El entorno actual de los mercados financieros sigue marcado por los bajos tipos de interés, un elevado endeudamiento –especialmente en los países industrializados– y una considerable inestabilidad. Por consiguiente, cobra sentido que los inversores elijan un fondo mixto, que no esté sujeto a ninguna orientación específica tal como defensiva, neutral o agresiva y que invierta en renta variable, renta fija e instrumentos del mercado monetario, sin restricciones geográficas.
Con esto en mente, Guy Wagner, gestor del BL-Global Flexible Euro, cuenta que en el entorno actual de los mercados de capitales apuesta «por una combinación de clases de activos que reaccionan de manera diferente al entorno económico y de política financiera. La plasmación concreta de esto es: primero, acciones de calidad que se benefician del entorno de bajos tipos de interés y crecimiento positivo; segundo, deuda pública estadounidense, que debería revelar una respuesta positiva ante un deterioro del crecimiento y/o la agravación de las tendencias deflacionistas; y tercero, oro, que debería servir de protección de la cartera frente a los riesgos sistémicos».
Se entiende por acciones de calidad, aquellos valores de empresas «que nos convencen por sus altos márgenes de explotación, un nivel de endeudamiento muy bajo, una rentabilidad elevada y una rentabilidad por dividendo razonable. En la actualidad, esta última asciende precisamente al 3% en la cartera. Estas empresas proceden de distintos sectores, como empresas con una marca sólida y, por consiguiente, una fuerte posición de mercado, como por ejemplo Coca-Cola o Nestlé. Además, también tenemos en cuenta empresas con ventaja en términos de tecnología e innovación como Microsoft o, en el sector farmacéutico, Roche. De igual manera, en este contexto identificamos activos tangibles como Jardine Matheson o Jardine Strategic. La ponderación del componente de renta variable ronda en la actualidad el 68%. En general, consideramos que no se debe transigir en lo que se refiere a la calidad de las empresas».
De cara a renta fija, Wagner confiesa que su ponderación se sitúa actualmente en torno al 16,5% y está compuesta de deuda pública estadounidense. «Dado el diferencial de tipos, consideramos que los bonos estadounidenses a 10 y 30 años revisten más atractivo que la deuda de otros países industrializados. En nuestra opinión, los rendimientos de los valores del Tesoro estadounidense a largo plazo presentan aún bastante potencial bajista, si se acentúan las tendencias deflacionistas y el crecimiento mundial se desacelera», comenta.
En cuanto al oro -y considerando que el entorno económico y el sistema financiero mundial siguen mostrando una inusual fragilidad, «a la que contribuyen los bancos centrales con sus métodos poco ortodoxos, unas entidades cuya credibilidad se está poniendo cada vez más en entredich, frente a este riesgo de una pérdida de confianza en las autoridades monetarias, y por consiguiente en el dinero, el oro representa un tipo de seguro. Invertimos en este segmento sobre todo a través de empresas de regalías (royalty companies), ya que consideramos superior su modelo de negocio. Estas empresas se benefician incluso en caso de un retroceso del precio del oro, pues pueden conseguir con facilidad nuevas fuentes de ingresos», concluye Wagner.