La campaña para las elecciones generales en el Reino Unido ha comenzado. La “trifecta” generada por un sistema electoral en el que el ganador se lo lleva todo, un sistema de partidos más fragmentado y la división natural por el Brexit ha convertido estos comicios en los más inciertos. Además, “de cara al 12 de diciembre, todavía hay tiempo para que un revés imprevisto altere el curso de la carrera”, afirma Aberdeen Standard Investments en un reciente análisis en el que aborda los posibles escenarios electorales y el impacto en la economía y los mercados.
Brexit: ¿interés o cansancio?
Pese a que está extendida la idea de que el 12 de diciembre se celebran “las elecciones del Brexit”, lo que todavía no está claro es cómo va a influir este asunto en la campaña. Los diputados y algunos ministros que no estaban dispuestos a acelerar el acuerdo alcanzado el pasado 17 de octubre parecen golpeados por el cansancio, por lo que, ¿cuánto apetito tendrán los votantes para sopesar de nuevo sus opciones en el Brexit?, se pregunta la gestora.
A su juicio, las estrategias de los grandes partidos nacionales están claras. Los conservadores buscarán enmarcar la decisión de forma contundente (con el eslogan ‘Get Brexit done’) antes que debatir los detalles o la calidad del acuerdo y los laboristas criticarán el acuerdo del Gobierno por su impacto en el empleo y la protección social, alegando que los votantes merecen una opción mejor. Mientras, “los liberales demócratas atacarán el acuerdo gubernamental en términos similares y pintarán la posición de los laboristas como disparatada”.
Según ASI, si los conservadores logran reducir el debate a sus términos, el sistema de mayoría simple del Reino Unido posiblemente les conceda una mayoría sólida. “Sin embargo, si la campaña se convierte en una fuerte crítica del acuerdo dirigida a deshacer los mensajes simples del Gobierno y dar una plataforma al Partido del Brexit, los conservadores tendrán que pelear más”.
Votación táctica o división del voto: incertidumbre garantizada
La entidad considera que el complejo mapa electoral se debe, sobre todo, a dos capas separadas: las visiones del Brexit (“remain or leave”) y las actitudes políticas. Allí donde apuntan en la misma dirección, los resultados regionales parecen bastante predecibles: en Londres, los laboristas seguramente mantengan una posición fuerte; en Escocia, el SNP ganará posiciones; y en el sudeste y el suroeste, los conservadores saldrán bien parados.
Por ello, los campos de batalla clave en estas elecciones estarán en regiones donde las visiones del Brexit y las actitudes apuntan en direcciones distintas. De ahí que los conservadores estén centrándose en atraer a los laboristas “leavers” del norte y las Midlands. “Si los laboristas logran trasladar el foco de las elecciones del Brexit a la agenda interna, es probable que conserven una mayor parte de su feudo tradicional”, apunta la entidad. A esto hay que sumar la imprevisibilidad de las tendencias de voto en el Reino Unido, incluyendo el incremento de la votación táctica, lo que benefició especialmente al Partido Laborista en las últimas elecciones.
Tenga lugar o no esta última, el resultado permanece altamente incierto, ya que las oscilaciones de última hora o la división del voto pueden producir una sorprendente distribución de los escaños. “Nosotros asumimos que la votación táctica tiene lugar independientemente de la división del voto, particularmente en el lado de un Brexit suave/permanecer”, dice ASI.
La campaña es clave
“Estas son las elecciones que querían los conservadores, a diferencia de los laboristas, que quizás estén menos preparados dada la agitación en torno al líder”. En ese sentido, recuerda que, en 2017, los laboristas ganaron terreno en la campaña gracias al escrutinio al que fue sometido el primer ministro. Sin embargo, el bajo perfil de Boris Johnson en su victoriosa campaña sugiere que los conservadores no van a sobreexponerlo esta vez.
A esto se suma que la popularidad de los líderes fluctúa más que el apoyo general a los partidos. La de Johnson ha aumentado desde que llegó al poder en verano, algo común para los primeros ministros, mientras que el apoyo a Corbyn se mantiene en mínimos bajo los estándares laboristas y de los líderes opositores. Para ASI, su éxito en los debates y las apariciones públicas determinará hasta qué punto puede replicarse el incremento de la popularidad que logró en la campaña de 2017, pero, a su juicio “va a ser más difícil para él esta segunda vez, partiendo de una base tan baja”.
Por último, los laboristas afrontan un desafío fundamental: son más populares entre los votantes jóvenes, que suelen votar menos, mientras que los conservadores se apoyan en los “ultra fiables” electores mayores. “Es muy difícil que el Partido Laborista cambie la tendencia, por lo que el Conservador cuenta con una ventaja estructural en estos comicios, lo que refuerza nuestra hipótesis de una mayoría conservadora”, sentencia la gestora.