El estilo value de la inversión en renta variable ha enfrentado severos obstáculos estructurales en la última década. Según NN Investment Partners, su bajo rendimiento secular se debe a varios factores: las herramientas no convencionales utilizadas por los bancos centrales de todo el mundo, la disrupción tecnológica a la que se enfrentan los sectores value tradicionales y el bajo nivel de los tipos de interés y la ausencia de presiones inflacionarias. “Incluso ante estos vientos en contra, las carteras basadas en el valor todavía pueden vencer al mercado adaptándose al mundo cambiante que nos rodea”, asegura.
En un artículo reciente, la entidad insiste en que los gestores de renta variable con un estilo value se han quedado con pocas herramientas para navegar por las turbulencias de la última década. Algunos han optado por seguir con el enfoque tradicional que tuvo éxito antes de 2007 basado en una filosofía buy and hold. “En la mayoría de los casos, esto implicaba esperar a una reversión de la media, al tiempo que se corría el riesgo de mantener las denominadas trampas de valor; es decir, empresas que son baratas por un motivo y que seguirán teniendo un rendimiento inferior al del mercado, ya sea debido a un modelo de negocio fallido o a una gestión deficiente”, señala.
Otros han integrado nuevas herramientas en el proceso de inversión que reducen las detracciones, manteniendo al mismo tiempo carteras «fieles al estilo» con características value clave. Esta es la opción elegida por NN IP a la hora de gestionar sus estrategias Euro High Dividend y European High Dividend y, a su juicio, los resultados “hablan por sí mismos”: A lo largo del tiempo, han tenido un rendimiento superior en términos relativos, incluso con los contratiempos significativos que afronta el estilo de inversión value.
“Esto demuestra que, al adoptar un enfoque adaptable, los inversores en estrategias de valor aún pueden vencer al mercado”, destaca. Para lograr este rendimiento superior frente a sus pares y al mercado en general, la gestora ha integrado tres pilares clave de adaptabilidad en su proceso.
1. Adaptarse a sus propios sesgos
Todo gestor tiene sesgos de comportamiento, lo que no es un problema siempre que sea consciente de ellos y los compense adecuadamente. Al analizar más de 10 años de historia en la comercialización de carteras, NN IP identificó los sesgos de comportamiento que afectaban negativamente al rendimiento, así como las áreas en las que trabajaban a su favor. “Por ejemplo, el proceso de reequilibrar nuestras asignaciones hacia los objetivos de ponderaciones ha sido una fuente sustancial de alpha positivo a lo largo del tiempo. Por otra parte, mantener los que no tienen un buen rendimiento y ser demasiado reacios a las pérdidas ha generado alpha negativo”, revela.
Tras tomar conciencia de estos sesgos, revisó sistemáticamente la lista de posibles trampas de valor en sus carteras, y luego actuó para reducirlas. Esto creó un alpha positivo significativo durante el período de volatilidad del mercado causado por la crisis del COVID-19.
2. Gestionar el riesgo macroeconómico
“Todos los gestores de cartera conocen el nivel absoluto de riesgo de su cartera. Algunos, sin embargo, no son conscientes de cómo los elementos subyacentes contribuyen a este riesgo y, por lo tanto, no lo gestionan activamente”, advierte. Analizando las fuentes de riesgo, evitando los riesgos macroeconómicos potencialmente no deseados y asignando la mayor parte de su presupuesto de riesgo al componente idiosincrásico (específico de las acciones), la gestora logró reducir significativamente la sensibilidad de sus carteras a las perturbaciones externas inesperadas.
Además, asegura que este enfoque no impidió que las estrategias se mantuvieran «fieles al estilo», ya que conservaban su exposición positiva a los factores de valor y dividendos, pero de una manera que controlaba el riesgo macroeconómico.
3. Utilizar factores ESG para impulsar la ratio riesgo/retorno
Los gestores value pueden examinar su universo de inversión para buscar los títulos mejor valorados. Sin embargo, el simple hecho de llevar a cabo una valoración básica aumenta el riesgo de tener trampas de valor. Según NN IP, además de monitorizar la valoración, los gestores de la cartera deben realizar una evaluación cualitativa en profundidad de cada empresa.
“Hemos descubierto que al integrar de manera consistente y rigurosa los factores ESG en nuestro proceso de inversión y reducir activamente la exposición a empresas con altos niveles de riesgo ESG, podemos ofrecer una mejor relación riesgo/retorno que la mayoría de nuestros pares de valor/dividendos”, asevera.
La gestora destaca que su enfoque basado en normas para la exclusión, el compromiso y la votación, combinado con la evaluación cualitativa de los riesgos ESG de una empresa y su posible impacto financiero, reduce el riesgo de retirada de sus estrategias de dividendos europeas y de la zona euro. La supervisión de los riesgos ESG a nivel de cartera (utilizando nuestro propio indicador ESG corporativo) proporciona otra capa de gestión de riesgos que limita los no deseados.
“Estos tres pilares tienen un hilo conductor: al adoptar los cambios que ofrece el entorno de inversión, los gestores de valor pueden reforzar sus rendimientos ajustados al riesgo sin dejar de ser fieles al estilo”, afirma. En lugar de mantener el enfoque Value 1.0 que funcionaba muy bien antes de la gran crisis financiera, pero que desde entonces ha mostrado unos rendimientos ajustados al riesgo muy pobres, NN IP ha adaptado sus procesos a esta nueva realidad. “Al hacerlo, hemos obtenido retornos ajustados al riesgo significativamente mejores que la mayoría de nuestros pares de valor/dividendos. El Value 1.0 está muerto; larga vida al Value 2.0”, sentencia.