familias o constituidas por ellas. Ello garantiza un compromiso personal más sólido, una mayor responsabilidad por parte de los fundadores/equipo directivo, y una alineación de intereses entre la alta dirección y los accionistas, lo que puede resultar en una rentabilidad superior a largo plazo”, enfatizan desde la firma de inversión.
Para Guillaume Chieusse, Portfolio Manager ODDO BHF Asset Management, este tipo de compañías también tienen un plus en términos de sostenibilidad porque, dado su tamaño, permiten una mayo participación de la directiva y además puede facilitar el análisis ESG. “Basándonos en numerosos años de investigación, creemos que centrarse en el gobierno corporativo y el capital humano tiene el potencial de aportar valor a largo plazo a todas las partes interesadas, especialmente en el caso de las small caps”, afirma Chieusse.
Según la gestora, uno de los retos que tienen las small cap es que, tradicionalmente, tienden a asignar menos recursos a los temas ESG, “principalmente porque se encuentran en un ciclo de maduración financiera diferente al de las grandes empresas”.
Por último, apuntan que la alineación de las partes interesadas conlleva tradicionalmente una rentabilidad sólida y sostenible y mantiene a las empresas en la vía del crecimiento. Y consideran que esta característica clave del segmento de small caps suele penalizar las calificaciones de gobernanza que favorecen la independencia del consejo de administración y los derechos de los accionistas minoritarios, un aspecto que, según su experiencia, debe abordarse a través del análisis externo e interno de estas empresas.
“El uso de los datos ESG de los proveedores de calificación de terceros por sí solo ofrece una imagen incompleta, distorsionada y parcialidad con respecto a las grandes empresas en general. Creemos que es especialmente beneficioso para un gestor de activos desarrollar un análisis de investigación ESG interno y un modelo de propiedad activa, además de los datos de los proveedores de calificación ESG de terceros. Una forma de evitar este problema ESG es combinar dos enfoques: best-in-universe, en el que el equipo de gestión favorece a los emisores mejor calificados, independientemente de su tamaño o sector, y best effort, en el que el equipo de gestión valora los progresos realizados por los emisores a lo largo del tiempo, mediante el diálogo directo con ellos. Además, es esencial que un gestor de activos, a través de un riguroso proceso de diálogo y compromiso, anime periódicamente a las empresas a divulgar más información sobre los factores clave E, S y G, con el fin de realizar un mejor seguimiento de los progresos”, defiende Chieusse.