Las autoridades políticas, los inversores, los consumidores y las empresas son cada vez más conscientes de las fuerzas globales que impactan hoy en la economía, como son el crecimiento poblacional, la sobreexplotación de los recursos naturales y, sobre todo, el cambio climático. Según JP Morgan Asset Management, nunca había existido tanto consenso sobre la importancia de tomar decisiones más verdes en todos los ámbitos. Por ello, ha lanzado el JP Morgan Carbon Transition Global Equity, un ETF que busca contribuir a la reducción de la huella de carbono mientras aprovecha las oportunidades de la transición hacia un mundo más sostenible.
En una conferencia online, el responsable de distribución de ETFs en EMEA en JP Morgan AM, Olivier Paquier, reveló que la vocación de la entidad es construir una cartera fuerte de renta variable preparada para un mundo de bajo carbono. El lanzamiento de la estrategia tiene lugar en un año récord para la industria de ETFs. En 2020, han entrado unos 77.000 millones de dólares en flujos netos a los ETFs y los activos bajo gestión en el universo UCITS en Europa han alcanzado los 1,1 billones.
“Se trata de una magnífica señal de su robusta actividad y el creciente interés por los ETFs. A esto se une que la mitad de los flujos se han dirigido a estrategias con exposición a criterios ESG y, dentro de este espacio, los de renta variable se han impuesto a los de renta fija”, afirmó.
Un marco de referencia propio
A juicio de Carlos Varela, estratega global para la inversión sostenible en JP Morgan AM, solo con la inversión pública y las políticas de los gobiernos no se puede hacer frente a todas las necesidades que brotan de la transición hacia una economía más sostenible. Por eso ve fundamental que los gestores de activos se impliquen con el lanzamiento de este tipo de estrategias. “Creemos que los inversores pueden beneficiarse de las oportunidades relacionadas con el clima antes de que sean valoradas por el mercado”, aseguró.
En ese sentido, destacó que, de ahora en adelante, las prioridades de la gestora son tres: la integración de la ESG a través de un marco de referencia propio para lograr mejores retornos ajustados al riesgo, la construcción de una buena estrategia de gestión basada en el compromiso con las empresas en cartera y, ante todo, la atención a los riesgos del cambio climático. Sobre este último, consideró clave esa implicación con las empresas para lograr la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y la implementación de prácticas de negocio más sostenibles, así como el análisis interno realizado por el equipo.
En concreto, el marco de inversión importa datos obtenidos directamente de las compañías, pero también información de fuentes alternativas de ThemeBot, la herramienta de procesamiento de lenguaje natural propia de JP Morgan AM basada en inteligencia artificial. Las calificaciones de este método determinan qué firmas se infraponderan y sobreponderan, sin tomar posiciones regionales o sectoriales.
El cambio climático: riesgo y oportunidad
Sobre este punto insistió Katherine Magee, especialista de inversiones, al señalar que tratan de mantener la exposición sectorial del índice de referencia, el MSCI World, sin exclusiones. “Identificamos a los ganadores y nos alejamos de los rezagados de cada ámbito”, apuntó. Por ello, los sectores de la tecnología de la información, la salud, el consumo discrecional y las finanzas son los que predominan en la estrategia.
En su opinión, el cambio climático supone una oportunidad, ya que además de una reducción exponencial de los combustibles fósiles, es necesario un “incremento significativo” de las energías renovables para lograr esa transición exitosa a un mundo de bajas emisiones de carbono.
“No se trata solo de hacer algo que es bueno para el planeta, sino que también las empresas van a sufrir las implicaciones materiales de esta transición. Por ejemplo, si hay mayores subsidios en determinadas áreas, aquellas que ya están invertidas se verán muy impulsadas”, afirmó. Así, Magee reveló tres formas de las que las compañías pueden posicionarse mejor para aprovechar esa transición: centrarse en sus emisiones directas e indirectas de gases de efecto invernadero, centrarse en gestionar sus recursos (es decir, la electricidad, el agua y los desechos), o focalizarse los riesgos relacionados con el cambio climático, tanto materiales como reputacionales.
Con todo, la gestora apunta a lograr una reducción de al menos el 30% respecto al índice de su intensidad del carbono. Actualmente, es considerablemente menor que la del MSCI World, concretamente, un 56%.