En los últimos años, la inversión sostenible ha sido una de las tendencias que más ha influenciado a la industria de gestión de activos. Las gestoras de fondos han incorporado los criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno a sus estrategias, transformando procesos de inversión ya existentes y creando productos nuevos que integrasen estos factores ESG. A esta transición, se le une ahora el conjunto de normas impuesto por el SFDR, el reglamento europeo sobre divulgación de la información en sostenibilidad financiera que exige clasificar los fondos de inversión por su nivel de sostenibilidad.
En una nueva edición de los Foros Live!, organizados por ABC y Funds Society, Belén Ríos, directora de negocio institucional de Amundi Iberia, Jaime Albella, Sales Director en AXA Investment Managers, y Leonardo Fernández, director del canal intermediario de Schroders, debaten sobre los desafíos que presenta la llegada de esta normativa para las gestoras, las tendencias dentro de la inversión sostenible y las actuaciones que están llevando sus gestoras para no quedarse atrás.
Un cambio estructural en la gestión de activos
Desde el punto de vista de Belén Ríos, la revolución de la inversión sostenible ya se ha producido. Los movimientos en los flujos de los activos a nivel europeo y global muestran que esta tendencia ya es palpable. De los muchos factores que juegan a favor de la inversión socialmente responsable, en Amundi Iberia destacan tanto el deber fiduciario como el legal. En el lado del deber fiduciario, las gestoras tienen un compromiso para dirigir el dinero de los inversores hacia empresas que promuevan la lucha contra el cambio climático y de equidad social. Por la parte del deber legal, las empresas tienen ahora una obligatoriedad regulatoria que impone el SFDR. Además, existe un tema que afecta al binomio rentabilidad-riesgo: si no se consideran los factores medioambientales, sociales y de buen gobierno, los inversores pueden encontrarse con una merma en la valoración de las empresas en las que invierte.
Mientras que, según Jaime Albella, es claro que nos encontramos en un mundo hipercompetitivo en el que las empresas se deben renovar constantemente. En el sector de las finanzas, el nuevo marco regulatorio trae consigo una revolución verde, hacia la inversión de impacto. En este entorno, aquellas gestoras que no sean capaces de adaptar sus productos o que no lo hagan con la rapidez que exige el mercado, se quedarán fuera de la industria.
Esta nueva regulación se espera que sea la mayor reorganización de carteras a nivel internacional. Para Leonardo Fernández, hay dos factores principales que van a inducir esta reestructuración. El primero es que las propias gestoras se están adaptando a los cambios regulatorios, y por lo tanto canalizarán a los inversores hacia la inversión responsable. Y el segundo factor es el cambio impulsado por la demanda de los inversores. En la última encuesta anual que Schroders realiza entre inversores institucionales y retail, también se evaluaron las tendencias en inversión sostenible. Entre los resultados que arrojó el estudio, un 45% de los clientes particulares tienen algún tipo de inversión sostenible en cartera y el principal motivo para invertir en este tipo de productos es, para un 76% de los participantes, no querer ir en contra de sus principios personales a la hora de invertir. En el lado institucional, un 70% de los encuestados, sobre una base de 625 instituciones, esperan un incremento en las inversiones sostenibles en los próximos cinco años. Por lo que, en palabra de Leonardo Fernández, todavía queda un amplio recorrido de crecimiento del que las gestoras se pueden beneficiar.
Sí o sí, inversión sostenible
Según Ríos, ahora que existe una regulación que exige a las gestoras la integración de los criterios de sostenibilidad en sus procesos de inversión, el elemento diferenciador llegará de la mano de la trayectoria individual de cada gestora en esta materia. Aquellas gestoras que ya lleven varios años integrando estos criterios en sus políticas de inversión tendrán una ventaja competitiva sobre las que recién estén comenzando a adaptarse a los requerimientos legales.
Aunque en estos momentos la inversión sostenible ha irrumpido como una fuerza transformadora en la industria de gestión, Albella confía en que en la próxima década ya esté totalmente integrada en las carteras, dando por hecho que todas las gestoras tendrán que atravesar un proceso de transformación.
Coincide con estas opiniones Fernández, quien defiende que todo lo que hoy puede ser considerado una ventaja competitiva será un mínimo exigible con el transcurso del tiempo. En esta transformación, la región europea es, por primera vez, la que lidera en temas de sostenibilidad. En Estados Unidos y Asia, regiones que gestionan una parte importante del volumen global total de activos, esta tendencia está comenzando a despertar. Esto podría iniciar un círculo virtuoso que genere un impulso aún mayor para este tipo de inversiones.
Renovarse o morir
Para poder enfrentar los cambios regulatorios, los empleados de las gestoras han recibido formación interna y externa que los capacita para acompañar este proceso de transformación. En el caso de AXA IM, Albella revela que la gestora ha creado la figura de los “embajadores”, una posición que por país desarrolla la estrategia de la gestora en materia de inversión sostenible y que divulga ente el resto de los empleados los esfuerzos que se están realizando. Desde que firmó su primer mandato de inversión responsable en la década de los 90, AXA IM ha consolidado su proceso de transformación. En 2007, se adhirió a los Principios para la Inversión Responsable de las Naciones Unidas y desde entonces ha participado en diversos comités de la industria de gestión de carteras, como la iniciativa Net Zero Asset Managers.
