En un contexto de atractiva situación empresarial, apoyo político, fiscal y monetario y carpetazo a la deflación pero sin una agresiva inflación, el mercado de deuda japonesa vuelve a ofrecer oportunidades de inversión.
Para Tony Glover, responsable de inversiones de bolsa japonesa de BNP Paribas IP, la apuesta en renta fija de este mercado realmente depende de las asunciones que tenga el inversor: “Una inversión en deuda japonesa, desde el punto de vista de un inversor europeo, es una apuesta en el yen. Los inversores de nuestro fondo Parvest Bond JPY generalmente así lo hacen si piensan que la divisa se fortalecerá, como tiende a ocurrir en tiempos de estrés y aversion al riesgo”, comenta.
El experto explica que un fortalecimiento del yen generalmente supone una presión bajista en los mercados de acciones (en la medida en que las perspectivas de beneficios normalmente se revisan a la baja), de forma que la deuda sería una mejor inversión en Japón en ese caso, con respecto a la renta variable del país.
Naruki Nakamura, responsable de renta fija y gestor del Parvest Bond JPY, coincide en que algunos inversores europeos utilizan la deuda pública japonesa para tomar riesgo en el yen: “En el pasado, el yen se fortalecía en un entorno de risk-off. Aunque la situación fiscal del país continúa deteriorándose, pensamos que la crisis nipona está al menos a una distancia de cinco años. Así que, si un inversor en euros quiere diversificar sus inversiones, comprar deuda pública nipona sin cobertura de la divisa podría tener sentido, especialmente si está preocupado sobre el escenario de aversión al riesgo europeo”, comenta.
Sin caídas esperadas en el yen
En el actual entorno, los expertos no esperan fuertes caídas de la divisa. El gestor Nakamura explica las políticas del Banco de Japón –que cambiaron en septiembre de 2016, de forma que la autoridad pasó de pensar en QE ilimitados, incapaces de resolver los problemas, a controlar la curva-. “Solían pensar que un QE ilimitado podría resolver los problemas, pero ya no es así y actualmente se resisten a incrementar el QE y a introducir una política de tipos negativos más profundos”. Así, la autoridad monetaria “solo quiere arreglar la curva de rentabilidad” en los niveles actuales, lo que significa que no esperan en la gestora que el yen caiga demasiado por este motivo (sí podría caer por otras razones, por ejemplo, que EE.UU. restringiera su política monetaria más de lo esperado y el yen cayera mucho frente al dólar en ese caso).
Además, la renta fija sería una buena inversión en caso de crisis global, puesto que se espera un yen al alza: “Si hay otra crisis financiera global, esperamos que el yen en un principio se fortalezca pronunciadamente; entonces, si es excesiva su apreciación, el banco central podría de nuevo cambiar su política para añadir una relajación monetaria agresiva, que probablemente limitaría la subida de la divisa”, apostilla.
Inversores nacionales y foráneos
El gestor pone en perspectiva las mejores oportunidades actuales: “Miremos el índice más popular, Nomura BPI. A fecha de 27 de febrero, la rentabilidad era del 0,11%, con una duración de 8,6 años; quitando la porción gubernamental, la rentabilidad es del 0,09%, con duraciones de 9,1 años. No muy atractivo pero mucho mejor si se compara con la situación el pasado 7 de julio, cuando las rentabilidades eran del -0,18% y -0,19%, respectivamente”, es decir, estaban en negativo.
Por esta visión de la divisa y por esta situación de atractivo relativo, Nakamura explica que la deuda pública nipona ha sido atractiva, tanto para inversores domésticos en yenes como internacionales (cubriendo o no la divisa, si bien en los últimos tiempos sobre todo cubriendo la divisa).
Así, los inversores domésticos en yenes, y porque las actuales tasas de la liquidez son aún negativas, necesitan comprar algo de deuda denominada en yenes incluso a estos niveles. “Hemos visto en las últimas semanas a inversores, sobre todo compañías aseguradoras, comprar deuda pública japonesa con largos vencimientos, mientras aún hay rentabilidad. Compraron deuda a 30 años con yields del 0,8%-0,9%”, explica.
Cubriendo la divisa…
“Si miras los indicadores de flujos publicados por el Ministerio de Finanzas de Japón, los inversores foráneos han sido fuertes compradores de deuda pública en el tramo corto e intermedio durante meses, en una base de rentabilidad en yenes negativa. Entonces, ¿por qué compraron? Creo que los compradores son inversores en dólares que compran con cobertura de la divisa”, explica. Puesto que el spread del swap a dos años entre el dólar y el yen era a finales de año negativo (-0,85%) y con la deuda pública japonesa al 0,17%, si los inversores basados en dólares compraban deuda a dos años con coberturas de divisa a través de swaps, la rentabilidad en dólares podía llegar aproximadamente al 1,95%, explica el gestor, una cifra mayor a la deuda pública del Tesoro estadounidense a dos años (de alrededor del 1,1% en ese momento). “Inversores con muchos dólares y sin preocupaciones por la iliquidez, como fondos soberanos o la Reserva de divisas, podrían verlo atractivo”, explica.
En el caso de los inversores europeos, contando con que el swap entre el euro y el yen era también negativo (-0,36%), a finales de noviembre del año pasado la rentabilidad de la deuda pública nipona a dos años, con base en euros tras una cobertura del yen, sería del entorno del 0%, mayor a la del bund alemán a dos años (-0,75%), pero nada alta en términos absolutos.
En cualquier caso, defiende el experto, “si eres un inversor institucional con capacidad de cobertura de divisas, amplia liquidez e incapacidad de invertir en bonos de corto plazo con negativa rentabilidad (o prefieres tener el 0% a un retorno negativo), estás dispuesto a sacrificar liquidez y a tomar riesgo gubernamental japonés, el mercado de deuda pública nipón podría ser un candidato para invertir”, explica. A partir de ahora, dice, el swap se ha recuperado y las rentabilidades de la deuda pública nipona están en un nivel negativo más profundo, pero en la medida en que las rentabilidades de los Bunds con vencimientos cortos son más bajas debido al BCE, el atractivo relativo podría ser incluso mayor.