El universo de activos financieros está polarizado entre aquellos de mayor riesgo (renta variable, por ejemplo), los que más sufren en entornos difíciles, y otros más sensibles a los tipos de interés (principalmente la deuda pública), percibidos como más seguros y que suelen beneficiarse en esos entornos por su condición de refugio. El high yield estaría en el primer grupo pero en AllianceBernstein han diseñado una estrategia con este activo para situarse en una posición intermedia entre esos dos mundos; algo que está captando la atención de inversores españoles y latinoamericanos, y tanto institucionales como minoristas.
Short Duration High Yield (SDHY) es una estrategia conservadora y de baja volatilidad en high yield que, reduciendo la volatilidad del activo a cerca de la mitad, consigue su propósito de moverse en la misma dirección que los activos de riesgo pero reducir sus caídas en momentos difíciles a la mitad de lo que sería normal en el activo, a la vez que captar en torno a un 80% de las subidas del mismo. Todo a través de una innovadora estructuración de la cartera, acompañada de una correcta selección de las posiciones individuales.
Para reducir esa volatilidad, se utilizan tres estrategias, según explica en una entrevista a Funds Society Ivan Rudolph-Shabinsky, Senior Vice President en la gestora, director del grupo de Renta Fija y gestor, que estuvo recientemente en Madrid. La primera de ellas es recortar la duración desde los 4,5 años que tiene el activo hasta los 2,5 años, de forma que reduce la sensibilidad de la cartera a los tipos de interés. La segunda clave es la calidad: invierte en nombres BB y B, pero evita los CCC, algo clave para reducir la volatilidad; y, por último, implementa coberturas que resultan muy útiles en momentos de caídas.
Menor duración y más calidad
El gestor explica que, su diferencia con otras carteras de high yield de corta duración, es que su segmento de inversión es más amplio. “Algunas estrategias recortan demasiado la duración, de forma que reducen demasiado su universo de inversión y, como consecuencia, acaban con una cartera muy concentrada”, dice el experto. A diferencia de ello, en la gestora utilizan la medida de 2,5 años, que permite construir una cartera con entre 400 y 500 emisores, muy diversificada, con cada nombre ocupando una posición muy limitada, lo que reduce el riesgo idiosincrático y limita mucho el sufrimiento en caso de default.
Con respecto a la calidad, eliminando el espectro CCC el fondo todavía puede invertir en un 88% de las emisiones, lo que reduce poco su universo. “La deuda con esta calidad aporta mucha volatilidad en un ciclo de mercado, con fuertes pérdidas y recuperaciones. Excluyéndolos del universo invertible, reducimos la volatilidad de la cartera y, a lo largo del tiempo, mejoramos los retornos”, explica.
En relación a la tercera estrategia, realiza coberturas pero no de los tipos de interés, sino de los activos de riesgo, que puede ser a través de posiciones en renta variable, high yield, divisas u otros activos que se mueven en la misma dirección, en lo que pueden gastar 30 o 40 puntos básicos de rentabilidad.
Unos buenos retornos en el horizonte
Para construir una cartera tan diversificada, los gestores se apoyan en un equipo de 50 analistas de crédito, dos tercios de los cuales analizan nombres en el espacio high yield. La gestora tiene unos 250.000 millones de dólares en activos de renta fija, de los que unos 30.000 millones están en high yield, unos 2.500, en la estrategia de corta duración. “El año pasado la caída media de los fondos de high yield fue del 6% y nosotros solo perdimos 17 puntos básicos” (clase institucional), dice el gestor, que explica que en lo que va de año ganan un 2%.
Y es positivo con respecto a las rentabilidades futuras que puede aportar la estrategia, que sitúa en torno a un 4%-5%. “En EE.UU. los yields se sitúan ahora en torno al 8%-9%, un nivel muy atractivo en términos históricos”, asegura; de hecho, actualmente en torno al 75% de su cartera está en EE.UU, debido a su mejor valoración y a que compensa por el riesgo asumido, a diferencia de lo que ocurre en Europa. Y todo, a pesar de que en Europa el high yield es de mejor calidad (dos tercios de su mercado son BB frente a un tercio en EE.UU.) y a pesar también de que la Fed está subiendo tipos: “No estamos preocupados porque los diferenciales son amplios y suponen un buen amortiguador ante la subida de tipos”, dice, explicando que la reducción de los diferenciales absorberá el movimiento derivado de dicha alza. Y, en definitiva, su cartera es el resultado de un proceso bottom-up, aunque en la gestión de riesgos la visión es top-down, de forma que si ven por ejemplo una fuerte concentración en algún sector pueden limitar la exposición.
¿Y los riesgos?
Con respecto a los dos grandes riesgos de los que se habla ahora en el mercado de deuda, la falta de liquidez y el impacto del default de las energéticas estadounidenses, no es alarmista. “Aunque ahora la situación haya empeorado, la liquidez siempre ha sido un reto”, dice. En su caso, la cartera se nutre de liquidez de forma natural debido a las cercanas fechas de vencimiento de sus bonos, de forma que en meses pueden encontrarse con un 30% de la misma en liquidez. Pero además, suelen tener entre un 3% y un 4% en cash y, además, utiliza otra vía para aumentarla: construye de forma sintética algunos bonos (con el bono del Tesoro estadounidense y el CDS), que ocupan el 5%-6% de los activos, de forma que, gracias a la liquidez de la deuda pública estadounidense, puede tener una fuente adicional de liquidez –diaria- si lo necesita. De hecho, el gestor dice que utilizaría más este método si pudiera, el problema es que no todos los bonos tienen desarrollado su CDS.
Con respecto al impacto de las energéticas, señala que solo suponen un 4% de su cartera, puesto que fueron reduciendo posiciones en los últimos tres años debido a que consideraban erróneas sus valoraciones. Además, dentro del espacio de baja volatilidad, dice, hay pocas compañías y con respecto al riesgo de contagio a otros sectores, lo descarta. “No esperamos que la situación sea como la de 2008 y esperamos que el contagio esté más concentrado en el sector de energía y materias primas, como ocurrió con la crisis de las telecos en 2002, cuando el resto del mercado se recuperó rápido”, explica. De hecho, el año pasado el 60% de los defaults se concentraron en el sector y espera que siga siendo así este año.