En la actualidad, un 12% de la plantilla de AXA IM son expertos en inversión ESG que ayudan a los distintos equipos de inversión, mientras que un 90% de sus fondos ya están clasificados dentro del artículo 8 o 9 del reglamento SFDR. En su proceso de inversión han incrementado interacción con las empresas en las que invierten, ejercitando su derecho al voto como accionistas en más de 6.000 juntas de accionistas. De las cuales, en más de la mitad se hizo en contra, por no ajustarse a los criterios de sostenibilidad. En 300 de estas empresas, la gestora se involucró directamente en su proceso de transformación, ayudándolas en su adaptación hacia la sostenibilidad. Asimismo, AXA IM ha emitido bonos de transición, unos bonos para ayudar a las empresas a transformarse a esta economía verde.
En Schroders, el mayor esfuerzo de formación se ha realizado por parte de los empleados dedicados a la distribución de producto, que quizá no tenían un conocimiento tan profundo como los gestores que ya han incorporado estos criterios a sus procesos de inversión. De este modo, los interlocutores con los clientes finales se han formado en sostenibilidad con módulos específicos. Según Fernández, la información que se ofrece a los clientes para que sean capaces de comprender las métricas utilizadas por los fondos de inversión para cuantificar el impacto en materia de sostenibilidad también se ha mejorado. Con este propósito, han creado una serie de videos de poca duración explicando los 10 pasos a seguir para entender la sostenibilidad en un formato digital y sencillo que busca tener una mayor difusión entre los inversores.
Según Amundi Iberia, las gestoras también se ven beneficiadas por la inclusión de la inversión sostenible en su proceso de gestión. Para Ríos, el beneficio más obvio es el derivado de la gestión de riesgos. Si se tienen en cuenta los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo en las inversiones es más difícil que estos puedan tener un impacto en los resultados de las estrategias. Además, destaca también el ejercicio del derecho de voto como parte de la política activa de inversión de impacto. A su juicio, este derecho otorga a las gestoras una capacidad de dialogo muy amplia con las empresas. En el ejercicio de 2020, Amundi votó en 4.250 juntas generales de accionistas, intentando influir en propuestas que luchasen contra el cambio climático y favoreciesen la igualdad social.
Aunque Amundi ya operaba con criterios de sostenibilidad desde 2010, en 2018 lanzó su plan estratégico ESG a tres años, en que se propuso que el 100% de los fondos de gestión activa incorporen criterios ESG en su proceso de inversión. Si bien a finales de febrero Amundi contaba con el 60% de sus productos clasificados dentro de los artículos 8 y 9 del reglamento SFDR, la gestora pretende que para finales del año se alcance el 100%.
La estrategia climática
AXA IM es uno de los miembros fundadores de la iniciativa Net Zero Asset Managers, creada en diciembre de 2020 y a la que ya se ha adherido unas 73 gestoras con el compromiso de respaldar el objetivo de cero emisiones netas en los gases de efecto invernadero para el año 2050, uniéndose al esfuerzo global de limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados.
En otra iniciativa, la gestora se ha comprometido a bajar en un 20% su huella de ozono para 2025, dejar a 0% las inversiones en carbón en Europa y los países miembros de la OCDE, y conseguir el mismo objetivo en el resto del mundo en 2040. Además de mantener el compromiso de invertir más de 24.000 millones de euros antes de 2023 en bonos verdes.
Por su parte, Amundi está presente en 14 organizaciones con objetivos relacionados con la descarbonización, como el Carbon Disclosure Proyect o el compromiso de carbono de Montreal. En su análisis general de factores ESG no solo miden la huella de carbono, sino que también están teniendo en cuenta la temperatura de la compañía. Para ello, evalúan el nivel de emisiones de la empresa con respecto a su sector para comprobar si pudiera cumplir realmente con su compromiso de no exceder de los 1,5 grados en el año 2050. Entre otras innovaciones, junto a IFC, miembro del Grupo del Banco Mundial, Amundi lanzó el mayor fondo de bonos verdes dedicado a los mercados emergentes, una iniciativa de 2.000 millones de dólares.
Ideas en inversión sostenible
En AXA IM han sacado nuevas estrategias más enfocadas a la inversión de impacto que no solamente buscan cumplir con los requisitos del artículo 8, sino ir un paso más allá y cumplir con varios de los objetivos de los Principios de las Naciones Unidas de Inversión Responsable. Dentro de su gama, Albella destaca la estrategia AXA WF Framlington Clean Economy, por hacer una inversión holística en energías, edificios y transporte verde. Un segmento que dentro de la inversión sostenible ofrece en la actualidad unas valoraciones atractivas. También destaca un fondo que invierte en high yield de emisores con bajas emisiones de carbono.
Asimismo, en Amundi, la gama ESG Improvers tiene como objetivo ofrecer alfa adicional mediante el empleo de un enfoque dinámico de ESG con una perspectiva de futuro, buscando a los ganadores de ESG del mañana. Esto supone un mayor compromiso con las empresas. Además, Amundi ha lanzado una estrategia de bonos sociales, cuyas emisiones se han triplicado en 2020. Un ejemplo, una emisión de 17.000 millones de euros por parte de la Unión Europea para financiar programas de ayuda al empleo y contrarrestar el efecto de la pandemia.
Por último, en Schroders, en renta variable, ven más oportunidades en la transición energética. El Acuerdo de París implica una reducción de las emisiones en un 80% y para conseguir este objetivo es necesario una inversión de más de 100 billones de dólares en los próximos años en toda la cadena de valor de la transición energética. En renta fija, en 2019 la gestora adquirió BlueOchard Finance Limited, una gestora boutique líder en inversión sostenible que nace de Naciones Unidas en 2001, con el objetivo de fomentar los flujos de inversión privada en la inversión de impacto en países emergentes y frontera. En el evento, Fernández explicó que existe un déficit público en estos países que tienen menos recursos para intentar cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible. Y destacó un fondo de deuda emergente que invierte en compañías y organismos públicos para conseguir que esas ayudas se distribuyan y se logre una reducción de la desigualdad.