Los flujos de inversión hacia los fondos cotizados (ETFs) globales ascienden, en lo que va de año, a 300.000 millones de euros, según los últimos datos de Amundi correspondientes a finales del mes de junio. Esta cifra estuvo repartida, prácticamente, a partes iguales entre renta variable y renta fija.
Es la primera vez en lo que va de 2023 que los flujos de renta fija igualan a los de renta variable, lo cual es notable si se tiene en cuenta que los activos totales de renta variable ascienden a siete billones de euros, frente a los dos billones de renta fija. La popularidad de los productos de deuda refleja la mejora del valor de la renta fija tras la corrección del año pasado, unos rendimientos más elevados y una gama más amplia de ETFs de renta fija que ofrece a los inversores mayores posibilidades de elección y granularidad, según recoge el estudio de Amundi.
La estrategia más popular en los seis primeros meses del año fueron los índices estadounidenses, «que captaron un total de 55.000 millones de euros, la mitad de estas aportaciones fueron realizadas sólamente en junio por inversores estadounidenses, tendencia que no se reflejó en Europa».
Renta variable
Desde principios de año, los ETFs UCITS de renta variable europea experimentaron entradas por 33.600 millones de euros, siendo la renta variable de los mercados emergentes la estrategia más popular (13.400 millones de euros), mientras que los mercados desarrollados asiáticos ganaron 3.300 millones de euros. «Los inversores aprovecharon las mayores expectativas de crecimiento de esta región, así como las menores valoraciones en relación con EE.UU. y Europa», explican desde la firma. Los índices globales sumaron 11.800 millones de euros durante el mismo periodo, por lo que continuó la tendencia a largo plazo de la popularidad de estas estrategias.
Como reflejo de la caída de los precios de la energía, los inversores retiraron 2.000 millones de euros de los ETFs del sector energético, mientras que añadieron 1.000 y 500 millones de euros a los de tecnología de la información y consumo discrecional, respectivamente. Las tendencias de smart beta reflejaron «claramente» la preocupación de los inversores por la recesión, lo que se tradujo en que las estrategias de renta y calidad atrajeron 1.000 millones de euros y 600 millones de euros, respectivamente. Mientras, las estrategias de valor experimentaron salidas por 1.300 millones de euros y las de impulso, 500 millones de euros.
La renta variable ESG obtuvo aportaciones por 15.400 millones de euros en lo que va de año, por lo que casi iguala los 18.200
millones de euros asignados a estrategias de renta variable tradicional. Los índices globales captaron 4.700 millones de euros, aproximadamente la mitad de las asignaciones totales a esta estrategia. Por último, los ETFs ESG de mercados emergentes sumaron 4.300 millones de euros, alrededor de un tercio de las asignaciones totales a esta estrategia.
Renta fija
En este 2023, los flujos de ETFs europeos UCITS de renta fija casi igualaron a los de renta variable, con 32.600 millones de euros, con la deuda pública como la estrategia más popular, con 16.300 millones de euros. La deuda corporativa investment grade sumó 10.400 millones de euros. La popularidad de los bonos soberanos refleja el mayor rendimiento de estos productos, lo que los convierte de nuevo en una clase de activos atractiva. Sin embargo, también hay algunos indicios de que los inversores están recurriendo a estos activos como refugio seguro, según recoge el informe de Amundi.
Las asignaciones a los índices de deuda pública amplia y a los índices a largo plazo ascendieron a 3.900 millones de euros y 5.800 millones de euros respectivamente, mientras que los inversores también añadieron 4.700 millones de euros a las estrategias a corto plazo. «A principios de año, hubo un gran interés por los bonos a corto plazo, lo que reflejaba la curva de rendimientos invertida y el deseo de los inversores de evitar la duración, pero en junio, las asignaciones a índices amplios y estrategias a largo plazo fueron de 1.200 millones de euros y 1.600 millones de euros, frente a sólo 1.000 millones de euros añadidos a estrategias a corto plazo», detallan desde la firma.
Los bonos con vencimientos más cortos siguen ofreciendo mejores rendimientos, por lo que el aumento de las asignaciones a bonos a largo plazo debe reflejar la preocupación de los inversores por las perspectivas económicas.
En cuanto a las estrategias de bonos corporativos, los inversores se decantaron por exposiciones a todos los vencimientos, con entradas de 11.000 millones de euros hasta la fecha, mientras que retiraron 1.400 millones de euros de ETFs de bonos corporativos a corto plazo.
Las estrategias de renta fija ESG ganaron 6.800 millones de euros, cifra muy inferior a los 25.800 millones de euros asignados a estrategias de renta fija más tradicionales. Esta proporción es mucho menor que la de la renta variable porque las estrategias de deuda pública han sido muy populares este año, pero es más difícil crear estrategias ESG para esta clase de activos que para la deuda corporativa, tal y como apuntan en Amundi. Los inversores asignaron 2.600 millones de euros a estrategias ESG de deuda pública, alrededor del 15% de la asignación total a esta clase. Las estrategias ESG de bonos corporativos investment grade también ganaron 2.600 millones de euros, una cuarta parte de las asignaciones totales